Capítulo 53

sa misma noche de marzo, un poco más tarde, en algún lugar de la ciudad.

Relee por penúltima vez lo que ha escrito. Modifica un par de palabras hace el final de su artículo. Ultima lectura. Bien. Satisfecho.

Ángel cierra el portátil. Se echa hacia atrás hasta que su espalda choca contra el respaldo de la silla. Estira los brazos. Por hoy ya es suficiente. Está contento con los resultados, y eso que no esperaba grandes logros. Le ha costado concentrarse: han sucedido demasiadas cosas en tan poco tiempo…

El joven periodista se levanta. No lleva camiseta, solo un pantalón pirata muy cómodo que usa de pijama. Parece mentira que estén en marzo. ¿Por qué hará tanto calor? El cambio climático y la capa de ozono deben ser los culpables.

Rescata el móvil, de un cajón de una mesita de su habitación. Lo ha dejado sin sonido ahí guardado para olvidarse de las llamadas de Katia. Tiene doce más perdidas del mismo número. ¡Uff! Está chica no se da por vencida. También hay tres mensajes recibidos. Ángel abre uno por uno y los lee. Se asombra por el contenido de estos, ya que todos vienen a decir lo mismo.

El primero es de uno de sus primos, el segundo de un amigo que hace mucho que no ve y el tercero de una compañera de redacción.

Los tres cuentan que lo han visto en la tele, en las noticias, en un torneo de golf benéfico rodeado de famosos. Sonríe. Es curioso: aunque es periodista todavía se sorprende por salir en televisión. Entonces cae en la cuenta de que no estaba solo. Quizá Paula haya aparecido junto a él en las noticias.

Busca rápidamente en número de su novia. Ahí está. Es tarde, pero tiene que llamarla. Ansiosos, pulsa la tecla de llamada. ¡No puede ser, tiene el móvil desconectado! Vaya… De nuevo la misma historia del fin de semana. Lo intenta una segunda vez, pero obtiene la misma respuesta. Se desespera. Hasta se enfada un poco.

En seguida se le pasa. No puede enfadarse con ella, y mucho menos después del día que han pasado juntos.

Paula es increíble, le encanta. ¿Cómo le gusta tanto? Es sencillo: Paula es perfecta. Guapa, inteligente, extrovertida, atrevida, cariñosa… Es ella. Simplemente eso.

Y el sábado darán un paso más en la relación. Además, que responsabilidad. Su primera vez. Paula dejara de ser virgen con él. Es un privilegio ser el primero. Se estremece pensándolo. ¡Menudo regalo! Pero ¿no se supone que el regalo tendría que dárselo él a ella? Sin embargo, no ha pensado en nada. Bueno, si se le han ocurrido varias cosas, pero ninguna aceptable. Es su primer cumpleaños juntos y quiere sorprenderla. ¿Qué le puede regalar que la deje con la boca abierta? Complicado. Es un reto difícil.

Ángel coge un folio en blanco y un bolígrafo. Hará como cuando hacía las redacciones en la universidad, escribir todo lo que se le pase por la cabeza, tenga sentido o no. Un brainstorming o tormenta de ideas, que dicen los publicistas. Quizá así encuentre el regalo perfecto.

Comienza con el título de «cosas que le gustan a Paula y podría regalarle». Luego, atravesando el papel de arriba a abajo, traza una línea dividiendo en dos columnas. En la de izquierda anotará todas las cosas que se le vengan a la cabeza y en la derecha pondrá rayas horizontales a las ideas que le gusten y cruces a las que no.

Muerde el bolígrafo. Mira hacia el techo. Se concentra y empieza a anotar palabras, una debajo de otra:

 Peluches

 Bombones

 Flores

 Caja de música

 CD

 Película

 Vídeo

 Foto

 Teléfono

 Ropa interior

 Libro

 Viaje

Ángel se detiene y lee las que ha escrito. Piensa unos minutos. No se le ocurre nada de lo que se le ocurre a partir de esas palabras. Necesita más ideas con esos conceptos, menos típicos. Se pone de pie. Camina de un lado para otro y, en voz baja, repite una y otra vez «Cosas que le pueden gustar a Paula, cosas que le pueden gustar a Paula…».

Algo llama entonces su atención. El móvil, sin sonido, vuelve a parpadear. Ángel se acerca hasta él, quizá sea Paula, pero no: es Katia. Una vez más.

Resopla. Mira la pantallita con el nombre de la cantante iluminándose y apagándose. La luz intermitente. ¿Por qué insistirá tanto? Es tarde. ¿Y realmente si le pasa algo? Por primera vez en toda la noche duda. Tal vez debería de responder. ¿Y si no?

La llamada finaliza.

Se siente extraño. Durante unos segundos ha dejado de pensar en Paula. Katia. Cosas que le pueden gustar a Paula. Oye la voz de la cantante. Cosas que le pueden gustar a Paula. Los besos de la chica del pelo rosa. Cosas que le puedan gustar a Paula.

Suspira. ¡Uff, no! Eso no…

Katia. Paula. Katia. Paula. Katia. Paula.

El folio separado en dos columnas. El bolígrafo en la mano.

Katia.

La luz del móvil vuelve a parpadear.

No.

«No, Ángel, no».

Vuelve a suspirar. Sus ojos azules no se despegan de la pequeña pantalla del teléfono. Se mesa los cabellos. ¡Uff! No, no. Pero finalmente…

—Hola, Katia. ¿Cómo estás?