Viernes, 13 De Enero: Día 15
Esta mañana al salir de la ducha he pegado un par de estornudos de campeonato. Normalmente no le daría la menor importancia, pero con la psicosis que se está extendiendo por toda España, no puedo evitar que mi lado hipocondríaco tiemble de terror ¿Habrá llegado ya la epidemia a Galicia? ¿La habré cogido y esto es el primer síntoma o es solo un resfriado común?
Mientras desayunaba, he puesto los informativos. Desde hace unos días vivo permanentemente pegado a la tele, la radio o Internet (como sospecho, hacen las tres cuartas partes de los habitantes de Europa). Supongo que todos vivimos con la esperanza de que las noticias digan que la epidemia remite, que todo se ha quedado en un gigantesco susto, pero la realidad es macabramente tozuda.
Nada desde Daguestán desde hace ya 48 horas. Por imposible que parezca, no ha salido desde allí ni una sola noticia, oficial o extraoficial desde hace dos días. Es como si los varios millones de habitantes de esa república se hubieran esfumado… O hubieran muerto todos. La zona sur del Cáucaso (Georgia, Chechenia, Osetia, Arzebayán, Armenia, etc…), está silenciosa como una tumba. Es como si no quedase nadie allí. Sus emisoras de TV y radio no emiten hace horas, y sus pocas páginas de Internet no se actualizan desde hace dos días. Los refugiados que estén saliendo de esos países hacia Rusia, Irán y Turquía están siendo internados en grandes «Zonas Seguras» como las define la prensa internacional, custodiados por el Ejército y donde son más prisioneros que refugiados. La censura en esos países es férrea.
En Europa las cosas se están complicando por momentos. En Italia, la ciudad de Cremona ha sido acordonada por el Ejército Italiano y Grupos Especiales de los Carabinieri. Nadie puede entrar o salir, excepto grupos médicos escoltados. Han declarado a toda la ciudad en cuarentena y cualquiera que pueda llegar hasta allí es obligado a dar media vuelta. En Francia han decretado el estado de excepción. Se han instalado controles de carretera en los principales nudos de comunicación y es preciso disponer de permisos especiales para circular de una provincia a otra. En Inglaterra la situación es más dramática. El Parlamento ha decretado la «Isolation Act», por la cual las fronteras quedan clausuradas hasta nueva orden. Nadie puede entrar o salir de Gran Bretaña, al menos legalmente. Tengo amigos viviendo en Londres, hay allí un montón de chavales españoles, estudiantes, etc… ¿Qué va a ser de ellos? Y la epidemia parece estar fuera de control en Gales y zonas del sur de Essex, según la Página Web del Herald Tribune, que habla de disturbios y saqueos.
En Alemania, la situación en algunos Lander es confusa. En la zona Norte y en la frontera con Polonia han militarizado la sanidad, los transportes, las comunicaciones y el control y gestión de las centrales nucleares. En Japón se han producido una serie de suicidios masivos y las denuncias de asesinatos y desapariciones están marcando un récord en el país. Es como si su sociedad se estuviera derrumbando…
En EEUU, la situación es distinta, según escuches las intervenciones de Condolezza Rice, veas la CNN o la Fox News por satélite. Es un país enorme, donde hay zonas que parecen llevar una vida normal y otras donde da la sensación de que la locura se ha desatado. El gobierno asegura tener todo bajo control, pero ver la Quinta Avenida de Nueva York cortada por camiones militares no me parece «tener todo bajo control». La CNN informa también de disturbios, asesinatos y una ola de secuestros y desapariciones por todo el país… Parece como si se estuviera incubando una revolución, o algo por el estilo. Precisamente por eso, desde esta mañana se están replegando las tropas americanas de Irak. Todas. Lo que hace unas semanas hubiese generado ríos de tinta ahora no merece más que una breve reseña en las páginas interiores de los periódicos. Las cosas han cambiado mucho las dos últimas semanas…
Aquí en España, dejando aparte Zaragoza, ahora en cuarentena, los cambios son pequeños, sutiles, pero son claramente perceptibles. Las iglesias están de bote en bote. Los supermercados empiezan a estar desabastecidos de ciertos productos, sobre todo aquellos de importación y los que caducan rápido. Las fábricas de coches han paralizado sus líneas por desabastecimiento de piezas que vienen desde el extranjero. Hoy por la mañana cuando salía he visto a mis vecinos de enfrente, los jubilados del Pathfinder, cargando un montón de maletas en el todoterreno. Me han comentado que se van unos días a un pequeño pueblo del interior de Orense «hasta que las cosas se tranquilicen un poco».
He dejado a Lúculo encerrado dentro de casa, para que no deje preñada a media población de gatas de la zona y después, me he dirigido en coche hacia el despacho. Las calles están extrañamente desiertas y la gente va deprisa, sin pararse a hablar, con aire furtivo. La inmensa mayoría lleva una mascarilla quirúrgica puesta. Al llegar al despacho, nuestra secretaria me ha tendido una a mí. Órdenes del jefe, ha dicho. Así que aquí estoy, sentado en mi despacho y atendiendo a mis clientes con una mascarilla de papel puesta, como si fuera un cirujano. Me siento un gilipollas con ella puesta. Joder, ¿qué está pasando?