El mono alegre
La gente estaba alborotada por la noticia que el periódico “El Chismoso” había dado:
EL CHISMOSO
México, D.F, abril de 2011
“Llegó a nuestro zoológico un nuevo animal, un mono aullador, que siempre está alegre.”
Por todos lados se veían a las personas hacer planes para visitar al mono alegre, con los amigos, con la novia, con la familia, con los compañeros.
La euforia era tan grande que hasta en las oficinas dejaban de trabajar, en las casas no se hacía el quehacer, en las fábricas no llegaban sólo por ver aquel animal.
- Sí, yo ya lo vi y siempre está alegre el monito –se escuchaba decir a la gente–.
- Es medio feito, pero siempre está haciendo payasadas. Todos nos moríamos de la risa.
- No saben, queríamos quedarnos todo el día para estar felices junto al mono.
- Se paseaba de un lado a otro, sin descanso. Gozaba con divertirnos.
- Yo quiero ir a verlo nuevamente, me dio mucha risa el animalito, ¡cómo se ve que es feliz en el zoológico!
Los habitantes de la ciudad hablaban y hablaban de las virtudes del mono alegre. El zoológico siempre estaba lleno de público, que sólo iba a ver al animalito.
La noticia también llegó a la escuela “Emiliano Zapata”, que pronto hicieron planes para visitar al mono aullador. Los profesores sacaban la autorización correspondiente y los alumnos pedían permiso a sus padres.
Los requisitos estaban llenos, ahora sólo faltaba elegir el día para la visita. Todos acordaron que sería el doce de abril. Hubo gritos y risas de alegría, cada uno hacía planes de cómo irían vestidos, de las fotografías que tomarían e incluso algunos alumnos escribieron poemas al mono.
Llegó el gran día y los profesores y alumnos se vistieron con sus mejores galas, se peinaron y hasta asearon sus zapatos. Todos con enorme felicidad tomaron camino al zoológico; en el camión iban contando chistes y hasta cantaban melodías que ellos le habían compuesto al animalito que iban a ver.
Mono, mono
mono querido.
Te traemos un cono
con helado.
No te queremos triste,
te queremos alegre.
Las risas y la alegría de los niños iban en aumento, hasta que el camión se detuvo enfrente del zoológico. Todos quedaron boquiabiertos por estar tan cerca del mono aullador.
Bajaron del camión con impaciencia y rápidamente formaron filas para dirigirse hasta donde estaba el mono alegre.
Nadie hablaba ni hacía travesuras, de repente todo fue tranquilidad, tanto que se podía escuchar el gruñir de los leones, el aullido de los lobos y hasta el revolotear de las aves. Poco a poco se acercaban a su destino, pasaron por la jaula del panda, luego por la del oso gris, posteriormente por el espacio del cocodrilo, así hasta que… ¡Sí! ¡Ahí estaba el mono aullador!
Alumnos y profesores por fin habían llegado a la jaula del mono alegre. Ante sus ojos estaba el espectáculo del que tanto hablaba la gente de la ciudad.
- ¡Haz tus gracias! –decía Pedro.–
- ¡Es muy chistoso! –gritaba Carmen.–
- ¡Es muy bonito! –comentaba Lupita.–
El mono aullador parecía que era feliz y que se divertía haciendo gestos para entretener a la gente. Iba de un lado a otro de la jaula sin descanso, se tocaba la cabeza con los brazos o los alzaba como pidiendo clemencia al cielo. De pronto brincaba en su pequeño tronco que le habían puesto o hacía piruetas en el suelo.
Los niños echaban porras al mono y le gritaban cuantas cosas se les ocurrían y el mono parecía que hacía sus gracias con más enjundia, con más alegría.
- ¿Por qué estará alegre el mono? –preguntó Luis.–
- Le gusta divertir a la gente –contestó Genaro.–
Luis, que siempre había sido un niño inteligente y sensible, se divertía con el mono, pero había algo que no le gustaba y que no comprendía: ¿por qué era feliz el animal?
La visita al zoológico concluyó, los niños y los profesores regresaron satisfechos por ver un espectáculo maravilloso. Solamente Luis iba un tanto pensativo por las preguntas que se hacía así mismo.
La noche llegó, todos descansaron en sus casas, hasta el mono aullador reposó luego de días enteros de estar alterado. Un poco de tranquilidad le caía bien a su cuerpo.
Al día siguiente y ya en la escuela todos comentaban lo sucedido del día anterior, se enseñaban las fotografías que habían tomado.
La profesora Ana interrumpió la alegría de los muchachos.
- A ver chavos, vamos a ponernos a trabajar. Escriban todo lo que hayan visto del día de ayer, sobre todo del mono alegre.
Los niños comenzaron a trabajar, escribían como nunca antes lo habían hecho.
- Bien muchachos ya dejen de escribir, ahora lean sus textos –pidió la profesora Ana.–
Uno a uno fue leyendo lo que habían escrito. Casi todos decían lo hermoso que había sido el ver al mono. Sólo Luis leyó algo diferente a los demás:
Me gustó el mono aullador al igual que todos los animalitos, porque son bonitos, pero creo que no es tan feliz encerrado en una jaula. Creo que cualquier persona o animal estaría triste por no estar en libertad.
Todos se quedaron pensativos, hasta que comenzaron a hablar:
- Tienes razón Luis –dijo la profesora Ana – nadie puede estar alegre por estar encerrado en una jaula.
- Yo me moriría de tristeza –dijo Juan.–
- ¿Entonces, por qué está tan alegre el mono? –preguntó Maribel.–
- Seguramente no está feliz, lo que pasa es que el mono no comprende el por qué está encerrado y se ha vuelto loco. Ha de extrañar mucho el lugar en donde estaba –contestó la profesora Ana.–
- Yo no entiendo, ¿por qué va de un lado a otro con tanta alegría? –preguntó Felipe.–
- Porque es una forma de locura, el pobre mono está desesperado por salirse de la jaula.
- ¿Cómo podríamos ayudarlo? –preguntó Luis.–
Por un momento, la profesora y los niños quedaron piense y piense en la solución.
- Lo que podríamos hacer es una campaña de respeto a los animales –propuso la profesora Ana.– Pero también para que dejen libre al mono aullador.
- ¡Siiiiiii! –todos gritaron.–
Así, los chavos y chavas comenzaron a hacer sus cartelones, leyendas de respeto en sus playeras, dibujaron al mono en gorras, hasta en bufandas.
Cuando todo estuvo listo, los alumnos y todos los profesores salieron a las calles a pedir la libertad del mono y el respeto por cualquier animal. Se escuchaban las consignas como:
- ¡Libertad para el mono!
- ¡El mono no está alegre, está triste!
- ¡Respeto a todos los animales!
- ¡Ningún ser vivo quiere vivir en la esclavitud!
- ¡No más jaulas, no más zoológicos!
La gente los veía intrigados, pero poco a poco comprendieron los mensajes y se fueron uniendo a la marcha. Se podía escuchar una sola voz, pidiendo la liberación del mono aullador.
La marcha llegó al zoológico y los gritos de la gente exigiendo la libertad del mono era tan fuerte que inundaba a la ciudad entera.
Las autoridades del zoológico no sabían qué hacer, lo que antes eran gritos de alegría ahora eran de protesta.
- ¡Liberen al mono, liberen al mono, liberen al mono! –gritaba la gente.–
- ¡Está bien, está bien! –dijeron las autoridades– liberaremos al mono aullador y lo llevaremos a otro zoológico.
- ¡Noooooo! –gritaron todos los de la marcha.–
- ¿No? –preguntaron asombrados las autoridades– ¿Entonces qué es lo que quieren?
- Queremos que liberen al mono –dijo la profesora Ana– y que lo lleven a su medio natural.
Las autoridades se quedaron pensando, no entendían por qué la gente pedía la libertad del mono, si era tan feliz al ver sus gracias.
Al fin se decidieron y dijeron a las personas su respuesta. Los muchachos, los profesores y la gente quedo con la boca abierta ante lo que dirían las autoridades del zoológico.
-Ummmm está bien, no los comprendemos, pero si eso quieren, que sea así; lo liberaremos tan pronto nos sea posible.
-¡Viva! –Todos gritaron de felicidad.–
La gente reía, cantaba y hasta bailaba por la enorme alegría ante la posibilidad de ver al mono libre y de regreso a su casa. No importaba que no lo volvieran a ver, al fin de cuentas podían entretenerse con un libro o jugando entre ellos.
Los alumnos, los profesores y la gente comprendieron que de nada valía la alegría a costillas del sufrimiento de otros. Además, de que unidos todos podían lograr muchas cosas por el bien de los seres vivos que habitaban el mundo.
Una mañana, la gente pudo leer en el periódico “El Chismoso” la siguiente nota:
EL CHISMOSO
México, D.F., junio del 2011
Mono Aullador feliz por siempre
Mono aullador es feliz en su casa de Chiapas. Está tranquilo meciéndose en los árboles con sus amigos monos y comiendo muchos frutos silvestres.