No es fácil ser Göran Sillfors. Es un hablador y un bocazas. Le encanta charlar. De todo y, en especial, de sí mismo. Es de los que la gente dice que «habla tanto como una mujer» y que describen utilizando el concepto de «diarrea verbal». Es uno de esos a los que la gente a veces quiere pegarle un tiro sólo para que se calle.
Evidentemente, en algún lugar dentro de sí mismo él lo nota. Y en vez de callarse habla todavía más. Ha aprendido a hablar sin pausas para impedir que los demás acaben la conversación.
Ahora Göran Sillfors sí que tiene algo importante que contar. Una cosa que a la gente le va a interesar mucho, sobre todo a los habitantes de Piilijärvi. La policía sospecha que Wilma y Simon fueron asesinados. La policía ha hablado con Hjörleifur, que a lo mejor sabe más de lo que dice. Göran Sillfors tiene un notición y decide llamar al antiguo compañero de trabajo de su primo, que vive en Piilijärvi.
No tiene la menor idea de lo que está haciendo, de las consecuencias que va a tener esa conversación telefónica.
En cuanto termina la llamada, el antiguo compañero de trabajo de su primo se pone la chaqueta y sale a dar una vuelta por el pueblo.
La noticia corre como el agua bajo la nieve primaveral.