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Desarraiga tus preguntas de su suelo, y podrás ver sus colgantes raíces. ¡Más preguntas!

Mentat Zensufi

Dama estaba en su elemento.

¡La Reina Araña!

Le gustaba el título que le daban las brujas. Aquél era el corazón de su tela, su nuevo centro de control en Conexión. El exterior del edificio aún no encajaba con ella.

Demasiado de la complacencia de la Cofradía en su diseño. Conservador.

Pero el interior había empezado a adquirir una familiaridad que la relajaba. Casi podía imaginar que nunca había abandonado Dur, que no había habido ni Futars ni el desgarrador regreso al Antiguo Imperio.

Permanecía de pie en la puerta abierta de la Sala de Asambleas, mirando al Jardín Botánico. Logno aguardaba cuatro pasos tras ella. No demasiado cerca de mí, Logno, o tendré que matarte.

Aún había rocío en el césped más allá del enlosado donde, cuando el sol se hubiera alzado lo suficiente, los sirvientes distribuirían confortables sillas y mesas. Había ordenado a Clima un día soleado, y sería mejor que lo produjeran. El informe de Logno era interesante. Así que la vieja bruja había regresado a Buzzell. Y estaba furiosa también. Excelente. Sabía a todas luces que estaba siendo vigilada, y había visitado a su bruja suprema para ser retirada de Buzzell, para obtener refugio. Y éste le había sido negado.

No les importa que destruyamos sus miembros con tal de que su cuerpo central permanezca oculto.

Hablando por encima del hombro a Logno, Dama dijo:

—Tráeme a esa vieja bruja. Y a todas sus ayudantes.

Mientras Logno se volvía para obedecer, Dama añadió:

—Y empieza a hacer pasar hambre a algunos Futars. Los quiero hambrientos.

—Sí, Dama.

Alguien ocupó la posición abandonada por Logno. Dama no se volvió para identificar a la reemplazante. Siempre había las suficientes auxiliares para llevar las órdenes necesarias. Una era completamente igual a otra excepto en lo referente a la amenaza. Logno era una constante amenaza. Me mantiene alerta.

Dama inhaló profundamente el fresco aire. Iba a ser un buen día precisamente porque eso era lo que ella deseaba. Reunió sus memorias secretas y dejó que la apaciguaran.

¡Bendito sea Guldur! Hemos hallado el lugar para reconstruir nuestra fuerza.

La consolidación del Antiguo Imperio estaba produciéndose tal como había sido planeada. No podían quedar muchos nidos de brujas ahí afuera y, una vez localizada aquella maldita Casa Capitular, sus miembros podrían ser destruidos a placer.

Ahora Ix. Esto era un problema. Quizá no hubiera debido matar a esos dos científicos ixianos ayer.

Pero los estúpidos se habían atrevido a exigir de ella «más información». ¡A exigir! Y tras decir que aún no habían hallado ninguna solución para rearmar El Arma. Por supuesto, ellos no sabían que era un arma. ¿O sí? No podía estar segura. De modo que había sido una buena idea matar a esos dos después de todo. Enseñarles una lección.

Traednos respuestas, no preguntas.

Le gustaba el orden que ella y sus Hermanas estaban creando en el Antiguo Imperio. Hasta entonces había sido demasiado vagar, demasiadas culturas diferentes, demasiadas religiones inestables.

La adoración a Guldur les servirá como nos sirve a nosotras.

No sentía ninguna afinidad mística hacia su religión. Era un instrumento útil de poder. Las raíces eran bien conocidas: Leto II, aquél al que las brujas llamaban «El Tirano», y su padre, Muad’Dib. Ambos consumados rompedores del poder. Había montones de células cismáticas, pero podían ser extirpadas. La esencia era mantenida. Era una máquina bien lubricada.

El laissez-faire oligárquico no es para nosotras.

Todo reducido a una esencia manejable. Política. ¿Quién detenta el poder? Conspiraciones por todas partes, naturalmente. Incluso allí, en el núcleo. Todo llevado con un falso aire de comportamiento abierto y de acatamiento a «lo bueno de nuestro orden». Nada más insidioso en el universo, y nada más aparente para una Gran Honorada Matre atenta.

La tiranía de la minoría envuelta en la máscara de la mayoría.

Eso era lo que la bruja Lucilla había reconocido. No había ninguna forma de dejarla con vida tras descubrir que sabía cómo manipular las masas. Los nidos de brujas tenían que ser hallados y quemados. La capacidad de percepción de Lucilla no era evidentemente un ejemplo aislado. Sus acciones traicionaban las enseñanzas de una escuela. ¡Eso era lo que enseñaban! ¡Estúpidas! Tenias que administrar la realidad o las cosas escapaban realmente fuera de control.

Logno regresó. Dama podía reconocer siempre el sonido de sus pasos. Furtivos.

—La vieja bruja será traída de Buzzell —dijo Logno—. Y sus ayudantas.

—No olvides los Futars.

—He dado las órdenes, Dama.

¡Una voz untuosa! Te gustaría darme de alimento a la horda, ¿no es así, Logno?

—Y refuerza la seguridad en las jaulas, Logno. Otros tres de ellos escaparon la pasada noche. Estaban vagando por el jardín cuando desperté.

—Me lo comunicaron, Dama. Han sido asignados más guardias a las jaulas.

—Y no me digas que son inofensivos sin un Adiestrador.

—No creo en ello, Dama.

Y por una vez dice la verdad. Los Futars la aterran. Bien.

—Creo que tenemos nuestro poder de base, Logno. —Dama se volvió, observando que Logno había traspasado al menos en dos milímetros la zona de peligro. Logno se dio cuenta también de ello y retrocedió. Tan cerca como quieras de frente y donde pueda verte, Logno, pero no a mis espaldas.

Logno vio el destello naranja en los ojos de Dama y casi se arrodilló. Realmente le tiemblan las rodillas.

—¡Todo mi interés es serviros, Dama!

Tu interés es reemplazarme, Logno.

—¿Qué hay de esa mujer de Gammu? Un extraño nombre. ¿Cuál es?

—Rebecca, Dama. Ella y algunos de sus compañeros nos han… ahhh, eludido temporalmente. Los encontraremos. No pueden abandonar el planeta.

—Crees que hubiéramos debido retenerla aquí, ¿no?

—¡Fue sagaz pensar en ella como en un cebo, Dama!

—Sigue siendo un cebo. Esa bruja que encontramos en Gammu no fue a ellos por accidente.

—Sí, Dama.

¡Sí, Dama! Pero el tono servil en la voz de Logno era regocijante.

—¡Bien, sigue con ello!

Logno desapareció discretamente.

Siempre había aquellas pequeñas células de violencia potencial agrupándose secretamente en algún lugar. Edificando sus mutuas acusaciones de odio, zumbando de un lado para otro para desorganizar las ordenadas vidas de su alrededor. Alguien tenía que actuar siempre para arreglar las cosas luego. Dama suspiró. Las tácticas del terror eran tan… tan temporales.

Éxito, ese era el peligro. Les había costado un imperio. Si agitabas tu éxito en torno tuyo como una bandera alguien deseaba siempre echársete encima. ¡Celos!

Conservaremos más celosamente nuestro éxito esta vez.

Cayó en una semiensoñación, alerta aún a los sonidos a sus espaldas, pero saboreando las evidencias de nuevas victorias que le habían sido mostradas aquella mañana. Le gustaba paladear silenciosamente sobre su lengua los nombres de los planetas cautivos.

Wallach, Kronin, Reenol, Ecaz, Bela Tegeuse, Gammu, Gamont, Niushe…