De acuerdo con la PGR, a partir de la supuesta muerte de Nazario –la de diciembre de 2010– y mediante un amplio operativo militar efectuado en Morelia, Jesús Méndez Vargas El Chango quiso quedarse con el control de La Familia Michoacana y esto provocó desacuerdos con los otros cabecillas de la organización, principalmente con Enrique Kike Plancarte y Servando Gómez La Tuta, lo que al final llevó a la ruptura entre ellos.
La división y los desacuerdos internos duraron los tres primeros meses de ese año y fue hasta el 9 de marzo de 2011 cuando Servando Gómez y Enrique Plancarte dieron a conocer la división del grupo, al anunciar el nacimiento de Los Caballeros Templarios y advertir del inicio de una guerra contra El Chango Méndez, quien se quedaría al frente de La Familia Michoacana por unos meses.
La mañana de ese día, en Morelia, Apatzingán, Zitácuaro y Lázaro Cárdenas aparecieron al menos 30 pancartas firmadas por la nueva organización “Los Caballeros Templarios”, en las que anunciaban que a partir de ahora ellos se encargarían de “salvaguardar” el orden en Michoacán:
A toda la sociedad michoacana: les hacemos de su conocimiento que a partir del día de hoy estaremos laborando aquí las actividades altruistas que antes realizaban los de La Familia Michoacana, estaremos a la orden de la sociedad michoacana para atender cualquier situación que atente contra la integridad de los Michoacanos, nuestro compromiso con la sociedad será de salvaguardar el orden y evitar robos, secuestros y extorsiones y blindar el estado de intervenciones de organizaciones rivales.
ATENTAMENTE
LOS CABALLEROS TEMPLARIOS
No fue el único texto, hubo otro más agresivo. Se trataba de una amenaza en contra de su antiguo compañero en La Familia Michoacana, El Chango Méndez, a quien acusaban de traidor por aliarse con Los Zetas.
Informes de la PGR de mayo de 2011 muestran que El Chango Méndez organizó una reunión en el poblado de Las Lomas, del municipio de Jilotlán, Jalisco, con el resto de sus operadores. La idea era acabar con Los Caballeros Templarios y recuperar el territorio, por lo que pidió ayuda a Los Zetas. Éstos acordaron enviar 200 elementos para apoyarlo.
El gobierno de Felipe Calderón parecía jugar el papel de réferi de la pelea entre los dos grupos, pues las acciones militares y policiacas que había echado a andar desde el 11 de diciembre de 2006 con el Operativo Conjunto Michoacán no hacían mella en el crimen organizado.
La detención del El Chango Méndez el 21 de junio de 2011, en la ciudad de Aguascalientes, frenó la ola de violencia que ya se estaba dando.
Siguiendo las mismas tácticas paramilitares de terror y miedo, así como los modos y el lenguaje místico-religioso de La Familia Michoacana, le arrancaron a balazos a esta última agrupación 70% del territorio michoacano.
Pero Los Caballeros Templarios no empezaron de cero para dominar rápidamente la mayor parte de Michoacán –como lograron desde el primer año–, sino que partieron de lo que ya había hecho La Familia Michoacana.
Los Templarios fortalecieron la estructura, el número de integrantes, así como el sistema de control social y de gobierno que tenían bien estructurado y que les había dado muchos réditos.
Según análisis gubernamentales, la estructura de Los Caballeros Templarios era una de las más fuertes y mejor diseñadas de todos los grupos del crimen organizado en México, pues se asemejaba al de una empresa: tenía un consejo que estaba al mando y asumía los tratos directos con políticos y otros grupos criminales; divisiones encargadas del trato con negocios, empresas nacionales y extranjeras como las de China; otra división encargada de tratar con organizaciones sociales, campesinas y medios de comunicación; una unidad operativa, en la cual estaban los sicarios a sueldo y los simpatizantes, que eran una red de espías e informantes llamados “halcones” o “apuntadores”, compuesta por jóvenes desempleados, policías, limpiadores de zapatos y taxistas que estaban en todos los pueblos y ciudades, y finalmente una unidad jurídica.
Se trataba de formar parte de la sociedad y del gobierno en una especie de simbiosis a través de la integración de una base social y la ocupación de puestos de gobierno y mando policiaco.
El discurso de Los Caballeros Templarios era el mismo que el de La Familia Michoacana: decía que se trataba de una organización que traía beneficios a la sociedad, pues les daba protección ante las amenazas de otros grupos criminales de fuera del estado, y era un interlocutor de fuerza ante el gobierno estatal, federal y los partidos políticos.
Los Caballeros Templarios profundizaron el Estado paralelo con el cobro de “impuestos”, labores de vigilancia y seguridad, control de territorio y la imposición de autoridades.
Para esto llamaron nuevamente a alcaldes y les dijeron que el cártel se quedaría con el control de la policía y la Dirección de Obras, para cobrar impuestos. También anunciaron que les quitarían 10% del presupuesto municipal.
En reuniones con comerciantes, hoteleros, empresarios, ganaderos, productores agrícolas y tianguistas de cada municipio los templarios les avisaron que establecerían cuotas o impuestos extras a los precios de cada producto vendido: tres pesos por kilo de ganado; 1.5 pesos por kilo de vaca en resuello; 200 pesos diarios cada carnicería; dos pesos por kilo de tortilla; los mineros pagarían 100 pesos por día por cada camión de carga; los agricultores, 50 pesos por hectárea, para darles agua; los sembradores de mango abonarían mil pesos por semana en tiempos de cosecha; cada tonelada se aguacate se gravaría con mil pesos, y con tres pesos cada kilo de limón.
La seguridad también se pagaba: 60 mil pesos mensuales a tiendas, puestos de comida en la calle, tortillerías, carnicerías, “cervecentros”, farmacias. También a quienes tenían máquinas de juego les cobraban 150 pesos semanales por cada una de ellas.
Hubo lugares como el municipio de Tepalcatepec donde ya empezaban a cobrar 200 pesos por carro o camioneta, 300 pesos el metro cuadrado de construcción en las casas particulares, y a los jornaleros 300 pesos cada semana.
Productores de limón de Tierra Caliente denunciaron que Los Caballeros Templarios establecían los días y la cantidad de horas que podían trabajar los recolectores y los vendedores del cítrico. Así controlaban la producción y los precios de este producto, que a principios de 2014, cuando el conflicto con las autodefensas estaba en la parte más fuerte, llego a costar 80 pesos el kilo: 300% más que su precio normal.
Algo similar ocurrió con el aguacate. Los jefes de plaza de la organización imponían cuotas millonarias a los productores de esta fruta, que llegó a conocerse como el “oro verde” por el precio tan alto que alcanza en Estados Unidos y Europa. Su ambición llegó al punto de apropiarse de las huertas más productivas en algunos municipios, como Tancítaro, donde se apoderaron de miles de hectáreas que pusieron a sus nombres a través de notarios que ellos tenían.
Los Templarios controlaban las ferias municipales y ganaderas, cobrando cuotas a comerciantes y locatarios a cambio de no hacerles daño.
La estructura organizativa era una mezcla de empresa y secta que llegó a meterse en las campañas para presidentes municipales y gobernador, como sucedió en 2011, cuando resultó ganador el candidato del PRI, Fausto Vallejo, tras una década de gobiernos del PRD.
Dicha organización era piramidal. En la parte alta estaba el consejo compuesto por “los hermanos de mayor experiencia”, encargado de dar órdenes, establecer las líneas de acción y revisar el ingreso de nuevos elementos bajo un ritual de juramento.
Hasta 2013 Los Caballeros Templarios tenían 225 células que operaban en todos los municipios del estado. El consejo estaba compuesto por sus principales líderes. Además, había un brazo social y de comunicación denominado Movimiento de Paz y Dignidad, así como una célula administrativa y otra operativa dividida en siete regiones. Así se conformaban dichas instancias hasta principios de 2014:
Nazario Moreno González El Chayo | ![]() |
Servando Gómez Martínez La Tuta | ![]() |
Enrique Plancarte Solís El Kike
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Jorge Luis Valencia Alzate El Chuki | ![]() |
Ignacio Andrade Rentería El Cenizo | ![]() |
Miguel Ángel Gallegos Godoy El Micheladas o Migueladas | ![]() |
Dionisio Loya Plancarte El Tío | ![]() |
Arturo Gallardo Serrato El Tucán | ![]() |
José Samper Servín Juárez El 300 | ![]() |
José Pineda o Rodolfo Maldonado Don José | ![]() |
Tito Emigdio Fernández Torres | ![]() |
Nombre | Nota | Trayectoria |
Tito Emigdio Fernández Torres | Líder del Movimiento de Paz y Dignidad | Arquitecto, Originario de Sahuayo, Mich. Acusado de fraude y malversación de fondos e inhabilitado en el gobierno de Lázaro Cárdenas Batel donde fungía como subsecretario de Obras Públicas, además señalado por sus vínculos con las empresas de construcción propiedad de Carlos Ahumada que operaban en Michoacán. |
Juan Polvos Mancilla |
| Licenciado en derecho, profesor del Conalep plantel Apatzingán, hombre de confianza de El Chayo, candidato suplente a diputado federal por Apatzingán en 2009, donde el Candidato fue Saúl Solís, alias El Lince, templario detenido en septiembre de 2011. Hasta el 2014 Mancilla era director del plantel Conalep mencionado y activista político y social de Los Caballeros Templarios |
Juan Avilés Ruiz |
| Licenciado en derecho, presidente del Colegio de Abogados de Apatzingán, con fuertes nexos con la cúpula del crimen organizado; ha organizado diversas reuniones con empresarios y profesionistas de la región de Apatzingán por orden de Los Caballeros Templarios |
Armando Alemán Maciel |
| Licenciado en derecho, tiene su despacho y colabora junto con un grupo de abogados de Los Caballeros Templarios. Administra junto con Juan Polvos Mancilla y el pasante en Derecho Salvador Ríos la producción de granos en Tierra Caliente. Estaban asentados en lo que fueron las oficinas y bodegas de la Productora Nacional de Semillas, por el Obelisco a Lázaro Cárdenas en Apatzingán |
Rigoberto Peláez Mendoza |
| Empresario, político del PAN, candidato a alcalde de Apatzingán en 2011. Fue adoctrinado en los “cursos de liderazgo” organizados por el crimen. Encargado de administrar la extracción y comercialización de materiales pétreos por parte de los templarios en la región de Apatzingán |
Alfonso Solórzano Fraga | Exsecretario de Obras Públicas del gobierno del perredista Lázaro Cárdenas Batel |
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Filiberto Vejar Pulido | Representante técnico de los ejidatarios de la región de Tierra Caliente |
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Juan Olmos Mantilla | Presidente de la asociación de ejidos de Apatzingán |
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Luis Padrón Ramírez | Director general de El Diario del Occidente de Michoacán |
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Emma Gómez Vargas |
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Supervisor y administrador general | Alfonso Chávez Ruiz José Samper Servín Juárez |
El grupo criminal se encuentra distribuido en siete regiones. En cada una se tienen identificados a los siguientes operadores:
Costa
Encargado regional | Ignacio Beber El Chivo | ![]() |
Coahuayana | Carmelo Núñez Vargas El 7 | ![]() |
Aquila | Enemerio Lucas Rivera El Mollo | ![]() |
Apatzingán
Encargado regional | Francisco Galeana Núñez El Pantera | ![]() |
Apatzingán | Rafael Álvarez del Río, abogado | ![]() |
Tepalcatepec | Isidro Birrueta Montejano El Chicano | ![]() |
Tancítaro | Alejandro Carranza Cervantes El Zurdo | ![]() |
Aguililla | El Tena | ![]() |
Coalcomán | Antonio Tapia Varelas El Toñón | ![]() |
Uruapan
Encargado regional | Pablo Magaña Serrato Morsa o M5 | ![]() |
Administrador | Rodrigo Herrera Álvarez | ![]() |
Abogado | Polo Guerrero | ![]() |
Administrador | Héctor Chávez Quiroz El Mariachi |
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| Gerardo Cortez Gutiérrez El 18 |
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Pátzcuaro
Encargado regional | Flavio Gómez Martínez |
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Santa Clara del Cobre | Alejandro Zepeda El Conejo | ![]() |
Morelia
Encargado regional | Jorge Luis Valencia Álzate El Chuki | ![]() |
Encargado de la plaza | Sergio Bejines | ![]() |
Zacapu | Alberto Quintero El Toro |
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Morelia | Alejandro García | ![]() |
Zitácuaro
Encargado regional | José Samer Servin Juárez El Inge | ![]() |
Huetamo, San Lucas | José Pineda González o Rodolfo Maldonado Bustos |
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Zamora
Encargado regional | Gustavo Alberto Magaña Mosqueda | ![]() |
Los Reyes y Peribán | Broly Banderas | ![]() |
Zamora, Jacona y Tingüindín | El Burguer | ![]() |
Yurécuaro | Mario Briceño Hernández El Mamerto | ![]() |
Michoacán ha sido una de las entidades de mayor religiosidad del país. Fue uno de los estados donde se expresó con más fuerza la guerra cristera, que se desarrolló entre 1926 y 1929. Proveyó cerca de 12 mil combatientes cristeros, con los que se creó la División del Sur, que contaba con nueve regimientos, y la Brigada de los Altos, con cinco regimientos. Su territorio de acción incluía Coalcomán, Aguililla, San José de Gracia, Sahuayo, Zamora, Tiríndaro, Cotija, Cojumatlán, Tingüindín, Santiago Tangamandapio y Huetamo, entre otros.
La expresión más emblemática de la guerra cristera fue la beatificación del niño José Luis Sánchez del Río el 20 de noviembre de 2005 –junto con otros 13 mexicanos– en reconocimiento al martirio que soportó antes de ser ejecutado en su ciudad natal, Sahuayo, el 10 de febrero de 1928.
En los pueblos de Michoacán, como Pátzcuaro, Janitzio y Tzintzuntzan se realizan las fiestas de Día de Muertos más imponentes de todo el país, y también en tierras michoacanas se han expresado los fenómenos católicos populares más importantes de los últimos años, como la creación de la Nueva Jerusalén en 1973 (municipio de Turicato, zona de Tierra Caliente) por el cura “Papá Nabor” para dar cumplimiento a la visión de una anciana que –según la tradición– transmitió órdenes de la Virgen del Rosario al párroco del Puruarán para crear una comunidad “protegida por la divinidad”.
No es casual, entonces, que en Michoacán haya nacido el único grupo del crimen organizado con un perfil de secta religiosa: La Familia Michoacana que dio pie a Los Caballeros Templarios. Tampoco asombra que Nazario Moreno, uno de sus fundadores, se haya hecho a sí mismo “santo”.
Desde que se anunció la formación de Los Caballeros Templarios, la banda dio a conocer su “Código”, impreso en miles de ejemplares que fueron distribuidos en todo el estado.
Este código contiene 53 artículos y el juramento que supuestamente rige la conducta de todos sus integrantes, pero nunca fue respetado, pues a los días de que anunciaron que “lucharían por el bienestar de los michoacanos” comenzaron a impartir su “justicia divina”: colgaron los cuerpos de dos hombres con un mensaje: “Lo matamos por ladrón y secuestrador. Atentamente, Los Caballeros Templarios”.
La dirigencia de la nueva agrupación ya estaba acostumbrada a la sangre desde que estaban en La Familia Michoacana. Aunque tomaron el nombre de la orden militar cristiana de la Edad Media que tenía como misión proteger a los peregrinos que iban hacia Jerusalén, la compasión jamás ha estado entre las virtudes de Los Caballeros Templarios michoacanos.
Su Código, como lo dice el documento de 24 hojas ilustrado con estampas de los templarios medievales, es de cumplimiento obligatorio para sus integrantes y advierte de que quien tome el juramento “bajo un ritual establecido por el Consejo” lo hace de por vida y tiene que cumplirlo bajo pena de muerte.
En la portada del “Código de Los Caballeros Templarios de Michoacán”, impreso a color en un formato de bolsillo, se lee el siguiente párrafo: “Esa lucha es por tu gente, por mi gente, por nosotros mismos y por nuestras futuras generaciones”.
Al final de cada hoja ponen citas de superación personal y de liderazgo adornadas con una cruz paté: la tradicional de los templarios. Entre estas citas se ve: “Un hombre con ideas es fuerte, pero un hombre con ideales es invencible”; “La fortaleza de un hombre radica en el dominio de su mente”; “Si eres constante, tus sueños y anhelos puede convertirse en realidad”; “El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos”; “Hay un pasado que se fue para siempre, pero hay un futuro que todavía es nuestro”.
De entrada, Los Caballeros Templarios aseguran que son “una Orden”, con la misión principal de “proteger a los habitantes y al territorio sagrado del estado libre, soberano y laico de Michoacán”, y que los integrantes de la “Orden” están obligados a comportarse con “honor, dignidad, absoluta disciplina, lealtad y honestidad”, además de cumplir un “voto de silencio” para no divulgar sus actividades y secretos.
En el capítulo de las batallas empiezan manifestando su creencia en un Dios, al que deben servir. Establecen la orden de luchar contra el materialismo, la injusticia y la tiranía en el mundo, empezando por su casa, colonia, ciudad, estado y país.
“La Orden deberá luchar contra el desmoronamiento de los valores morales y los elementos destructivos que prevalecen hoy en la sociedad humana”, sostienen Los Templarios, quienes manifiestan que apoyan “la libertad de expresión, de conciencia y de religión”, así como la “defensa colectiva” para erradicar la pobreza y la injusticia.
Se mandata que los integrantes del grupo se conduzcan con humildad; no deben ofender a ninguna persona. “Ninguna mujer deberá temer nada de un templario, ni de sus palabras ni de sus acciones. Ningún niño deberá padecer tampoco ese temor. Ningún hombre deberá temer a un templario, sino al contrario, debe sentir protección”.
Indican que cada miembro de la Orden debe evitar “ser brutal, emborracharse en forma ofensiva, ser inmoral, cobarde, mentir o tener intenciones maliciosas”. También están obligados a llevar “una vida sobria y alegre, manteniendo un perfil bajo para no hacerse notar”.
Queda estrictamente prohibido “realizar secuestros con la finalidad de obtener dinero” y tomar drogas. “Los jefes de la orden y su personal deben practicarse antidoping e informar al Consejo los resultados”.
Tampoco pueden matar por gusto o por dinero. “Cuando se tome esta decisión debe investigarse bien previamente y si existen razones suficientes, entonces sí proceder”.
Las reglas de conducta dictadas precisan que los integrantes deben cumplir las órdenes de sus jefes, respetar el organigrama, avisar a sus superiores cuando salgan de su zona y respetar el sitio adonde lleguen.
Se informa que se castigará con la muerte a aquellos que cometan una falta contra otro miembro del Consejo o violen el voto de silencio. Al que traicione a los templarios, además, se le decomisarán sus propiedades y sus familiares correrán la misma suerte.
“Si por desgracia yo traicionara mi juramento, ruego ser ejecutado por la Orden como un traidor”; “Yo consiento, si falto a mi palabra de honor, en ser ejecutado por las armas de los buenos compañeros o ser devorado por las bestias salvajes del bosque”, se lee en el reglamento, que al final establece el siguiente juramento:
Juro delante de todos vivir y morir con honor.
Juro combatir la injusticia y socorrer a mi prójimo.
Juro, igual en el combate como en la paz, que ningún caballero será considerado por mí como enemigo.
Juro fidelidad al temple y esforzarme por perpetuarlo.
Juro respeto a las damas, veneración a las madres, protección a los niños y a los ancianos, asistencia a los enfermos y a los necesitados.
Juro respetar la fe de otros y buscar más la verdad que la gloria, el honor que los honores.
Los Caballeros Templarios de Michoacán no respetaron su Código, pero sí establecieron una especie de Estado feudal, con un ejército de sicarios; una amplia red de espionaje en los pueblos, ciudades y en el gobierno estatal; autoridades bajo su dominio y voluntad, y un sistema de impuestos forzosos.
Más que una sociedad de justicia, edificaron un imperio de terror y muerte.
La Familia Michoacana primero y luego Los Caballeros Templarios dieron el salto cualitativo de “traficantes de droga” a un “grupo del crimen organizado con representación en los niveles de gobierno municipal y estatal”.
Para finales de 2011, la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) reportó que Los Caballeros Templarios operaban en Michoacán, Estado de México, Jalisco y Morelos. Era el tercer cártel más extendido en el país, después del de Sinaloa y Los Zetas.
En 2013, las ganancias de Los Caballeros Templarios eran impresionantes: ingresaban más de 31 mil 460 millones de pesos anualmente en extorsiones a mineros, aguacateros, empresarios, hoteleros, farmacias y otros comercios; secuestros, cuotas a autoridades y venta de drogas.
De acuerdo con un documento de cuerpos de seguridad al que tuvo acceso el reportero Juan Pablo Becerra, del diario Milenio, éstos eran algunos de los dividendos obtenidos por Los Templarios: (Becerra Acosta, 2013)
Por venta de drogas en el mercado nacional, 444 millones de pesos anuales; extorsiones a empresas de construcción, ganaderas, agricultura, comercios, servicios y sindicatos, 152 millones; extorsiones a presidencias municipales, 170 millones de pesos; inversión en negocios como venta de vehículos, empresas de seguridad pública, tiendas de ropa, zapatos, aparatos eléctricos, productos agrícolas, restaurantes, bares, antros y hoteles, 205 millones de pesos.
En el desglose de cada uno de estos rubros se ve con más claridad el control económico de dicho cártel, del que nadie se salvaba. Un ejemplo: los alcaldes debían pagar cuotas fijas de 20 mil pesos mensuales o más y 4 millones y medio de pesos para realizar obras públicas como drenaje, pavimentación y alumbrado.
Las ganancias por cobros de “derecho de piso” a gasolineros les dejaban 451 mil pesos semanales en sólo 23 municipios; un millón y medio de pesos venían de las tiendas de abarrotes y tiendas con máquinas tragamonedas; un millón y medio también por fletes y empaques; cobro por permisos de exportación e importación en sólo 10 municipios, 472 mil pesos semanales; licencias y permisos para bares y cafés en otros 10 municipios, 589 mil pesos; por permitir la operación de rastros en seis municipios, 248 mil pesos; cobro a aserraderos de 12 municipios, un millón 200 mil pesos mensuales, y cobro a nueve sindicatos, 133 mil pesos mensuales.
Los transportistas también pagaban sus cuotas: 528 mil pesos mensualmente, los de Lázaro Cárdenas; 440 mil, los de Apatzingán, y una cantidad similar los de Uruapan y Zamora.
En tanto que, por extorsiones telefónicas a una serie de personas que aparecen en una lista, lograban 12 millones 800 mil pesos en sólo un mes.
Otras investigaciones periodísticas indican que Los Caballeros Templarios ganaban 2 mil 460 millones de pesos al año en extorsiones a los aguacateros de 46 municipios –dueños de 112 mil 673 hectáreas, donde se producen 1.2 millones de toneladas del “oro verde”.
La extorsión llegó a tal grado que algunos de los productores más importantes huyeron del país y otros trasladaron sus inversiones a lugares más seguros.
Un filón lucrativo fue la extorsión a la industria minera y sus vínculos con las trasnacionales de China. Esta fuente de financiamiento se convirtió en una de las más importantes para Los Caballeros Templarios, como lo fue antes para La Familia Michoacana y Los Zetas –la agrupación que comenzó con este negocio tanto en Michoacán como en Coahuila.
En una entrevista con la agencia Associated Press (AP), el comisionado Alfredo Castillo reconoció que el mineral de hierro se volvió “su principal fuente de financiamiento”. Fue la primera vez que el gobierno mexicano reconoció que un grupo del narcotráfico ganaba más por otras actividades que por el trasiego de estupefacientes.
Reveló que el grupo cobraba alrededor de 15 dólares por cada tonelada exportada. Esto significa que sólo en 2013, cuando se extrajeron 5 millones de toneladas de hierro de las minas de Michoacán –las más productivas en el país–, el cártel se embolsó unos 75 millones de dólares.
Pero esta cantidad es mínima si tomamos en cuenta la declaración que hizo el exgobernador Fausto Vallejo después de que la Marina tomara el control del puerto de Lázaro Cárdenas, en noviembre de 2013. Declaró que el valor de los ingresos criminales en torno a Lázaro Cárdenas podía ascender a 2 mil millones de dólares al año, cerca de la mitad del presupuesto de Michoacán en 2012.
Organizaciones del crimen organizado como Los Caballeros Templarios se han montado muy bien a las leyes del neoliberalismo, diversificando sus negocios más allá de las fronteras. Si en un principio los primero grupos criminales de Michoacán eran sólo productores de mariguana y heroína, y luego se extendieron a las metanfetaminas y a transportar la cocaína de Sudamérica hacia Estados Unidos, ahora con Los Caballeros Templarios se ampliaron sus vínculos hasta China.
Esto no significa que Los Templarios hayan descuidado el tráfico de enervantes: siguieron transportando cocaína proveniente de Colombia, para lo cual incluso usaron submarinos. Informes confidenciales de la Secretaría de Marina aseveran que desde la costa michoacana han llegado a salir submarinos cargados con cocaína. Lanchas con doble motor fuera de borda parten de La Tupitina, en el límite de los municipios de Lázaro Cárdenas y Aquila, hacia La Paz, Baja California Sur. Hoy, La Tupitina alberga una base de la Armada de México.
Además, invirtieron en la producción de drogas sintéticas. La entidad es clave para los cárteles porque colinda con la Sierra Madre Occidental, el Océano Pacífico, Jalisco, Guerrero, Guanajuato, Estado de México y Querétaro. Además, los reactivos químicos para producir drogas que vienen de Asia llegan a Lázaro Cárdenas, puerto muy bien conectado.
La entidad produce, en las regiones Sierra, Costa y Tierra Caliente, drogas sintéticas como efedrina, crystal y crack, y ha seguido con el cultivo de mariguana y amapola.
Con toda esta ramificación de actividades, Los Caballeros Templarios ya son reconocidos por organismos internacionales como un grupo del crimen organizado más avanzado que los tradicionales. Antonio Mazzitelli, representante para México y Centroamérica de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, los considera “una organización criminal de tipo mafioso”, cuya “capacidad operativa no está relacionada con un bien o mercado, como las drogas, sino con todos los mercados que les pueden generar una renta”.
El otro grupo que ha dejado de depender de las drogas como principal ingreso son Los Zetas, agrupación que, como se recordará, dio las bases y la estructura organizativa a La Familia Michoacán y, ésta, a Los Caballeros Templarios.
Este cambio visto en Los Caballeros Templarios es la expresión más clara de la mutación de los cárteles mexicanos, que dejaron atrás su papel de productores y traficantes de drogas para devenir organizaciones criminales con un esquema corporativo multinacional, que buscan y pueden involucrarse en cualquier actividad económica que les genere ganancias.
No sólo eso: también saltaron a las áreas social y política, creando una base en los pueblos y comunidades y, al mismo tiempo, vínculos estrechos con los distintos niveles de gobierno, o incluso fundiéndose en un solo cuerpo con el grupo gobernante.
De este modo, Los Caballeros Templarios alcanzaron los niveles más temidos del narco-gobierno en Michoacán.
Los Caballeros Templarios han tenido una de las estrategias de comunicación más depuradas de todas las organizaciones del crimen organizado en México y el mundo. En su estructura llegaron a tener a una persona especialmente asignada para atender a la prensa y dar entrevistas a los reporteros locales, de la Ciudad de México y extranjeros.
Este personaje es El Tío. Su nombre es Dionisio Loya Plancarte y se encontraba en la primera línea de la organización, a un lado de Servando Gómez La Tuta, Enrique Kike Plancarte y Nazario Moreno El Chayo.
Desde que dieron a conocer en 2006 a La Familia Michoacana (y su cártel heredero, Los Templarios), este grupo utilizó una gran cantidad de estrategias de propaganda con el fin de influir en sus enemigos, en la sociedad, en los medios de comunicación y en el gobierno: primero fueron los narcomensajes que dejaban en los cadáveres; luego usaron mantas que colgaban en los puentes, con largas explicaciones acerca de quiénes eran y cuáles eran sus metas. Se trataba de comunicados de prensa que retomaban los medios.
Después emplearon las inserciones en los periódicos locales y le inyectaron dinero a algunos de ellos, como Al Día, Diario de Occidente, Líder y Los Periodistas, y pagaron a reporteros para que fueran sus portavoces, como es el caso de Eliseo Caballero –corresponsal de Televisa– y José Luis Díaz Pérez, dueño de la Agencia Esquema, quienes el 22 de septiembre aparecieron en un video con La Tuta. Ambos le daban consejos para la estrategia mediática de Los Caballeros Templarios.
Hay testimonios de reporteros de Michoacán que narran cómo con engaños los llevaban a desayunos en hoteles de Tierra Caliente, donde aparecían representantes de Los Templarios para dictarles línea informativa o para decirles que eligieran a un representante, que se encargaría de ser el enlace con la mafia y darles información o entrevistas, y a un encargado de repartirles dinero mensualmente.
Un reportero que pidió el anonimato recuerda que, desde 2006, cuando apareció La Empresa, El Tío ya operaba acercándose a los periodistas, principalmente de Morelia y de la nota policiaca, para ofrecerles dinero a cambio de colaboración.
El portavoz del grupo criminal llegó a proporcionar hasta 5 mil dólares mensuales a medios de comunicación y reporteros para que dijeran lo que el cártel quisiera y difundieran información filtrada.
Eufemísticamente les decían a los comunicadores: “Nosotros somos los técnicos, los que hablamos amablemente; pero si no jala con nosotros les mandamos a los rudos, y ahí ya no hay escapatoria”.
A los que no convencían los amenazaban y secuestraban por dos o tres horas, y ahí con golpes o amenazas los hacían cambiar de opinión, o cuando la información no les gustaba les decían: “Bájale de huevos, cabrón”, y a la salida de la redacción los esperaban camionetas con gente armada y eran llevados a casas de seguridad para ser intimidados y aceptar el dinero.
A otros reporteros los trataban de enganchar diciéndoles que aceptar los sobornos no los comprometía, pero después los obligaban a colaborar sirviendo de enlaces con otros medios de alcance nacional. “Agárrelos, son órdenes de mi jefe, si no me van a partir la madre, es un regalo, para que nos ayude, nosotros detenemos a secuestradores, violadores, asaltabancos, asesinos, narcos de otros estados, y les advertimos dos veces, a la tercera les damos ‘piso’”. La ayuda consistía en difundir las decapitaciones perpetradas por ellos, las pancartas, los volantes y, lo principal, entrevistas para dar a conocer sus actividades”, señala otro reportero.
En 2012, Los Caballeros Templarios organizaron una reunión masiva con reporteros de todo el estado a los que con engaños citaron en un hotel para “darles línea” y dinero. Uno de los asistentes relata:
“El 12 de septiembre de 2012 me hablaron por teléfono para decirme que se realizaría una reunión con empresarios que querían invertir en Michoacán y me citaron a las afueras del Penal de Uruapan, en un Oxxo, junto con otro reportero de Uruapan. Ahí llegó una camioneta blanca del año con dos personas. Nos subieron y nos llevaron a Apatzingán, al hotel Camelinas. Cuando llegamos, casi a las 11 de la mañana, estaba lleno de periodistas de todo el estado, pero más de la región de Tierra Caliente y Los Reyes.”
Recuerda que no había ningún empresario y después del desayuno fue cuando aparecieron Los Templarios. “Llegaron dos tipos con camisas de marca, pantalones vaqueros de casimir, sombrero y una pistola escuadra en la cintura. Uno de ellos nos dijo: ‘Este va a ser el comisario de Prensa de la Zona Uruapan-Apatzingán. Habrá otros en Morelia, Zamora, el Oriente, Costa y los estados de Hidalgo, Guerrero, Estado de México, Querétaro y Guanajuato. A él lo van a obedecer respecto de la información que les dé y a cambio les vamos a dar un “billetito” mensual, la entrada es de a huevo; si no, los matamos, y si no colaboran, también’.
“Un reportero de Apatzingán preguntó: ‘¿Cuál es la ventaja?’ El comisario, riendo, agarró un encendedor y dijo: ‘Si nos ayudan viven más y, si no, nos los chingamos luego luego’.”
Enseguida, recuerda el reportero, les dieron las nuevas reglas de publicación: “Ya no digan ‘crimen organizado’, digan ‘civiles se enfrentan a autoridades’; digan que va a haber inversiones en la entidad y que ya no habrá violencia. No mencionen a Los Caballeros Templarios. Cumplan al pie de la letra, si no les damos en la madre”.
Muchos de los asistentes aceptaron colaborar y comenzaron a publicar las notas como les habían ordenado. En uno de los decomisos que hizo el Ejército en una casa de seguridad del grupo criminal en Tierra Caliente, recogieron un documento que contenía una lista de 30 reporteros con nombre y medio donde laboraban, así como las cantidades de dinero que les entregaban mensualmente, de 10 mil a 30 mil pesos. Dentro de esta lista aparecen el corresponsal de Televisa, Eliseo Caballero, el director y dueño de Esquema, José Luis Díaz, y otros reporteros y fotógrafos.
La estrategia de prensa y propaganda de Los Caballeros Templarios incluyó también la distribución de volantes en las principales ciudades de Michoacán, con lo que buscaba promover sus ideales, informar de los apoyos a partidos políticos e impulsar el voto hacia personas afines a su organización.
El “plan de medios” también incluía llamadas de La Tuta a la radio en Michoacán y programas de televisión para exhortar al presidente Felipe Calderón a tener un pacto y poner un alto a la violencia.
Hasta 2011, Los Templarios habían colocado más de 300 mantas en 11 estados con mensajes dirigidos a la ciudadanía, a la que, según ellos, protegían de las extorsiones y violencia cometidas principalmente por Los Zetas.
En la última etapa de la estrategia de propaganda de Los Caballeros Templarios, usaron a medios de otros países, que fueron contactados por esta red de reporteros locales para ofrecerles entrevistas con La Tuta.
A finales de 2013, cuando las autodefensas ya avanzaban sobre territorio controlado por Los Caballeros Templarios y el gobierno de Enrique Peña Nieto declaraba que terminaría con el crimen organizado en Michoacán, La Tuta dio una entrevista a la cadena estadunidense Mundo Fox.
Desde un espacio ideal, Servando Gómez trató de convencer a la opinión pública de que su organización no era criminal sino “una hermandad” o “una empresa”, con el objetivo de “ayudar y proteger al pueblo”, pues ha “habido mucha desorganización social”.
Con un discurso sencillo, el líder de Los Templarios manifestaba que la meta de su organización “es cuidar al pueblo, queremos que no venga gente nociva, posiblemente nosotros seamos nocivos porque muchos de nuestros muchachos no se comportan, queremos que no venga gente de fuera a humillar, a extorsionar y a chingar a nuestro pueblo”.
También usó la entrevista para sembrar la duda sobre la integración de los grupos de autodefensa ciudadana, al asegurar que en realidad se trataba de una célula de su organización que no tuvo cabida “porque se dedicaban a extorsionar y a secuestrar” en la comunidad de Tepalcatepec y La Ruana, y ahora estaba apoyada por el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Finalmente, La Tuta habló de sí mismo: “Sí soy un delincuente pero no soy un delincuente rapillero. He traficado cosas, he hecho cosas que no, porque represento a una organización y ni los dedos de la mano son parejos, y muchos muchachos míos no entienden que esto es para servir no para servirnos, (…) y si nosotros en su momento asumimos esta postura que tenemos es porque estaba fallando el sistema judicial y no ha fallado desde ahorita, ha fallado desde hace mucho”.
La entrevista se difundió no sólo en el canal de televisión estadunidense como una gran exclusiva, sino que también corrió por las redes sociales.
En esta última fase de la estrategia de propaganda, Servando Gómez demostró en las redes sociales –Facebook y Twitter– sus dotes magisteriales para enviar mensajes directos al gobierno federal y a un sector del público, poniendo en entredicho la posición de las autoridades, que aseveraban haber controlado a Los Caballeros Templarios.
Además, la profusa difusión de las fotos y los videos se dio en momentos clave del conflicto, esto es, cuando se intensificaba la persecución al líder de Los Caballeros Templarios y en vísperas de las elecciones.
Las imágenes de La Tuta en reuniones con personajes importantes de la clase gobernante de Michoacán, como el exgobernador interino Jesús Reyna y Rodrigo Vallejo Mora, hijo del exgobernador Fausto Vallejo, lograron tener un impacto directo en las acciones del gobierno de Enrique Peña Nieto, quien intentaba cerrar los ojos ante las pruebas contundentes de la simbiosis del PRI michoacano con el crimen organizado.
Con la sola difusión de las imágenes de estos dos personajes compartiendo mesa y dialogando, el líder de Los Caballeros Templarios obligó al gobierno de Peña Nieto a reaccionar, como no lo había querido hacer a pesar de las denuncias que ya habían hecho algunos ciudadanos y de las publicaciones en la prensa escrita de los vínculos del gobierno de Fausto Vallejo con Los Caballeros Templarios.
Servando Gómez grabó muchas de las reuniones que tuvo con personajes de la política. Además de los encuentros mencionados, hasta septiembre de 2014 había difundido –o alguien lo había hecho por él– sus charlas con los alcaldes de Aquila, Juan Hernández Ramírez; de Lázaro Cárdenas, Arquímides Oceguera; de Pátzcuaro, Salma Karrum, y de Huetamo, Dalia Santana.
Empero, cuando se difundieron los videos de los encuentros, cada uno de sus aliados fue anulado y metido a la cárcel. De cualquier manera, lo que mostró el maestro rural convertido en líder de Los Caballeros Templarios fue la visión de usar los nuevos medios de comunicación como un arma política.
Ya no fueron necesarios los textos en las narcomantas ni los mensajes en los cuerpos sacrificados. La Tuta demostró saber lo que es el poder de las imágenes en internet.
Quizá sin los conocimientos profundos del complejo entramado de la propaganda, ni de su historia remota entre los grupos de poder, partidos políticos y gobiernos, Los Caballeros Templarios supieron esgrimir este recurso, que a través de la historia han empleado otros grupos de poder, como la Iglesia católica, partidos políticos, regímenes totalitarios, imperios o personajes como Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Fidel Castro, José Stalin y Mao Tse Tung.
Richard Alan Nelson, autor de Cronología y glosario de la propaganda en Estados Unidos, define la propaganda como “una forma intencional y sistemática de persuasión con fines ideológicos, políticos o comerciales, con el intento de influir en las emociones, actitudes, opiniones y acciones de los grupos de destinatarios específicos mediante la transmisión controlada de información parcial (que puede o no basarse en hechos) a través de los medios de comunicación masiva y directa”.
Tal vez Los Caballeros Templarios sean los primeros en la historia del crimen organizado en hacer uso de la propaganda de una manera clara y contundente, empleando tal cantidad de recursos, como mensajes en mantas, libros como los de Nazario Moreno, y videos y entrevistas de Servando Gómez, que han sido reenviadas miles de veces en las redes sociales, trayendo a la mente lo que alguna vez Joseph Goebbels dijo: “Una mentira repetida miles de veces se hace verdad”.