Shuya sintió que se le formaba una extraña expresión en el rostro. Como si sonriera y al mismo tiempo estuviera estupefacto. Noriko probablemente se sentía igual.
—¿Qué significa esto? —dijo Shuya—. No es un buen momento para chistes.
—Lo digo en serio —dijo Shogo, y amartilló el arma.
La media sonrisa de Shuya se desvaneció. Sintió que Noriko se ponía rígida bajo su brazo derecho.
—Podéis disfrutar de la panorámica un poco más. Ya os he dicho que será la última vez que lo veáis. —Su rostro de barba incipiente dejó escapar una ligera sonrisa. Era una sonrisa siniestra que nunca le habían visto.
Un cuervo graznó. ¿Acaso estaba volando en el cielo del atardecer?
Shuya al final se atrevió a hablar. Sus sentimientos no se encontraban sincronizados con la situación; lo único que pudo hacer fue tartamudear patéticamente.
—Pero ¿qué…? ¿Qué… de qué… estás hablando?
—Eres un poco cortito, ¿no? —contestó Shogo con un gesto de hastío—. Voy a mataros a los dos. Yo soy el ganador. Por segunda vez.
Los labios de Shuya temblaban. «No. Esto no puede ser».
—Vamos… déjalo ya… —titubeó—. Entonces… entonces… ¿has estado fingiendo hasta ahora? Pero tú… tú… tú nos protegiste. Nos ayudaste un montón… de veces…
Shogo replicó con toda la tranquilidad:
—Vosotros sois los que me habéis ayudado a mí. Probablemente no podría haber matado a Kazuo sin vuestra ayuda.
—Entonces… ¿toda aquella historia sobre Keiko también era mentira? —Las palabras de Shuya temblaban. Cuanto más intentaba mantener la firmeza en su voz, más gritos daba.
—Ajajá —contestó Shogo con gesto cortante—. Es verdad que participé en el Programa de la prefectura de Hyogo el año pasado, y es verdad que había una chica llamada Keiko Onuki. Pero no había nada entre nosotros. La chica de la foto es mi novia, pero se llama Kyoka Shimazaki, y no tiene nada que ver con la otra. Aún vive en Kobe. Está loca. Bueno, es igual, insistió en que me quedara con esta foto. Tengo que decir que folla muy bien, de todos modos.
Shuya inspiró profundamente. Una ligera brisa del inminente verano sopló contra su rostro, pero por alguna razón le pareció un viento helado. Luego preguntó con cautela:
—¿Y lo del reclamo…?
Shogo le dio otra respuesta cortante:
—Me lo encontré en la tienda de ultramarinos del pueblo. Me figuré que podría resultarme útil. Y así fue, al final.
Cada vez era más de noche.
—Perdisteis en el momento en que confiasteis en mí —prosiguió Shogo, pero Shuya aún no podía creérselo. «No puede ser. Simplemente, no puede ser». Entonces se le pasó por la cabeza que aquello podía ser… «Esto debe de ser por…».
Noriko habló después de Shuya.
—Shogo… ¿esto es una prueba para ver si realmente puedes confiar en nosotros?
Shogo hizo un gesto de aburrimiento:
—Es increíble que aún sigáis creyendo en los cuentos de hadas.
Aquellas fueron sus últimas palabras. Shogo levantó la pistola y lentamente apretó el gatillo.
Dos disparos rasgaron la noche que descendía sobre la isla.
QUEDA 1 ESTUDIANTE
GAME OVER
INFORME DEL PROGRAMA DE TERCERO B DEL INSTITUTO SHIROIWA
SISTEMA DE GRABACIÓN - CUARTEL GENERAL