El gimnasio al que acudo, Xclusive, es privado y está situado a cuatro manzanas de mi apartamento del Upper West Side. En los dos años que llevo de socio, lo han reformado tres veces y aunque tienen los últimos aparatos de musculación (Nautilus, Universal, Keiser) cuenta con una gran variedad de pesas que también me gusta usar. El club tiene diez pistas de tenis y squash, clases de aerobic, cuatro estudios de baile para aerobic, dos piscinas, ciclostátics, un aparato Gravitron, aparatos para remar, cintas para correr, aparatos para hacer esquí de fondo, atención personal, controles cardiovasculares, programas personalizados, masaje, sauna y cámaras de vapor, un solárium, mesas de bronceado y un café con un bar de zumos naturales, todo ello diseñado por J. J. Vogel, que diseñó el nuevo club de Norman Prager, Petty’s. La cuota de socio asciende a cinco mil dólares anuales.
Hacía frío esta mañana, pero parece que el día se ha templado cuando salgo de la oficina y llevo un traje cruzado a rayas con seis botones de Ralph Lauren, con una camisa Sea Island de algodón de cuello volado y rayas muy finas y puños franceses, también de Polo, y me quito la ropa, con alivio, en el vestuario provisto de aire acondicionado. Luego me pongo unos shorts negros ala de cuervo de algodón y lycra con una franja blanca en la cintura y costados, y una camiseta de algodón y lycra, las dos cosas de Wilkes, que se pueden doblar tanto que de hecho las llevo en mi attaché. Después de ponérmelas y conectar mi walkman, sujetándolo a los shorts de lycra y poniéndome los auriculares en los oídos, escucho una selección de Stephen Bishop/Christopher Cross de una cinta que me grabó Todd Hunter. Me miro al espejo antes de entrar al gimnasio y, poco satisfecho, vuelvo al attaché en busca de espuma para mantener el pelo peinado hacia atrás y luego uso un hidratante y, para una manchita que tengo debajo del labio inferior, un toque de Clinique Touch-Stick. Satisfecho, subo el volumen del walkman y salgo del vestuario.
Cheryl, esa chica regordeta y baja que está enamorada de mí, se encuentra sentada encima de la mesa donde se inscribe la gente, leyendo una de las columnas de cotilleos del Post, y se le ilumina la cara de modo notable cuando ve que me acerco. Me dice hola, pero yo paso rápidamente por delante de ella, casi sin darme cuenta de su presencia pues no hay cola en el Stairmaster, para el que normalmente hay que esperar veinte minutos. Con el Stairmaster uno trabaja la mayor cantidad de músculos del cuerpo (entre la pelvis y las rodillas) y termina quemando más calorías por minuto que haciendo cualquier otra actividad de aerobic, excepto quizás el esquí nórdico.
Probablemente debiera hacer algo de estiramiento antes, pero si lo hago tendré que hacer cola —ya hay un maricón detrás de mí, probablemente mirándome atentamente la espalda, el culo, los músculos de las piernas. Hoy no hay tías buenas en el gimnasio. Sólo maricones del West Side, probablemente actores en paro, camareros que trabajan de noche y Muldwyn Butner, de Sachs, con el que fui a Exeter, en el aparato de los bíceps. Butner lleva unos shorts de nailon y lycra hasta la rodilla con un dibujo ajedrezado y una camiseta de algodón y lycra y Reeboks de cuero. Termino con mis veinte minutos en el Stairmaster y dejo que lo use el maduro maricón sobremusculado y teñido de rubio de detrás de mí, y comienzo con los ejercicios de estiramiento. Mientras los hago vuelvo a recordar el programa de Patty Winters que he visto esta mañana. Trataba de los pechos grandes y salía una mujer a la que le habían hecho una reducción de pechos, pues creía que tenía unas tetas demasiado grandes —la jodida idiota—. He llamado inmediatamente a McDermott, que también lo estaba viendo, y los dos nos hemos dedicado a reírnos de la mujer durante lo que quedaba de programa. Hago quince minutos de estiramiento antes de dirigirme a los aparatos Nautilus.
Antes tenía un monitor personal que me había recomendado Luis Carruthers, pero quiso ligar conmigo el otoño pasado y decidí seguir mi propio programa de entrenamiento que incluye ejercicios de aerobic y aparatos. Con las pesas alterno entre las propias pesas y los aparatos que utilizan resistencias hidráulicas, neumáticas o electromecánicas. La mayoría de los aparatos son muy eficaces, pues cuentan con control informatizado que te permite hacer los ajustes de la resistencia de pesos sin tener que levantarte. Los aspectos positivos de los aparatos incluyen un registro de la sensibilidad muscular, lo que reduce los riesgos de lesiones. Pero también me gusta la versatilidad y libertad que ofrecen las pesas y las muchas variaciones en el levantamiento, algo que no se puede hacer con los aparatos.
En los aparatos de piernas hago cinco tandas de diez repeticiones. Para la espalda también hago cinco tandas de diez repeticiones. En el aparato para endurecer el estómago mejoro y hago seis tandas de quince, y en el aparato de bíceps hago siete series de diez. Antes de dedicarme a las pesas paso veinte minutos en la ciclostátic leyendo el último número de la revista Money. Con las pesas hago tres tandas de quince repeticiones de extensiones de piernas, luego tres tandas y veinte repeticiones de levantamiento de pesas con barra, luego tres tandas y veinte repeticiones de levantamientos laterales para los deltoides traseros y tres tandas y veinte repeticiones de levantamientos lentos, poleas y levantamientos desde el suelo. Para el pecho hago tres tandas de veinte repeticiones de levantamientos en el plano inclinado. Para los deltoides delanteros también hago tres tandas de levantamientos laterales y de levantamientos desde la posición de sentado. Finalmente, para los tríceps hago tres tandas y veinte repeticiones de agarre de cables con pesas y levantamientos de pesas directos. Después de más ejercicios de estiramiento para enfriarme, tomo una rápida ducha caliente y luego voy al video club donde devuelvo las dos cintas que alquilé el lunes, Reformatorio de travestis y Doble cuerpo, pero alquilo otra vez Doble cuerpo porque quiero volver a verla esta noche, aunque sé que no voy a tener tiempo suficiente para masturbarme en la escena en la que matan a la mujer con una taladradora eléctrica, pues estoy citado con Courtney a las siete y media en el Café Luxembourg.