Johannes Svarvare también la invitó a café. Anna-Maria lo aceptó a pesar de sentir una leve náusea por todo el que ya había tomado. El hombre fue a buscar unas tazas bonitas en la vitrina del salón. Cuando las puso sobre la mesa de la cocina tintinearon contra el platillo. Eran finas, de color hueso, con pálidas rosas y tenían un asa por la que no pasaba el dedo.
—Tendrás que disculparme —le dijo a Anna-Maria haciendo un gesto hacia sí mismo—. No esperaba recibir la visita de las fuerzas de la ley un sábado por la mañana.
Estaba despeinado y daba la impresión de que había dormido con la ropa que llevaba puesta. Los pantalones marrones de lana colgaban en su cuerpo. La camisa tenía manchas en el pecho y estaba muy arrugada.
—Qué agradable la estufa de leña en la cocina —dijo Anna-Maria para que el hombre no se sintiera tan incómodo.
Las cortinas de las ventanas todavía tenían motivos navideños. En el suelo había alfombras de trapo superpuestas para mantener el calor. Sobre ellas había una considerable cantidad de migas.
«Le estará fallando la vista —se dijo Anna-Maria—. No se da cuenta de que haría falta pasar un poco la aspiradora.»
«Qué pueblo —pensó—. Es como ha dicho Anni, dentro de unos años no quedará nadie. En el mejor de los casos, estas viviendas se convertirán en la casa de verano de los hijos. En invierno estará desierto.»
—Para Anni ha sido una gran pérdida —dijo Johannes Svarvare moviendo las mandíbulas hacia los lados—. Un trágico accidente.
Parecía que tenía la dentadura mal colocada. En la encimera había un vaso con agua en el que, seguramente, solía estar la prótesis. Anna-Maria pensó que el anciano sólo debía de ponérsela cuando tenía visitas o cuando iba a comer.
—Quiero descubrir cómo tuvo lugar el accidente —dijo Anna-Maria sin rodeos—. Hay ciertas irregularidades. ¿Le explicó Wilma dónde querían bucear?
—¿No la encontrasteis en el río por debajo de Tervaskoski?
—Sí, pero… igualmente.
—Igualmente —repitió—. ¿A qué se refiere con irregularidades?
Anna-Maria dudó. Prefería no contar nada, pero a veces hay que dar para recibir.
—Algunas cosas apuntan a que no se ahogó en el río —contestó.
Johannes Svarvare dejó la taza en el platillo con un golpecito.
—¿Qué quiere decir?
—¡No quiero decir nada! La verdad, simplemente tengo motivos para investigar el accidente un poco más a fondo. Y también queremos encontrar a Simon Kyrö, claro.
—Ella vino a verme —dijo Johannes—. Vino a verme…
Mientras hablaba acarició la mesa con las dos manos con gestos amplios.
—Estuvimos hablando. Como hacemos a veces. Uno necesita hablar, ya sólo quedamos viejos en el pueblo. Y a veces uno habla más de la cuenta.
—¿Qué quiere decir? —preguntó Anna-Maria.
—¿Qué quiero decir? ¿Qué quiero decir? —dijo Johannes ensimismado—. ¿Sabes que una semana antes de que desaparecieran Isak Krekula tuvo un infarto? —continuó—. Ahora está en su casa, pero no lo he visto ni salir para ir al buzón a recoger el periódico.
—Lo lamento —dijo Anna-Maria—. Pero no entiendo qué me quiere decir con eso.
Johannes Svarvare hurgó con una uña sucia en una muesca de la mesa. Miró el reloj de pared, estaba parado en las siete. En realidad eran las doce y cinco.
—Bueno —dijo con voz decidida—. Tengo que echarme un rato. Me he hecho mayor, ya sabes.
Se levantó, se sacó la dentadura postiza y la soltó en el vaso con agua que había en la encimera. Después se tumbó en el sofá de la cocina con los brazos en cruz sobre el pecho y cerró los ojos.
—Humm, vaya —dijo Anna-Maria sintiéndose tonta—. ¿No podría intentar explicarme a qué se refería?
No obtuvo respuesta del sofá. La conversación se había terminado. La caja torácica del anciano se elevaba a trompicones rápidos.
—Mierda —dijo Anna-Maria en cuanto se sentó en el coche.
«Tendría que haberle dejado hablar —pensó—. Había estado a punto de contarle algo. Sven-Erik se habría quedado esperando en silencio a que saliera por sí solo. Puto Sven-Erik. Y ¿qué era eso de que Isak Krekula había sufrido un infarto antes de que desaparecieran? ¿Qué importancia tenía?»
—Pues habrá que ir a ver a Isak Krekula —se dijo en voz alta y giró la llave en el contacto.