[1] Una mirada al retrato de La duquesa fea, obra del pintor flamenco del siglo XVI Quintín Matsys (reproducido en el libro de Langford Reed sobre Carroll) deja poca duda de que sirvió de modelo a Tenniel para la Duquesa. Se cree que la dama retratada por Matsys es Margaretha Maultasch, duquesa de Carinthia y el Tirol, que vivió en el siglo XIV. «Maultasch», que significa «boca de escarcela», es el nombre que le pusieron por la forma de su boca. Lion Feuchtwanger ha relatado la desventurada vida de esta Margarita, que tuvo fama de ser la mujer más fea de la historia, en su novela The Ugly Duchess (véase «A Portrait of the Ugliest Princess in History», de W. A. Baillie-Grohman; Burlington Magazine, abril 1921). <<
[2] «Sonríe como un gato de Cheshire» era expresión corriente en tiempos de Carroll. Se desconoce su origen. Las dos principales teorías son: (1) Un pintor de nombre, natural de Cheshire (condado donde nació Carroll, dicho sea de paso), pintaba leones sonrientes en las enseñas de las posadas de la región (véase Notes and Queries, núm. 130; 24 de abril 1852, pág. 402); (2) Los quesos de Cheshire se moldeaban en otro tiempo en forma de un gato sonriendo (véase Notes and Queries, núm. 55; 16 de noviembre, 1850, pág. 412). «Ésta tiene un atractivo carrolliano especial», escribe la doctora Phyllis Greenacre en su estudio psicoanalítico de Carroll, «ya que sugiere la fantasía de que el gato de queso puede comerse a la rata que quiera comerse el queso». El Gato de Cheshire no aparece en el manuscrito original, Alice's Adventures Underground. <<
[3] El original de esta parodia es Hablad con dulzura, poema afortunadamente olvidado que algunas autoridades atribuyen a un tal G. W. Langford, y otras a David Bates, agente de bolsa de Philadelphia.
John M. Shaw, en The Parodies of Lewis Carroll and their Originals (catálogo y notas de una exposición celebrada en la Biblioteca Universitaria del Estado de Florida en diciembre de 1960), confiesa no haber conseguido dar con la versión de Langford; en realidad lo que no consiguió fue dar con el propio Langford. Shaw encontró el poema en la página 15 de The Eolian, libro de poesía publicado por Bates en 1848. Shaw señala que el hijo de Bates, en un prefacio a las Poetical Works de su padre (1870), declara que su padre había escrito efectivamente este poema mundialmente citado.
¡Hablad con dulzura! Es mejor
mandar por amor que por temor;
hablad con dulzura; que no dañe una palabra dura
el bien que podemos hacer.
¡Hablad con dulzura! El amor susurra
promesas que unen fieles corazones
y desgrana acentos de Amistad:
la voz del Afecto es amable.
¡Hablad al niño con dulzura!
seguro que así ganaremos su amor;
enseñadle con voz amable y dulce;
puede que eso no le dure.
¡Hablad con dulzura al joven,
que bastante ha de sufrir;
que pase por la vida lo mejor posible,
que llena está de ansiosos cuidados!
Hablad con dulzura al anciano,
no aflijáis su atribulado corazón;
si los granos de su vida ya se acaban,
¡dejad que se vaya en paz!
Hablad con dulzura al pobre;
que no os oiga en tono áspero;
¡bastante tiene que sufrir,
sin tener que escuchar tonos agrios!
Hablad con dulzura al que yerra;
puede que se haya esforzado en vano;
tal vez le ha hecho así el rigor.
¡Oh, ganároslo otra vez!
¡Hablad con dulzura! Aquel que dio su vida
para doblegar la obstinada voluntad del hombre,
cuando estaban los fieros elementos en conflicto
les dijo: «Paz, estaos quietos».
¡Hablad con dulzura! Es una gota
que cae en el hondo pozo del corazón;
el bien, el gozo que puede traer,
lo dirá la eternidad.
[4] No sin malicia sin duda, hizo Carroll que el niño se transformase en cerdo, ya que tenía muy mala opinión de los niños. En Sylvie and Bruno Concluded, un niño desagradable llamado Uggug («un niño espantosamente gordo… con la expresión de un cerdo de primera») se transforma finalmente en puerco espín. Carroll hacía de vez en cuando esfuerzos por mostrarse amistoso con algún niño, pero normalmente sólo cuando el pequeño tenía hermanas a las que Carroll quería conocer. Una de sus cartas de rima oculta (es decir, la carta parece escrita en prosa, pero un examen atento revela que está en verso), lleva una posdata con estos versos:
«Para ti, mis mayores cariños; para tu Madre
mi mejor consideración; para tu gordo,
impertinente, ignorante hermanito,
mi odio… Creo que eso es todo».
(Carta 21, a Maggie Cunnynghame; de A Selection from the Letters of Lewis Carroll to his Childfriends, editada por Evelyn M. Hatch).
El retrato que hace Tenniel de Alicia sosteniendo al bebé-cerdo aparece, con el bebé como criatura humana, en la parte superior de la envoltura que contenía el estuche de sellos del País de las Maravillas. Este estuche consistía en una cajita de cartón para guardar sellos, ideada por Carroll y vendida por una empresa de Oxford. Al sacar el estuche de su envoltura, uno se encontraba el mismo dibujo, con la diferencia de que el bebé se había convertido en cerdo, como en el dibujo original de Tenniel. La parte de atrás de la envoltura y del estuche ofrecen una transformación similar del gato sonriente de Cheshire en el otro dibujo de Tenniel en el que el gato ha desaparecido casi del todo. Dentro del estuche iba un folleto diminuto titulado Eight or Nine Words about Letter Writing. Este delicioso ensayo de Carroll empieza así:
Cierto escritor americano ha dicho que «las serpientes de esta región se pueden dividir en una especie: la venenosa».
Aquí cabe aplicar el mismo principio. Los estuches para sellos se pueden dividir en una especie: la del «País de las Maravillas». Seguramente no tardarán en aparecer imitaciones; pero no podrán incluir las dos Sorpresas Pictóricas, ya que cuentan con el copyright.
«¿No ves por qué las llamo sorpresas?» Bueno, pues coge el estuche con la mano izquierda y míralo atentamente. ¿Ves a Alicia meciendo en brazos al Bebé de la Duquesa? (a propósito: se trata de una composición enteramente nueva; no aparece en el libro). Ahora sujeta el folleto con el pulgar y el índice de la mano derecha, y sácalo de un tirón. ¡El Bebé se ha convertido en un Cerdo! Si eso no te sorprende, supongo que no te sorprenderías tampoco aunque tu suegra se convirtiese de repente en un Giróscopo! <<
[5] En The Nursery «Alice», Carroll llama la atención sobre la digital [«Fox Glove»; literalmente, «guante de zorro»] que se ve al fondo, en el dibujo de Tenniel para esta escena (también aparece en la ilustración anterior). Los zorros no llevan guantes, explica Carroll a sus jóvenes lectores. La palabra correcta es «Folk's Gloves». ¿No habéis oído decir que a las Hadas se las solía llamar la «buena gente» [the good Folk]? <<
[6] Estos comentarios se encuentran entre los pasajes más citados de los libros de Alicia. Un eco reciente lo encontramos en la novela de Jack Kerouac, digna de olvido, On the Road:
—«Nos pondremos en marcha, y no pararemos hasta llegar».
—«¿Adonde vamos?»
—«No lo sé, pero vamos».
John Kemeny pone la pregunta de Alicia, y la respuesta del Gato, en el encabezamiento del capítulo sobre la ciencia y los valores de su libro, A Philosopher Looks at Science, 1959. De hecho, cada capítulo del libro de Kemeny va precedido de una cita de Alicia. La respuesta del Gato expresa con toda precisión la eterna fisura entre la ciencia y la ética. Como señala Kemeny, la ciencia no puede decirnos adónde ir, pero después de tomada esta decisión en otro terreno, sí puede decirnos la mejor manera de llegar. <<
[7] Las frases «loco como un sombrerero» y «loco como una liebre de marzo» eran corrientes en tiempos de Carroll, y naturalmente fue ésa la razón por la que creó estos dos personajes. Tal vez «loco como un sombrerero» («sombrerero» = «hatter») sea corrupción de la anterior «loco como una víbora» («víbora» = «adder»); pero más probablemente debe su origen al hecho de que hasta hace poco los sombrereros se volvían efectivamente locos. El mercurio utilizado para tratar el fieltro (hoy día existen leyes que prohíben su empleo en la mayoría de los Estados y en casi todas las regiones de Europa) era la causa más normal del envenenamiento por mercurio. Las víctimas adquirían un temblor, llamado «del sombrerero», que les afectaba a los ojos y miembros y les embarullaba el habla. En los estados avanzados, tenían alucinaciones y otros síntomas psicóticos. «Loco como una liebre de marzo» hace alusión a las frenéticas cabriolas de la liebre macho durante el mes de marzo, su época de celo. <<
[8] Compárense los comentarios del Gato de Cheshire con la anotación en el diario de Carroll correspondiente al 9 de febrero de 1856:
«Pregunta: cuando soñamos y, como sucede a menudo, tenemos una vaga conciencia de la realidad y tratamos de despertar, ¿no decimos y hacemos cosas que en la vida vigil resultarían insensatas? ¿No podemos a veces definir la demencia como una incapacidad para distinguir la vigilia del sueño? A menudo soñamos sin la menor sospecha de irrealidad: "El sueño tiene su propio mundo", y a menudo es tan natural como el otro.»
En el Teeteto de Platón, Sócrates y Teeteto hablan de esta cuestión en los siguientes términos:
TEETETO: «Ciertamente, no puedo negar que en la locura y en los sueños se forman opiniones falsas, imaginándose, unos que son dioses, y otros que tienen alas, y que vuelan durante el sueño».
SÓCRATES: «¿NO recuerdas la controversia que suscitan con tal motivo los partidarios de este sistema, especialmente sobre la vigilia y el sueño?».
TEETETO: «¿Qué dicen?».
SÓCRATES: «LO que seguramente has oído decir a menudo a los que exigen pruebas de si en este momento dormimos, o si estamos despiertos o hablamos en estado de vigilia».
TEETETO: «Efectivamente, Sócrates, no sé cómo probar lo uno más que lo otro, pues en ambos casos los hechos se corresponden con precisión; y no hay dificultad en suponer que durante toda esa conversación nos hemos estado hablando en sueños; y cuando en un sueño nos parece estar contando sueños, el parecido de los dos estados es bastante asombroso».
SÓCRATES: «Ves, pues, cómo surge fácilmente una duda sobre este punto, ya que se llega incluso a negar la realidad del estado de vigilia o la del sueño. Y como nuestro tiempo está igualmente dividido entre estos dos estados, en cada una de las dos esferas de existencia el alma sostiene que los pensamientos que están presentes en nuestra mente en ese momento son verdaderos; y durante una mitad de nuestra vida afirmamos la verdad de lo uno, y durante la otra mitad, la de lo otro; y tenemos la misma confianza en los dos».
TEETETO: «Muy cierto».
SÓCRATES: «¿Y no puede decirse lo mismo de la locura y de los demás trastornos? La diferencia está únicamente en que los tiempos no son los mismos» (cfr. cap. XII, nota 4; y A través del Espejo, cap. IV, nota 7). <<
[9] La frase «sonrisa sin gato» no es una mala descripción de la matemática pura. Aunque los teoremas matemáticos pueden aplicarse prácticamente a la estructura del mundo externo, en sí mismos son abstracciones que pertenecen a otro reino «alejado de las pasiones humanas» como dijo Bertrand Russell en un memorable pasaje: «alejadas incluso de la despreciable realidad de la Naturaleza… un cosmos ordenado, donde el pensamiento puro puede habitar como en su hogar natural, y donde uno de nuestros más nobles impulsos, al menos, puede escapar del exilio monótono del mundo real». <<