Las 20:32. «You have reached Måns Wenngren at Meijer & Ditzinger. I can’t take your call right now. Please leave a message after the beep.»
Rebecka: Hola, soy yo. Sólo quería decirte que pienso en ti y que me gustas más que nada en el mundo. Llámame, si puedes.
Mira a Vera que está haciendo pis en el patio. Hace una tarde clara de primavera. Se oye el largo trino del zarapito real. Rebecka no es la única falta de amor.
—¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? —le pregunta a la perra.
Las 21:05. Mensaje de Rebecka Martinsson a Måns Wenngren:
«Hola, corazón. Aquí, leyendo un caso de asesinato. Preferiría acurrucarme a tu lado en la cama. No te enfades, por favor.»
Deja el teléfono sobre la taza del váter y abre el grifo de la ducha. Enjuaga a Vera, a la que antes había enjabonado.
—Tendrás que dejar de rebozarte en la porquería que encuentres —le advierte—. ¿Estamos de acuerdo?
Vera le lame las manos agradecida. Están de acuerdo.
Las 23:16. «You have reached Måns Wenngren at Meijer & Ditzinger. I can’t take your call right now. Please leave a message after the beep.»
Rebecka cuelga sin dejar ningún mensaje. Le da de comer a Vera.
—No me merezco que me castiguen —dice.
Vera se le acerca y se seca el hocico en sus pantalones.
Las 04:36. Rebecka Martinsson se despierta y estira el brazo para coger el móvil. No hay ningún mensaje de Måns, ninguna llamada perdida. Tiene las actas del caso esparcidas por la cama. Vera ronca a sus pies.
—Ya vale —se dice a sí misma chistando suavemente en la oscuridad—. Tienes que dormir.