Hoy la profe de Matemáticas está enferma, así que salimos un poco antes. Hace un día precioso, soleado, y decido ir a la playa. Veo a algunas personas pasear por la orilla, así que decido parar y caminar un poco. Aparco la vespa donde la dejé la última vez que vine con Gabriele y me dirijo a la orilla.
Se está bien, a pesar de que el aire sigue frío. Pero el cielo es azul. Azul como aquel día.