El canto de una caracola que buscaba a su amor perdido en los susurros del mar y del viento

 

 

No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que quiero.

Quiero tan sólo pensar en ella.

Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.

Fernando Pessoa

 

Un día una caracola salió del mar, había perdido su canto de sirenas y ahora andaba en busca de su música perdida. En la playa encontró a una tortuga a quien le preguntó:

 

- Amiga tortuga ¿no has visto una melodía vagando por los aires de la playa?

- Hace tiempo escuché un rumor que llegaba dulcemente a mis oídos, pero no lograba entenderlo. Creo que no puedo ayudarte amiga caracola.

 

La caracola se fue hacia los peñascos y ahí encontró a un erizo pegado a la piedra del mar.

 

- Amigo erizo ¿de casualidad no has visto una melodía vagando por los aires de la playa?

- No, aunque la he visto por las estrellas en noches de luna llena, brillando con su esplendor, pero no he podido alcanzarla.

 

La caracola se fue triste hasta donde estaba una estrella de mar.

 

- Amiga estrella ¿has visto una melodía vagar por los aires de la playa?

- Si, la he escuchado acompañando al canto de las cigarras, pero no he podido decirle ni una sola palabra.

 

La caracola regresó decepcionada al mar, pero antes de sumergirse halló su melodía en medio de ese mar. Las olas traían de vuelta su canto, el color del agua la envolvía y el sol hacía más fuerte la canción.

 

Dicen que cuando los marineros andan en el mar, muy lejos de la playa, se detienen para escuchar el canto de la caracola; una tonada hermosa que con el susurrar del viento como melodía, hacen que a lo lejos se escuche el nombre de una mujer hermosa en forma de poema.

 

Y ese canto navega por los mares, por siempre, encantando a la gente que la escucha.