Capítulo 74

AL final, como sospechaba, su madre no ha podido acompañarla al dentista. Pero al menos Elísabet no va sola. Alicia camina a su lado.

—Tienes los dientes perfectos, no sé qué demonios van a hacerte en la boca.

—Pues un empaste, creo. Algo para sacarle dinero a mis padres.

—Qué ladrones.

—El caso es que, por culpa del dentista, no he podido ir con Raúl a comprar el regalo de Meri.

—Ya estamos otra vez con Raúl. ¡Qué pesadilla!

Pues sí, no saber qué va a contestarle es como una pesadilla. Y le molesta que todavía no se haya decidido.

—No seas así. Me ha prometido que se pensará de verdad si quiere o no quiere salir conmigo.

—Ese tío está jugando contigo desde hace tres días.

—Que no, Alicia. Que no.

—Mira que te lo he dicho veces durante todo este tiempo: tú querido amor te está haciendo sufrir. Cuando un tío pasa de ti, se busca a otro. Y punto.

—Raúl no pasa de mí. Simplemente está indeciso.

—¿Indeciso? ¡Venga ya!

Sólo tiene que tener un poco de paciencia para que se dé cuenta de que ella es la chica de su vida. Y, cuando eso pase, nadie podrá separarlos jamás.

—Esta noche vamos a reunimos todos y volveré a verlo.

—¿Todos? ¿Va también Valeria?

—Sí, claro. La fiesta la organizamos precisamente en su cafetería.

—Yo no me fiaría mucho de ésa. Va de san tita y luego… ¿No irá Raúl con ella a por el regalo de María?

—Pues sí. Van juntos.

—Uy. Entre esos dos…

—¿Entre Valeria y Raúl? ¡Qué va! Sólo son amigos. Entre ellos no podría haber nunca nada.

—¿Estás segura?

—Claro. Los conozco muy bien.

Aunque, desde hace un par de días, nota algo raro entre ambos. Los ha cazado mirándose y hablando de una manera en la que antes no lo hacían. Demasiada complicidad entre ellos. Pero no le ha dado importancia.

Esta mañana también ha dado la casualidad de que los dos han faltado a primera hora. Y eso que era Historia, la asignatura de Valeria. Los dos han dicho que se habían quedado dormidos. Naturalmente, les ha creído. ¿Por qué iban a mentir?

—Nunca me gustó esa tía. Ya lo sabes.

—Es una gran amiga, Alicia. Ayer le dije que no viniera al cine para poder estar a solas con él y me hizo caso.

—Como debe ser, para eso se supone que están las amigas. Cualquiera habría hecho lo mismo.

—No sé si cualquiera… Pero ella me ayudó cuando se lo pedí.

Eso de que podría haber algo entre Raúl y Valeria es ciencia ficción. Una paranoia. Su amiga es muy mona, pero puede que físicamente no esté al nivel del chico. A él le pega más tener a su lado a alguien como ella.

—Te repito que lo de esos dos huele a gato encerrado.

—Me lo habrían dicho. O me habría dado cuenta. Es imposible que estén saliendo y que nadie lo haya notado. Imposible.

—Si yo fuera tú estaría atenta a partir de ahora a cómo se comportan cuando están juntos.

—No voy a espiarles.

—No es espiarles. Es comprobar que me estoy equivocando y que tú estás en lo cierto.

Eli se encoge de hombros. Tendrá que poner un poco más de atención.

—Bueno, dejemos ya ese tema y centrémonos sólo en Raúl.

—¿Otra vez?

—¡Sí!

—Olvídate ya de ese tío.

—¡No puedo! ¡Le quiero!

—Deberías desconectar de una vez por todas de ese grupito que tienes y venirte conmigo una temporada. Irnos las dos por ahí unos días.

Elísabet sonríe. Alicia es así. La conoce bien. Es como ese diablillo que le cuenta el lado negativo de su subconsciente.

—Algún día nos iremos tú y yo solas de vacaciones un par de semanitas.

—Sólo si me prometes que no hablarás de Raúl y que no llamarás a la tonta de Valeria.

—¡No puedo prometerte eso!

—Ya te lo haré prometer…

Y, con una sonrisa desafiante, la rubia, que hoy ha vuelto a ponerse dos coletas muy llamativas, se despide de Eli.

Acaba de llegar a la consulta del dentista. Y, aunque el pinchazo de la anestesia para el empaste le hará un poco de daño, el dolor más grande que sentirá la chica llegará dentro de poco, en otro lugar de la ciudad.