Munro estaba sentado en el «747», pulsando teclas en la computadora. Miró cómo las líneas se entrecruzaban sobre los mapas, señalando líneas de datos, líneas de tiempo y coordenadas de enlace.
La computadora trazaba posibles líneas de expedición con rapidez, marcando una nueva cada diez segundos. Luego, señalaba el costo, las dificultades logísticas, problemas de abastecimiento, tiempo total desde Houston y desde el Punto Presente, Nairobi, donde aún se hallaban.
Buscaba una solución.
No era como antes, pensó Munro. Hasta hacía apenas cinco años las expediciones dependían de corazonadas y de suerte. Pero ahora todas las expediciones empleaban planificación computable de tiempo real. Munro se había visto obligado a aprender muchas cosas nuevas. Ya nadie actuaba por instinto. El negocio había cambiado.
Munro había decidido unirse a la expedición STRT precisamente a causa de esos cambios. No se había unido, por cierto, debido a Karen Ross, que era obcecada y carecía de experiencia, sino porque STRT tenía la base informática más adelantada y los programas de planificación más sofisticados. A la larga, esperaba que esos programas fueran decisivos. Además, prefería los grupos pequeños. Cuando los del consorcio llegaran al terreno, su grupo de treinta personas resultaría difícil de manejar.
No obstante, para guiarlos debía hallar una línea de tiempo más rápida. Munro siguió apretando teclas, leyendo la información resultante. Marcó trayectorias, intersecciones, empalmes. Luego, con su gran experiencia, empezó a eliminar alternativas. Descartó senderos, aeropuertos abandonados, rutas de camiones, evitó los ríos.
La computadora marcaba tiempos más reducidos, pero seguían siendo demasiado largos. La mejor proyección derrotaba al consorcio por treinta y siete minutos, lo que no era bastante confiable. Frunció el entrecejo, y encendió un cigarro. Tal vez si cruzaban el río Liko, en Mugana…
Apretó las teclas.
No servía. Cruzar el Liko era más lento. Intentó atravesar el valle Goroba, aunque tal vez fuese un riesgo demasiado grande.
RUTA PROPUESTA EXCESIVAMENTE ARRIESGADA
—Las grandes mentes son de la misma opinión —dijo Munro, fumando su cigarro. Pero eso lo hizo pensar: ¿no habría otros accesos menos ortodoxos en los que no habían reparado? Y entonces tuvo una idea.
A los otros no les gustaría, pero podía resultar…
Munro consultó la lista de equipo logístico. Sí, tenían el equipo necesario. Consultó la ruta, sonriendo al ver que cruzaban directamente África, pasando a unos pocos kilómetros de su destino. Pidió los resultados.
RUTA PROPUESTA INACEPTABLE
Pulsó la tecla de anulación. Era tal como lo pensaba: ¡podrían vencer al consorcio por cuarenta horas! ¡Casi dos días enteros!
La computadora repitió el resultado anterior:
RUTA PROPUESTA INACEPTABLE / FACTORES DE ALTITUD / RIESGOS EXCESIVOS PARA PERSONAL / PROBABILIDAD DE ÉXITO LIMITADA
Munro no podía creer que fuese verdad, pero lo sería si los acompañaba el buen tiempo. La altitud no sería un problema, y aunque el terreno era escarpado, podrían vencerlo.
En realidad, cuanto más pensaba en ello, más factible le parecía.