17 January 2006 @ 18:42 hrs.

ENTRADA 20: A Las Puertas Del Infierno

Pues ya está. Oficialmente, estamos jodidos. A las 15:00 horas de hoy ha salido de nuevo el Rey en televisión anunciando que se decretaba la Ley Marcial en todo el territorio español. Se confirma el toque de queda de 20 a 8 horas, con la salvedad de que ahora, a quien pillen fuera entre esas horas corre el riesgo de que le peguen un tiro. Así de claro. Se prohíben los desplazamientos por carretera entre Comunidades Autónomas, y se instalan check-points del ejército en las principales vías. Una lista de quince ciudades han sido declaradas zonas de riesgo y no se permite ni la entrada ni la salida de las mismas. Están en la lista todas aquellas en las que hubo brotes de la epidemia y nueve más. Madrid y Barcelona están entre ellas… Confío en que mi hermana adelantase sus planes y haya salido ya de la ciudad. Joder.

De momento, Pontevedra se salva de la quema, pero no se por cuanto tiempo. Ferrol y Coruña a menos de 160 kilómetros, son «Zonas de Riesgo» y en teoría están aisladas. Sin embargo un amigo mío que vive en Coruña me acaba de llamar de camino a la casa de sus padres, en Vigo. Dice que ha podido salir de la ciudad por carreteras secundarias y pistas forestales. Resulta materialmente imposible aislar una ciudad de tamaño medio y ya no digamos una gran urbe. La plaga va a llegar aquí, sea lo que sea. Debería hacer algo, pero no se me ocurre nada.

Me he subido al coche y me he dirigido hacia el centro. Las calles presentan un aspecto semivacío; parece una ciudad sitiada. Está lloviendo sin parar desde hace horas y se respira un ambiente de intranquilidad en las calles. Hace mucho frío. En todo el trayecto me he cruzado con varios coches patrulla de la policía, y con un par de transportes de la BRILAT. Los cuarteles de la Brigada Ligera Aerotransportable (BRILAT) están situados a tan solo tres kilómetros de Pontevedra. Llevan años allí, pero nunca había visto tropas estacionadas en el centro de la ciudad hasta hoy.

He parado en una estación de servicio para llenar el depósito del coche. Mientras estaba en el surtidor de diesel con mi Astra, he entrado en la tienda a comprar tabaco, unos cuantos periódicos y revistas y un bidón de aceite (tenía que haber revisado el nivel del coche hace una semana… ¡¡Joder!!). Mientras pagaba todo, el dependiente me comentó que había problemas de suministro en algunas estaciones de servicio, sobre todo en aquellas más aisladas. Al estar los puertos cerrados, las refinerías han parado su producción y el gobierno ha militarizado las reservas existentes. Genial.

Después he ido hasta el Carrefour para hacer una buena compra. Algo me dice que llenar a tope mi despensa puede ser una excelente idea, tal y como se están poniendo las cosas. Me he llevado una sorpresa al ver que el supermercado estaba abarrotado. Más de uno ha tenido la misma idea que yo. En una de las tiendas de electrónica y hogar del exterior del supermercado me he comprado una radio de onda ultracorta con un dial de barrido. Le tenía echado el ojo hace tiempo. Con ella tenía pensado poder oír el canal de la Guardia Civil de Mar cuando saliese con la Zodiac a bucear en el pecio del Florita (es el casco de un buque naufragado hace años en la Ría. Su estado es muy peligroso y está prohibido bajar allí; si te pillan te meten una fuerte multa y te pueden anular la licencia, pero merece la pena). Ahora pretendo darle otro uso bien distinto.

Al llegar a casa he cepillado a Lúculo y le he dado una cena suculenta. Después he probado la radio. Al cabo de un rato he localizado la frecuencia de la Policía Nacional y de la Policía Municipal. Perfecto. Puede que ahora tenga información de primera. También he captado a unos cuantos radioaficionados, pero no les he prestado mucha atención, ya que me he quedado helado viendo el televisor.

Son imágenes de EEUU, tomadas desde un helicóptero. Es un embotellamiento en una autopista. De repente, unas dos docenas de personas tambaleantes han aparecido andando por un lateral de la vía y han empezado a atacar a los conductores atrapados en sus vehículos. La escena es horrible. Dura menos de un minuto, pero me ha dejado temblando, juraría que he visto como mordían a los conductores Es imposible… ¿Qué le pasa a esas personas?

Alguien ha abierto la puerta del infierno y ya se empieza a notar el calor.