Capítulo 9

se mismo día de marzo.

El amor no correspondido es el mejor amigo de la soledad.

Mario quiere estar solo. Lleva encerrado en su habitación desde que llegó del instituto. No ha comido fingiendo que le dolía el estómago, aunque lo que realmente le duele es el alma.

Está tumbado sobre la cama. No sabe ya en qué postura ponerse porque en todas está incómodo. También intenta dormir. Imposible. ¿Cuánto le durará esto? ¿Es proporcional el tiempo que llevas enamorado de alguien al tiempo que dura el dolor del desamor? Si es así, lo suyo va para largo.

¡Qué cruel es el destino a veces…! Justo el día en el que pensaba contarle a Paula lo que sentía por ella, se entera de que tiene novio.

Primero, esas rosas rojas. Luego, el beso a aquel desconocido, un tipo alto, guapo, maduro. Perfecto para Paula.

Pero es lógico que una chica como ella tenga pareja. Lo extraño sería que no fuera así o qué estuviera con alguien como él. Sí, ahora más que nunca se siente inferior, muy inferior. No tiene a nadie a su lado. Quizá porque, a la única persona que quiere a su lado, jamás la conseguirá.

Ese sentimiento le hace derramar nuevas lágrimas. Hace ya un rato que no llora, pero, de nuevo, no puede evitarlo. Y en un momento los ojos se le encharcan.

—Eres gilipollas —dice en voz alta mientras se levanta en busca de un pañuelo de papel.

El paquete de clínex está junto al ordenador. ¿Música? Sí. Quiere oír algo que le ayude. Antes lo ha intentado con Maná, pero ha sido peor el remedio que la enfermedad. Todas sus canciones le recuerdan a ella: cada letra, cada acorde. Finalmente, se da por vencido y deja de escuchar a su banda preferida. Esperaba que esto fuera un mal transitorio. Compartir grupo favorito con la chica que te acaba de romper el corazón implica que, además de perderla a ella, pierdes las canciones que te la recuerdan.

Busca en el archivo de música. Canciones en inglés. Christina Aguilera. Beautiful. Play.

Every day is so wonderful

and suddenly, it’s hard to breathe.

Now and then, I get insecure…

«Cada día es tan maravilloso. Y de repente, es duro respirar. Ahora y entonces, me siento inseguro…».

El chico vuelve a la cama. Se acuesta de lado con las manos juntas pegadas a la cabeza. Un nuevo pinchazo le atraviesa, el pinchazo de la angustia.

Suena la puerta y Mario rápidamente se seca las lágrimas que le quedan en la manga de la camiseta. Con desgana se sienta en la cama.

—Pasa.

Su hermana, vestida de viernes por la tarde, entra en la habitación. Lleva una minifalda cortísima, unas botas que le llegan casi a las rodillas y demasiado escote.

—Me voy a dar una vuelta… —Miriam se da cuenta de que su hermano tiene los ojos enrojecidos. Además, esa canción…—. ¿Estás bien? Tienes los ojos rojos, ¿has llorado?

—No, será que me acabo de despertar.

—Será eso —dice la chica no muy convencida—. Si te pasa algo, puedes contármelo, ¿eh?

—No me pasa nada, no te preocupes.

Se observan en silencio hasta que ella vuelve a hablar.

—Bueno, no insisto. Me voy con mis amigas… —Miriam se queda por un momento pensativa. Quiere decir algo para animarlo—. ¿Sabes que una de ellas dice que estás muy bueno?

¿Una de sus amigas? ¿Paula?

—¿Quién dice eso? —pregunta tratando de mostrar calma, pero ansioso de saber la respuesta.

—Diana. Dice que no estás nada mal.

Decepción.

—A Diana, hasta Bugs Bunny le parece que está bueno.

Miriam ríe ante el comentario de su hermano aunque, en realidad, lleva razón.

—Bueno, pequeño, me voy. Por cierto, ¿cómo llevas Matemáticas? Creo que eres de los pocos de la clase que se entera de algo…

—Porque el resto pasáis de todo.

La chica vuelve a reír.

—Puede ser. Ya me echarás una mano… Bueno, ahora sí que me voy con éstas. ¡Y escucha algo más alegre, hombre, que es viernes por la tarde! Seguro que cuando me vaya te dedicas a resolver derivadas. Las Matemáticas parecen tu novia…

Miriam se despide con un besito imaginario y cierra la puerta.

¡Qué hermana tan divertida! ¿Derivadas? ¿Matemáticas? ¿A quién le importa todo eso cuando acaba de sufrir el mayor palo de su vida?

—Las Matemáticas son una mierda. Todo es una mierda.

Pero pronto Mario se iba a arrepentir de haber insultado a sus «queridas» matemáticas.