sa noche de marzo, tras el último beso entre Ángel y Paula.
La pareja entra de nuevo en el salón.
La música suena altísima. Hay muchos chicos bailando, pero dos llaman especialmente la atención. Paula observa cómo Cristina pone las manos en los hombros de Álex y se mueve al ritmo de la canción. Él hace lo que puede y trata de seguirla. Lo suyo está claro que no es bailar, pero lo intenta y hasta resulta simpático. Una sonrisilla se le escapa a Paula bajo la mano con la que se tapa la boca. Ángel se da cuenta. No le gusta nada esa complicidad que hay entre su chica y aquel tipo.
Pero él no se va a quedar quieto mirando. Agarra a su novia de la cintura y la guía al centro de la habitación. Paula, sorprendida, se deja llevar. No conocía esa faceta de Ángel. Baila bastante bien. Se mueve con mucha soltura y pone los pies donde tiene que ponerlos.
Álex, sin embargo, no tiene la misma habilidad y pisa a la pobre Cris. La chica se queja un instante, pero enseguida vuelve a sonreír. El escritor le pide disculpas, avergonzado. Se ha despistado cuando ha visto a Paula y a Ángel juntos. Él la tomaba por la cintura y ella se sujetaba a su cuello con ambas manos, luego se besaban. Empieza a pensar que asistir al cumpleaños no ha sido una buena idea. No puede soportar verlos tan acaramelados. Se siente débil y como si todo lo que ha hablado con Paula no hubiese servido para nada. Ella nunca será para él, a pesar de lo que le ha confesado hace un momento.
La fiesta continúa.
Otro tema comienza a sonar, pero la mayor parte de chicos, sorprendentemente y al mismo tiempo, abandona el salón. Al lado se oye un murmullo que va aumentando. Algo pasa en la entrada de la casa. Paula siente curiosidad. Coge a su novio de la mano y juntos salen de la habitación. Álex va detrás y Cristina le acompaña.
Parece que alguien ha llegado y está causando mucha expectación. Todos le rodean.
—¿Qué pasa? ¿Quién ha venido? —le pregunta Paula a Ángel.
—No lo sé. Espera.
El chico se pone de puntillas y por fin logra ver quién ha levantado tanto revuelo.
No puede ser. ¿Qué está haciendo ella allí? Katia consigue por fin librarse de buena parte de los chicos que la abordaban y camina hasta Ángel, al que acaba de divisar entre la multitud. Paula la ve llegar y suelta un grito:
—¡Dios, es Katia! ¡Y está en mi fiesta de cumpleaños!
La cantante del pelo rosa saluda primero a Ángel con dos besos y luego se dirige a la chica que está a su lado.
—Hola, tú eres Paula, ¿verdad?
—Hola…, hola. Sí, sí. Soy yo —responde muy nerviosa.
Ángel no dice nada. No entiende ni para qué ha ido ni cómo le ha encontrado, pero sonríe y trata de disimular su enfado. Si ya tiene el CD dedicado que pensaba darle a Paula a las doce de la noche, que es cuando es realmente su cumpleaños, ¿por qué Katia está allí?
—Me han dicho que eres una gran fan mía.
—¡Sí! Me encanta tu disco. En serio, es genial.
—Gracias. Ángel me ha hablado mucho de ti y me pidió que viniera a dedicarte un tema como regalo de cumpleaños.
—¿De verdad? ¿Has hecho eso por mí?
Ángel le sigue la corriente a la cantante y se encoge de hombros. La chica, emocionada, besa a su novio. Katia siente un pinchazo en su pecho, pero aguanta con entereza el momento de pasión de la pareja.
Los tres entran en el salón, con una fila de chicas y chicos detrás.
—Bueno. Esta versión especial de Ilusionas mi corazón es para ti.
Katia aclara la voz y muy suave comienza a cantar a capella el tema que la ha hecho famosa, cambiando el nombre de los protagonistas.
Ángel ve en ella el camino,
la luz que invita a soñar,
un truco que hizo el destino,
como se unen la copa y el vino.
El juego que quiso el azar.
Ángel la acoge en su nido,
siente en su boca el manjar,
caricias de un fruto prohibido,
le cuenta en susurro al oído
lo que ella desea escuchar.
Ilusionas mi corazón.
Nunca pensé que pudiera amar
como te amo a ti, mi amor,
como te quiero a ti, jamás.
Y en esta historia de dos
que no tiene escrito el final
tú eres mi cielo, mi sol,
tú eres mi luna, mi mar.
Paula ve en él un amigo,
un amante que le hace volar,
un confidente que es el testigo
de besos, de roces furtivos
abriéndose paso en la oscuridad.
Paula se enreda en su abrigo,
se acerca cada vez más.
unidos en cada latido
le cuenta en susurro al oído
lo que él desea escuchar.
Ilusionas mi corazón.
Nunca pensé que pudiera amar
como te amo a ti, mi amor,
como te quiero a ti, jamás.
Y en esta historia de dos
que no tiene escrito el final
tú eres mi cielo, mi sol,
tú eres mi luna, mi mar.
La canción termina y un gran silencio invade la sala. Paula tiene los ojos llorosos. Está muy emocionada. Mira a Katia y a Ángel una y otra vez. ¡Es increíble que la cantante más popular del momento esté allí y le haya cantado a ella expresamente!
—¿Te puedo dar un abrazo? —pregunta a Katia con las lágrimas saltadas.
—Claro.
Las dos chicas se abrazan ante la mirada de todos, que aún no pueden creerse lo que están viendo.