17 de febrero

Por la tarde he ido a casa de los padres de Gabriele, pero una vecina me ha dicho que se habían marchado. No sabía adónde, a Ámsterdam no, eso seguro. Imagino la desesperación de su madre, forzada a estar lejos de Gabriele: qué pena infinita debe de sentir. ¿Tal vez él se lo dijo antes de irse? ¿Le dijo adónde iba, hablaron? Preguntas y más preguntas, pero ninguna respuesta.

¿Era realmente necesario borrar todas tus huellas? Es probable que un no-final te haya parecido la mejor manera de concluir nuestra no-historia. No sé si imaginabas que me dolería tanto. ¿Es un castigo por no haberte entendido, por haberte traicionado de una manera u otra? ¿Por qué? «No es nada», me digo. Eres así, siempre lo fuiste, jamás estuviste del todo, igual que yo. Nos conocimos porque yo caí sobre ti y, quién sabe, de ahí salió una historia sin principio ni fin. Ahora, sin embargo, echo de menos Cerolandia.

En casa paso el tiempo encerrada en mi habitación. La abuela cree que estoy estudiando para los exámenes: mejor así. Angela y Claudia me llaman a menudo, este fin de semana iré a pasar unos días a casa de Claudia. Desapareciste cuando estaba con ella. Quién sabe, quizá cuando vuelva te encuentre de nuevo.