[1] Pierre Chaunu, Conquista y explotación de los nuevos mundos (s. XVI), Col. «Nueva Clío», Barcelona, Labor, S. A., 1973. <<
[2] Nicolai Hartmann, Ontologia, IV Filosofía de la Naturaleza. Teoría especial de las categorías. Categorías dimensiones. Categorías cosmológicas, México, F. C. E., 1960. <<
[3] Jorge Pérez Ballestar, Fenomenología de lo histórico. Una elaboración categorial a propósito del problema del cambio histórico, Barcelona, 1955. <<
[4] Rosa María Martínez de Codes, «Reflexiones en torno al criterio generacional como teoría analítica y método histórico», Revista Quinto Centenario, num. 3, Madrid 1982. <<
[5] Mario Hernández Sánchez-Barba, «El nacionalismo intelectual de Fernández de Oviedo como variante de época», en América y la España del siglo XVI, tomo I, Madrid, 1982. Del mismo autor: «La historicidad epocal del P Las Casas (imagen y contenido del Humanismo español)» en Actas del Simposio sobre el P Las Casas, I. C. I. Madrid, 1985. <<
[6] El análisis del mito como nivel mental, siguiendo las percepciones y orientaciones más importantes del pensamiento actual, ha sido objeto de varios cursos monográficos del doctorado en la Universidad Complutense por el catedrático Prof. Hernández Sánchez-Barba, <<
[7] A comienzos del siglo XVI, con la denominación de Gimnasio Vosgo existía en la pequeña ciudad de Saint-Dié un cenáculo de eruditos bajo la protección del duque Renato de Lorena, que estaba preparando una edición latina de los Ocho Libros de Geografía de Claudio Ptolomeo cuando se recibió la noticia del viaje de Américo Vespucci y, al parecer, incluso una carta de éste en que daba cuenta del mismo. Se decidió entonces incorporar la noticia a la Cosmographia Introductio que preparaban Waldessemüller y Ringmann como prólogo de la edición. <<
[8] José Antonio Maravall, Las Comunidades de Castilla, Madrid, Alianza Editorial 1979. <<
[9] Vid. Erich From, Man for Himself Rinehart, New York, 1947. <<
[10] Irving A. Leonard, Los libros del Conquistador, México, F. C. E., 1953. <<
[11] Salvador de Madariaga, Hernán Cortés, Buenos Aires, Sudamericana, 1945. <<
[12] Para todos los detalles relativos a ediciones de las Cartas de Relación, véase la monumental obra de Jorge Toribio Medina, Ensayo bio-bibliográfíco sobre Hernán Cortés, con una introducción de Guillermo Feliu Cruz, Santiago de Chile, 1952. <<
[13] Vid, Santiago Montero Díaz y otros, La Orden de Calatrava, Instituto de Estudios Manchegos, 1956. <<
[14] Mario Hernández Sánchez-Barba, Las tendencias expansivas portuguesas en la época del Infante Don Enrique, Madrid, C. S. I. C., 1960. <<
[15] José Manuel Pérez-Prendes, El origen de los caballeros de cuantía y los cuantiosos de Jaén en el siglo XVI, Madrid, 1960. <<
[16] Carmen Pescador, comenzó a publicar un estudio importante sobre la Caballería villana en los Cuadernos de Historia de España dirigidos por Claudio Sánchez Albornoz. <<
[17] Celestino Vega, «La hacienda de Hernán Cortés en Medellín», Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, 1948. <<
[18] Néstor Meza Villalobos, «La formación de la fortuna mobiliaria y el ritmo de la conquista de América», en Estudios sobre la conquista de América, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1981. <<
[19] Bernardo García Martínez, El marquesado del Valle. Tres siglos de régimen señorial en Nueva España, México, El Colegio de México, 1969. <<
[20] Carlos Pereyra, Las huellas de los conquistadores, Madrid, 1942. <<
[21] José Durand, La transformación social del conquistador, México, 2 Vols, 1953. <<
[22] El obispo Juan Rodríguez de Fonseca fue, a partir de 1493, el delegado regio centralizador de todos los asuntos indianos. Su fuerte personalidad y el mundo de personalidades que le rodeó le hicieron acreedor a fuertes antagonismos y competencias, lo cual ha desfigurado considerablemente la verdadera perspectiva de su personalidad histórica. <<
[23] Manuel Giménez Fernández, El plan Cisneros-Las Casas para la reforma de las Indias, Sevilla, Escuela de Estudios HA. 1942, 2 Vols. <<
[24] Los Padres Jerónimos fueron los frailes elegidos para llevar a cabo, por orden del cardenal Cisneros, regente de España, la necesaria información para poder tomar decisiones y dictaminar respecto a los problemas indianos. <<
[25] Madariaga, op. cita. <<
[26] José Antonio Maravall, Teoría del Estado en el siglo XVII, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1944. <<
[27] Victor Frankl, «Imperio particular e imperio universal en las Cartas de relación de Hernán Cortés», Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 165, Madrid, 1963. <<
[28] Ramón Menéndez Pidal, Idea Imperial de Carlos V, Buenos Aires, 1941. <<
[29] José Antonio Maravall, El concepto de España en la Edad Media, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1954. <<
[30] Victor Frankl, op. cita. (1963), <<
[31] Cfr. Marcel Bataillon, Erasmo y España, México, F. C. E., 2 Vols. Y José María Jover Zamora, Carlos V y los españoles, Madrid, Rialp, 1953. <<
[32] Bernardo García Martínez, op. cita. (1969). <<
[33] El testamento de Hernán Cortés, estudio de Francisco Fernández del Castillo, México, 1935. Vid. También Mario Sánchez-Barba, Cartas y documentos de Hernán Cortés, México, Porrúa, 1963. <<
[34] Vid. Relación del conquistador Bernardino Vázquez de Tapia, publicada por M. Romero de Terreros, México, 1939. <<
[35] Pierre Chaunu, Sevilla et l’Atlantique, tomo IX, Paris, SEVPEN, 1960. <<
[36] Bernardino García Martínez, op. cita.,(1969). <<
[37] Jean Paul Berthe, Aspects de l’esclavage des indiens en Nouvelle Espagne pendant le premiere moitié du XVIE siecle 1965. <<
[38] Silvio Zavala, Orígenes coloniales del peonaje en México, México, 1943. <<
[39] R. S. Chamberlain, Castilian Bachkgrounds of the Repartimiento-Encomienda, Washington, 1939. <<
[40] Maurice Duverger, Instituciones políticas y Derecho constitucional, Barcelona, Ariel, 1975. <<
[41] Nadie como Bernal Díaz del Castillo, nacido en Medina del Campo en 1492, de familia muy ligada al servicio de la Corona Real, para narrar los acontecimientos que precedieron a la expedición enviada desde Cuba al mando de Hernán Cortés. Pues él participó en las dos anteriores, la de Francisco Hernández de Córdoba y la de Juan de Grijalva, respectivamente en 1517 y 1518, la última de las cuales había alcanzado la costa de San Juan de Ulúa. El gobernador de Cuba, Diego Velázquez, ante los prometedores resultados obtenidos decidió enviar una tercera expedición, dudando mucho sobre el mando de la misma. Esta duda, seguramente, se debía a la falta de legalidad y autoridad con que dicho gobernador podía enviar una expedición para poblar, es decir, para asentar población española, debido a la confluencia jurisdiccional existente con la familia Colón y la misma Corona, en un momento, además, de cambio de titularidad de la misma, tras el fallecimiento de Fernando el Católico y la regencia del cardenal Cisneros. Finalmente, gracias a la intercesión interesada del secretario del gobernador, Andrés del Duero y un oficial del Rey, Amador de Lares, se decidió el nombramiento de Hernán Cortés, especialmente porque había reunido algún dinero que estaba dispuesto a invertir en la empresa. La expedición —que sólo podía legalmente consagrarse al rescate, es decir a la transacción comercial— fue cuidadosamente preparada. El gobernador tuvo buen cuidado en sus instrucciones de asegurar el objetivo comercial con su asociado Hernán Cortés, al cual invistió con los cargos de Capitán General y Justicia Mayor de la Armada. De los diez barcos que formaban dicha Armada, siete eran propios o estaban fletados por Cortés, lo que significa que era socio mayoritario respecto a Velázquez. El 18 de Noviembre de 1518, la Armada abandonó Santiago de Baracoa, de cuya villa era alcalde Cortés por nombramiento de Velázquez, dirigiendo sus navíos a la villa de Trinidad, donde deseaba recoger los últimos informes y consejos de Grijalva, el anterior expedicionario. En Trinidad se le unieron más gentes y, posteriormente, en la Habana, donde abasteció sus navíos de alimentos, pertrechos y armas. Llevaba en sus naves, quinientos cincuenta españoles, trescientos indios antillanos, doce caballos y diez cañones. <<
[42] La primera carta de relación de Hernán Cortés se ha perdido. Que la escribió es indudable, pues de ella habla Pedro Mártyr de Anglería, López de Gómara, Bernal Díaz del Castillo y el propio Cortés en la segunda carta. Fue escrita en Veracruz, en julio de 1519, y existen dos hipótesis sobre ella. Una de Andrés González de Barcia en su Epitome de la Biblioteca Oriental y Occidental Náutica y Geográfica, en la que se apunta que debió ser recogida por el Consejo de Indias a petición de Pánfilo de Narváez o, lo que parece más probable, que le fue arrebatada a Alonso de Ávila por el pirata francés Jean Florin. La otra hipótesis, extremadamente interesante, ha sido planteada por el eminente erudito y especialista en Sepúlveda y Las Casas, ángel Losada, según la cual, la carta casi íntegra estaría recogida por Juan Ginés de Sepúlveda (Cfr. «Hernán Cortés en la obra del cronista Sepúlveda» Revista de Indias, IX, n.º 31-32. Madrid, 1948). El problema de esta primera carta, ha sido estudiado por Julio Caillet-Bois («La primera carta de relación de Hernán Cortés», en Revista de Filología Hispánica, Buenos Aires, III, 1941, 1, enero-marzo) el cual afirma que fueron enviadas al mismo tiempo dos, la reservada —que es la perdida— y la comunitaria, que es la que en las ediciones sustituye a la reservada, que se considera la primera. Se titula Carta de la Justicia y Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V su hijo, en lo de julio de 1519. Sin duda, el objetivo de ésta, así como de la carta de Cortés perdida, era justificar lo que ha sido denominado la revolución comunera por parte de Giménez Fernández, mediante la acusación de tirano contra Velázquez, lo cual supondría, caso de aceptarse, la legitimidad del nuevo nombramiento de Cortés por el cabildo de Veracruz, como Capitán General y justicia Mayor, permitiéndole así poblar y establecer sistemas de gobierno y soberanía en la tierra. Vid. Manuel Giménez Fernández, Hernán Cortés y su revolución comunera en la Nueva España. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1948. <<
[43] Uno de los aciertos importantes de Cortés —o quizá, desde un punto de vista intelectual de época, ventura— fue contar, desde el comienzo mismo de su expedición con un importante y fiel intérprete, Jerónimo de Aguilar, quien junto con su compañero Gonzalo Guerrero, marinero de Palos, estaban en la costa de Yucatán e isla Cozumel, náufragos de una expedición anterior. Aguilar, que era un antiguo eclesiástico, ordenado de menores, había aprendido perfectamente la lengua maya y la empleaba con tal fluidez, que a lo largo de la campaña de penetración y asentamiento, se convirtió en figura indispensable, junto con Doña Marina, desde la costa de Tabasco, para formar un importante factor de comunicación e información, como lenguas o faraute. Fue una genial intuición de Cortés en la isla Cozumel, al oír hablar a los indios de castilan, comprender la posibilidad de contar con alguno de estos dos náufragos. Guerrero, completamente indianizado, no quiso abandonar su posición, con mujer y tres hijos, prefirió quedarse allí como cacique acomodado. Pero Aguilar accedió gustoso a acompañar a Cortés, siendo una persona decisiva en la arriesgada expedición, dado el perfecto conocimiento del idioma. El relato de las aventuras del náufrago Aguilar, se encuentra en la obra de Bernal Díaz del Castillo, libro II, capítulo XXVIII, de esta colección. Entre otras cosas permitió que el Requerimiento —cuya lectura reiteró Cortés durante toda la conquista de México— pudiese ser perfectamente comprendido por los contingentes indígenas, a quien se les leía antes de comenzar cualquier batalla o encuentro. No era una innovación cortesiana, sino una política sistemática definida por el Consejo de Indias para sentar la conquista sobre una base jurídica. Apud. Lewis Hanke, La lucha por la justicia en la conquista de América, Buenos Aires, 1948. El sistema de transmisión de información y comunicación constituyó una baza fundamental en la empresa fundacional de México-Nueva España, nombre éste último predilecto de Cortés, que siempre usó y exigió que se usase, hasta ser, efectivamente, el nombre que se impuso y que perdura todavía ampliamente en la terminología científica y coloquial. <<
[*] Falta el número en el original. <<
[45] La fundación de la Villa Rica de la Veracruz, constituye un hito fundamental en la empresa mexicana de Hernán Cortés, y no responde a un sólo objetivo, sino que tiene todas las implicaciones que caracteriza una actitud ordenada por una estrategia lógica y perfectamente pensada. En primer lugar, desde el punto de vista militar, cumple el papel de base de operaciones, de punto de avituallamiento desde el exterior, de posible frente resistente para una retirada hacia el mar. En segundo lugar, cumple una función jurídico-política, pues en efecto, por una parte, era dudosa la autoridad de Velázquez para refrendar un poblamiento —que era a lo que apuntaba Cortés— por otra, la Corona andaba en pleitos con los de Colón, discutiendo el emplazamiento patrimonialista del territorio de Cuba en el área que se había capitulado (Vid. Juan Manzano y Manzano, Colón y su secreto, Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1973). Por otra parte, además, en virtud del pensamiento populista que, como es sabido, se gestó y desenvolvió en la Universidad de Salamanca en la cual estudió Cortés, el Cabildo, en cuanto representante de la comunidad, podría recibir la autoridad que Velázquez había conferido a Cortés, para entregársela desde otro origen y otra fuente de emanación del poder, hasta tanto que la autoridad real dispusiese. Por último, la ciudad costera, debía cumplir otra importante misión: ser reserva y retaguardia frente a posibles intentos desde Cuba contra la autoridad cortesiana. Fueron, pues, muchos los motivos que impulsaron a Cortés a comisionar a Francisco de Montejo para que explorase la costa hasta encontrar un lugar adecuado donde llevar a efecto la fundación. Este fue elegido a doce leguas de San Juan de Ulúa, en un pueblo mexicano donde se alzaba la fortaleza de Quiahuiztlan, cerca del cual había un buen puerto abrigado del viento del norte y rodeado de tierras fértiles, con ríos, abundante madera y piedra para edificar. Este sería el emplazamiento de Veracruz. La forma empleada para su fundación, fue que los soldados —es decir, la comunidad— requiriese a Cortés para que cesase el rescate (única actividad legal) y se fundase una villa cuyas autoridades tuviesen jurisdicción y gobierno (alcaldes y regidores), siguiendo en esto la tradición castellana. Fueron designados alcaldes Hernández Puertocarrero y Montejo, así como los regidores del Cabildo. Este decretó el cese de Cortés como Capitán General y justicia Mayor, designando al mismo Cortés para ocupar ambas vacantes. De este modo fue eliminado el gobernador de Cuba, Diego Velázquez de la empresa de México. Ello produjo la agitación de la facción velazquista, lo cual condujo de modo inexorable, al heroico gesto de Cortés de la destrucción de sus naves, siguiendo el ejemplo de Tarik-ibn-Tarik, en el desembarco en Gibraltar del año 711. Ahora se hacía necesario convencer a la Corona, y para ello Cortés tiene dos tácticas previstas: una, la rápida penetración en el territorio para presentar el hecho consumado de la conquista del territorio y la transmisión de la soberanía; la otra, el convencimiento de que ha obrado con absoluta justicia y según mejor convenía al real servicio: para ello, cuenta con la persuasión de su pluma; a ello responde, primordialmente, la redacción de las Cartas de Relación. En ellas, la primera —perdida la de Cortés, aunque se sustituye con la comunitaria del Regimiento— tiene, sin duda, la condición de suplicación, con el oportuno y correspondiente envío de procuradores. <<
[46] La referencia quinto, resulta de importancia para comprender el sistema de financiación característico de las empresas de conquista, que deriva de la época de las cabalgadas y algaradas de los tiempos de confrontación entre el leonesismo y califalismo. Se trata de un sistema árabe de distribución del botín, previo apartado del quinto real, para proceder, posteriormente al reparto, según la categoría de los componentes de la compañía y según las condiciones estipuladas entre los componentes de ella, respecto a la parte que correspondía al jefe de la misma, a los jinetes, peones, etc. El primer reparto se verifica en las playas de Veracruz y se hace expresa relación en la carta del Regimiento de Veracruz del mismo. El sentimiento profundamente monárquico se aprecia en la unanimidad con que se concede el quinto real, que fue lo primero en separarse del conjunto. Después Cortés reclamó el quinto que se le prometió en Veracruz al constituirse el Cabildo; después apartó Cortés para sí los gastos que había hecho en la empresa, así como lo que había de devolver a Velázquez, los gastos de envío de procuradores a España, la parte para la guarnición de Veracruz, la doble parte para los jinetes. Lo que correspondió a los peones era tan poco que, como dice Bernal Díaz del Castillo, muchos protestaron y se negaron a aceptarla (Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera…, cap. CV). Cortés distribuyó el reparto con arreglo a unos criterios perfectamente lógicos: regalo especial para el monarca, separando —aparte del quinto real— los objetos de máximo valor artístico; la subvención para la autofinanciación del costo de la empresa; fondo de maniobra para atención de capitanes y capacidad de actuación; impedir que un exceso de ganancia fácil desmoralizase a los hombres, produciendo un exceso de inflación que pudiese derivar en un incremento del vicio. El criticismo de Bernal Díaz del Castillo se fundamenta esencialmente en una actitud torticera de las gentes del pueblo, incapaces de comprender que existan atenciones que es necesario afrontar para conseguir el éxito. Esto no cabía en la mente de Bernal Díaz del Castillo, que se había erigido en campeón de la verdad y de la defensa del igualitarismo. De él arranca la línea que pone en Hernán Cortés un desaforado afán de enriquecimiento, que no se corresponde con la realidad. Vid. Néstor Meza: «La formación de la fortuna mobiliaria y el ritmo de la conquista de América», en Revista chilena de Historia y Geografía, num. 87-88, Santiago de Chile, 1940-41, posteriormente reproducido en su importante libro: Estudios sobre la conquista de América, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1971 (capítulo 3, titulado como el artículo parágrafo: «La formación de la fortuna mobiliaria de Hernán Cortés»). <<
[47] La segunda carta de relación, está fechada en Segura de la Frontera el 30 de octubre de 1520. Es quizá la más larga de todas; la imprimió por primera vez en Sevilla J. Cronberger el 8 de noviembre de 1522, y fue traducida al latín para el Papa Clemente VII, por Pietro Savorgnani de Forli, secretario del Obispo de Viena. La carta suele dividirse en tres partes: la introducción, el cuerpo central, donde se narra desde la destrucción de las naves (lo que hizo dándolas de través, es decir, dejándolas estrellarse contra la costa escarpada, previo barrenado), hasta la retirada de Tenochtitlan después de la fatídica Noche Triste, y, finalmente, la despedida y epílogo. En éste y en la introducción se han puesto de relieve la preparación latinista de Cortés. Debemos pensar que más que resabios de su época universitaria, esto sean más bien formulaciones de su época de escribano en la Española y en la isla de Cuba, aplicando las fórmulas de la diplomacia, que permite distinguir la introducción y la despedida con las fórmulas al uso, respecto al contenido central de la carta, donde aparece un castellano tenso, limpio y rotundo, en el cual pueden apreciarse muy bien las condiciones literarias de Cortés. Vid. José Toribio Medina, Ensayo bio-bibliográfico sobre Hernán Cortés, Introducción de Guillermo Fefiu Cruz, Santiago de Chile, Fondo Histórico y bibliográfico J. T. Medina, 1952. <<
[48] Plantea aquí Cortés un delicado tema sobre el que conviene llamar la atención para dejar perfectamente establecida la considerable inconveniencia de denominar imperio al conjunto territorial reunido por España en el siglo XVI y mantenido, en América, hasta comienzos del siglo XIX. Es corriente el uso de esta denominación por parte de historiadores extranjeros que aplican, sin más, conceptos más propios de su propia experiencia nacional al caso de España, error en el que aparenta caer el propio Hernán Cortés. Está perfectamente claro el fundamento histórico-jurídico de la denominación correcta, puesta de manifiesto por Juan Manzano y Manzano, en su luminoso libro La incorporación de las Indias a la Corona de Castilla, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1948, como también desde otro punto de vista en el interesante análisis de época llevado a cabo por Avalle-Arce, Dintorno de una época dorada, Madrid, 1978, y en general, en toda la literatura política española de lo que, con razón, debía denominarse la escuela de pensamiento político español, tal como se aprecia en la monumental obra de Jose Antonio Maravall, Estudios de historia del pensamiento español, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1983, 3 vols. Todo ello condujo a la elaboración del título Hispaniarum et Indiarum Rex, como denominación correcta, relativos a una Monarquía nacional o universal, que es lo que corresponde con exactitud. La denominación de imperio es completamente extraña al pensamiento español, ya que estaba perfectamente asumido, desde la época de Alfonso X el Sabio, y en la época de la unidad nacional de los Reyes Católicos que en la Cristiandad sólo podía existir un emperador, que era el del Sacro Imperio. En consecuencia, lo que ofrece Hernán Cortés a Carlos I es la denominación, en otro mundo, fuera de la Cristiandad Occidental, como posibilidad compensatoria para el Rey de España respecto a su empeño de asumir el título imperial, que como se sabe, nunca se comprendió en Castilla, como lo demuestra la coetánea actitud de las Comunidades. Por esa razón, quizá, se diese a Motecuzorna Xocoyotzin la inexacta denominación de emperador, puesto que, como hemos visto en la introducción, el juego dialéctico de Cortés estuvo girando hábilmente en torno a la idea básica de transmisión de la soberanía. Pero, insisto, nunca por el hecho de que se considerase un imperio la extensión expansiva española en aquellas tierras. La denominación de imperio con referencia a dichos territorios, debe considerarse un desacierto que sólo puede imputarse o a mala intención o a desconocimiento de la realidad del pensamiento político español. <<
[49] La determinación de Hernán Cortés —concordante con lo apuntado tanto en la introducción como en las notas precedentes— se encuentra perfectamente perfilada: ir directamente a apoderarse de la figura que ocupaba la cúpula del Estado mexica: el tiacate-cuhtli (jefe de bravos, en consecuencia, jefe militar), aún siendo mucho más de lo a mí posible, porque considera con firmeza que lo habría, una de tres: preso, muerto o de súbdito de la corona real de vuestra majestad. La cúpula se centra, en efecto, en la concepción política y religiosa del pueblo azteca, tenochca, mexica colhua, tribu nahua perteneciente a la oleada de pueblos invasores chichimecas que produjeron la quiebra del imperio (en el sentido de unidad cultural) tolteca. Los mexica colhua fundaron Tenochtitlan (1325) en el lago Texcoco y establecieron una serie de magistraturas para coordinar y ejecutar la unión de los veinte calpullec (unidades territoriales o barrios). La máxima dignidad la tenía el jefe militar (tlacatecuhtli) que, con el transcurso del tiempo había ido absorbiendo todos los poderes, hasta configurar una auténtica dinastía hereditaria, a partir de Itzcoatl, quien por consejo de su principal ministro, Tlacaélel, estableció un poder absoluto y tendió al fortalecimiento de su propio poder, mediante alianzas y confederaciones de tribus vecinas, que fue lo que constituyó el territorio o Imperio colhua. La sucesión dinástica siguió bajo la inspiración de Tlacaélel, hasta su muerte en 1481. A ltzcoatl, le sucedió Moctezuma Ilhuicamina y a éste Axayacatl, Tizoc y Ahuitzotl —los tres nietos de Tlacaélel— y, al último de los citados, el hijo de Axayacatl, Moctezuma Xocoyotzin, bajo cuyo mandato llegaron los españoles. En ese momento el imperio mexica colhua, integraba desde el golfo de México al océano Pacífico y desde el itsmo de Tehuantepec hasta el Pánuco. El tlacatechtli Moctezuma, dado su enorme poder y formidable prestigio, fue confundido por los españoles quienes le conocieron con el título de emperador. Aunque representase la idea, no tenía el mismo significado que el conocido como tal en la tradición europea de la cristiandad occidental. <<
[50] En esta segunda argumentación, Cortés emplea dos ideas complementarias. Por una parte, la necesidad de dejar en la costa número suficiente de hombres para proceder a la defensa de la ciudad-puerto-base, frente a un número elevado de enemigos indígenas potenciales, que hacía ascender a cincuenta mil. Pero, al mismo tiempo, argumenta —y así hace ver en su carta al rey de España— que esos mismos enemigos potenciales le han hecho presente su deseo de convertirse en vasallos del rey de España. En realidad, la razón por la que deja la importante fuerza defensiva en Veracruz, fue para prevenir —como en efecto ocurrió— un posible intento por parte de Velázquez de reivindicar sus ya existentes derechos sobre el territorio de México, pues como había avisado Francisco de Salcedo, capitán de Cortés, recién llegado en una carabela desde la Veracruz, el gobernador de Cuba había recibido ya de España el nombramiento de Adelantado con poderes suficientes no sólo para rescatar, sino también para poblar en Yucatán. Apud. Probanza hecha en Segura de la Frontera sobre el dicho bajel, propiedad de Cortés, que bajo el mando de Salcedo, llevó a Veracruz tal noticia. Vid. Hernán Cortés, Copias de documentos existentes en el Archivo de Indias y en su palacio de Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1889. Tal noticia fue, precisamente, la que dio motivo inmediato a Cortés Para dar de través sus naves. <<
[51] La tercera argumentación, en realidad, incide sobre la anterior, citando expresamente la necesidad de prevenir o evitar alguna traición, puesto que para Cortés estaba perfectamente establecida su absoluta independencia de Velázquez. Ya entonces disponía de los poderes otorgados por el Cabildo de Veracruz, y, con el envío de sus procuradores en directa suplicación al Rey, portadores de la carta del Regimiento y probablemente también de la suya propia. Como se indicó anteriormente (véase nota 42), esta carta se ha perdido, lo que quizá hace pensar que no la envió en la misma expedición, salida el 26 de julio de 1519, que tenía orden expresa de enfilar el canal de las Bahamas, sin tocar para nada en Cuba, hasta llegar a España. Sobre estas tres ideas argumentales, decidió Cortés iniciar su penetración hacia el interior del territorio de la soberanía de aquel poderoso personaje que se vislumbraba como prepotente y firmemente asentado en el interior, poseedor de gran poder e importante riqueza. A tales efectos dejó como jefe de Veracruz a Juan de Escalante, e inició la marcha en su demanda. <<
[52] Cuando Cortés había iniciado ya su marcha hacia el interior del imperio mexica, estando en Cempoala, recibió aviso de Juan de Escalante de estar merodeando la costa tres barcos españoles. Cortés dejó su ejército al mando de Alvarado y se dirigió rápidamente para informarse de quiénes eran los intrusos. Encontró tres personas en la playa de San Juan de Ulúa, que resultaron ser su escribano —Guillén de la Loa—, acompañado de dos testigos, para tomar posesión de la tierra por el capitán Alonso Álvarez Pineda, quien representaba al teniente de gobernador de la isla de Jamaica, Francisco de Garay. Cuando Cortés supo que Garay apuntaba hacia un posible asentamiento en el río Pánuco, hizo el propósito de adelantársele, cultivando cuidadosamente los caciques de aquella zona para atraérseles a su partido y persona, pero no quiso retrasar más su expedición hacia el encuentro de Motecuzoma Xocoyotzin y reemprendió el camino hacia Cempoala, no sin advertir al escribano de sus derechos preferentes sobre la tierra. Después de haber concluido con la conquista de Tenochtitlan y haber vencido a los mexica, incrementó sus acciones sobre el Pánuco, iniciando la primera de sus peligrosas y arduas campañas que han sido denominadas con justeza, de expansión radial. El resultado de la expedición al Pánuco fue dejar todo el territorio bajo su posesión efectiva y como señal inequívoca de ello, la fundación de una ciudad española, Santisteban del Puerto, provista de todos los atributos de la tradición municipalista castellana. Cuando Garay llegó al Pánuco con una importante fuerza de quince navíos, ciento veinte jinetes, cuatrocientos peones y artillería, tomó la resolución Cortés de ir en persona, pese a estar con un brazo roto a consecuencia de una caída de caballo. Pero, en ese momento llegó a México-Tenochtitlan un emisario de Veracruz, portando correo de España, entre el cual venía una carta del rey en la que ordenaba a Garay se abstuviese de intervenir en ninguna parte de la Nueva España que estuviese ya ocupada por Cortés. Vid. Colección de Documentos Inéditos relativos al Descubrimiento, Conquista y Colonización…, Madrid, 1864, 40 Vols., Vol XXVI p. 71, carta del 24-IV-1523. Cortés invitó a Garay como huésped suyo en Tenochtitlan, le enseñó el nuevo emplazamiento, las nuevas construcciones y firmó con él un acuerdo en el cual te otorgaba el río Palmas para que poblase. <<
[53] El 16 de agosto de 1519 salió Cortés con su compaña de Cempoala: quinientos españoles, trece caballos, siete piezas de artillería. La guía la llevaban dos emisarios de Moctezuma que, siguiendo sus instrucciones, les conducían por las tierras más áridas y hostiles posibles. La ruta marcaba un rodeo para ir ganando altura: primero hacia el noroeste, por Xalapa; luego al este, hacia Tlaxcallan, pasando por las tierras pantanosas y repletas de riscos peligrosos (lxhuacan), a más de siete mil pies de altitud. Murieron algunos indios que habían traído de Cuba, planteando así el arduo problema de la aclimatación humana, tan difícil, uno de los factores claves de lo que se ha llamado despoblación de América. Vid. ángel Rosenblat, La población indígena de América, Buenos Aires, 1945. En el descenso se encontraron ante la gran llanura dominada por la ciudad de Cocotla (Xocotla), donde el cacique Olintetl, les recibió con gran acatamiento y ceremonia. Dos leguas más y alcanzaron el pueblo y fortaleza de Ixtacamactitlan, donde también fueron bien acogidos por los naturales. Desde allí fueron enviados mensajeros hasta Tlacallan, ya que los cempoaleses sugirieron se ganaran su amistad por ser enemigos declarados de Tenochtitlan y Moctezuma. Tlaxcallan era una república independiente de Culúa, compuesta por cuatro cantones, representados cada uno de ellos en el Consejo por un tlaloani (el que habla, por consiguiente, un representante o diputado). Esta república era un poderoso foco de resistencia frente a la dominación de Tenochtitlan, a la que resistían de un modo permanente, impidiendo el libre acceso a los súbditos de Moctezuma, productos indispensables tales como cacao, sal y algodón. Los tlatoanis tlascaltecas escucharon a los indios cempoaleses enviados por Cortés. Tras la oportuna deliberación acordaron invitar a los extranjeros blancos a visitar la ciudad, mientras que Xicontecatl, el joven, general de los ejércitos, intentaría hacerles frente en el campo de la batalla, ayudado por los otomíes, tribu muy belicosa, auxiliar de Tlaxcallan; si vencían a los españoles todo quedaría resuelto; en caso de ser éstos los vencedores, echarían la culpa a los otomíes. Cortés se puso en marcha hacia Tlaxcallan el 31 de agosto de 1519, siguiendo el curso del río y a la entrada del valle, se produjeron las primeras escaramuzas, generalizadas al día siguiente en una colosal batalla, contra un número infinito de tlaxcaltecas, que Cortés calcula en cien mil y Bernal Díaz del Castillo en la mitad. La victoria contra los tlaxcaltecas dio origen a una fecunda alianza que ya nunca se rompería. Apud. Charles Gibson, Tlaxcala in the Sixteenth Century, New Haven, 1952. Disponemos de un excelente códice con cinco escenas, donde se recoge la entrada de los españoles en Tlaxcallan, que fue descubierto en el siglo XVIII por el erudito D. Lorenzo de Boturini y Benaducci. Vid. Jorge Gurria Lacroix, Códice «Entrada de los españoles en Tlaxcala», México, UNAM. 1966. <<
[54] La entrada de Cortés en la ciudad de Tlaxcallan, estuvo precedida de largas conversaciones en las que se agotó la diplomacia española para conseguir la invitación formal de los de Tlaxcallan, obstaculizada hasta el extremo por una embajada de cortesanos principales de Tenochtitlan, que Moctezuma había enviado, fuertemente preocupado por una posible alianza entre españoles y tlaxcaltecas. Pero el interés de éstos era tan decisivo que fueron a invitar a Cortés los cuatro tlatoanis, es decir, el gobierno en pleno, para que los españoles fuesen a la ciudad capital del territorio enemigo de los mexica. El 23 de septiembre de 1519 tuvo lugar la entrada de Cortés en Tlaxcallan. Cortés compara el tamaño de esta ciudad y su traza con la de Granada. Ordenó componer una estadística de población que dio para toda la república un total de ciento cincuenta mil vecinos. <<
[55] El 13 de octubre de 1519, se reinició la marcha acompañada la compaña de Cortés, amén de sus aliados cempoaleses por todo el ejército tlaxcalteca, que Cortés estima en cien mil hombres, cifra a todas luces exagerada. Dieron escolta a Cortés hasta estar a la vista de Cholula, donde el grueso del ejército se retiró, quedando sólo unos cinco mil. Cholula era un ciudad sagrada y centro de peregrinación para todos los pueblos de la meseta del Anahuac, en especial de los devotos del culto de Quetzalcoatl (véase la nota 19). Había en esta ciudad unos trescientos sesenta templos y una antigua pirámide sobre la que se alzaba el gran templo dedicado a Quetzalcoatl. Llegaron a la ciudad nuevos emisarios de Moctezuma, que celebraron amplios conciliábulos con los que habían llegado previamente a Tlaxcallan y que, según pudo observarse, regresaron a Tenochtitlan sin haberse entrevistado con Cortés, y llevándose con ellos al principal de los embajadores llegados a Tlaxcallan. Ello preocupó mucho a Cortés, quien vio confirmados sus temores con la denuncia o información que una anciana principal dio a Doña Marina, de que se preparaba una traición para que los españoles sirviesen para alimentar la piedra de los sacrificios de Huitzilopochtli. Cortés hizo prisionero a uno de los caciques cholultecas y le hizo confesar que, en efecto, se preparaba una encerrona para acabar con los españoles. Cortés actuó con rapidez, apresó a la mayoría de los caciques, se dirigió a la muchedumbre de guerreros que había rodeado el alojamiento de los españoles y tras advertirles que se había descubierto la conjura, terminó con la advertencia de: Tales traiciones, mandan las reyes reales que no queden sin castigo. Por vuestro delito, moriréis. Ordenó disparar un arcabuz, señal convenida de ataque general y como expresa con un laconismo impresionante: dímosles tal mano, que en dos horas murieron más de tres mil hombres. Mucho se ha discutido acerca de esta matanza, en la que Cortés se adelantó a sus antagonistas. Hay que pensar en la situación de guerra, profundamente adentrados en territorio enemigo y habiéndose comprobado la existencia de la conjura para exterminar, fue preciso actuar en consecuencia. Las fuentes directas sobre tal hecho, además de Hernán Cortés (segunda carta de relación), son Bernal Díaz del Castillo (capítulo LXXXIII), la Relación de Andrés de Tapia, en la Colección de Documentos para la Historia de México de Joaquín García Icazbalceta, México, 1858, 2 Vols., fray Bernardino de Sahagún, Historia de las cosas de la Nueva España (ed. de W Jiménez Moreno), lib. XIII, cap. XI; Torquemada, Monarquía Indiana… (Madrid, 1723, publicado en 1615, lib. IV, caps. XXXIX y XL); y Crónica de Nueva España de Francisco Cervantes de Salazar, caps. LIV a LVI. <<
[56] Desde Tlaxcallan, los españoles habían visto una columna de humo que se levantaba desde lo alto de un volcán al que los indios llamaban Popocatepetl (la montaña que fuma), frente a otra de similar grandeza que era el Iztaccihuatl (la mujer blanca), que no era visitado por los indígenas por suponer era la morada de los espíritus. Diego de Ordás pidió permiso a Cortés para realizar la ascensión y el Capitán General le dio nueve compañeros que, con algunos guías indígenas y cargadores, realizaron la penosa ascensión, hasta un punto del que ya les resultó imposible pasar, por la erupción volcánica. Dos anos después se realizó con éxito para la recogida de pólvora. En cambio si regresaron con una excelente noticia informativa, al encontrar —y comprobar— un camino hacia Culhua, es decir, el territorio de México-Tenoxhtitlan, mucho mejor que el que les habían recomendado los embajadores de Moctezuma. Efectivamente siguieron los exploradores el camino nuevo, y desde la cumbre, descubrieron los llanos de Culhua y el espléndido espectáculo, impresionante, de las lagunas sobre la cual se levantaba, imponente, la gran ciudad de Tenochtitlan. En consecuencia, siguieron este camino, emprendiendo la marcha el 1 de noviembre de 1519. La primera noche acamparon en Calpan, en tierras de Guajocingo, aliada de Tlaxcallan. Al día siguiente pasaron entre los dos volcanes, hasta vislumbrar en la llanura Tenochtitlan y sus treinta ciudades. Pernoctaron en un lugar llamado Quauhtechatl, una especie de parador para comerciantes y mercaderes ambulantes. El descenso se inició el 3 de noviembre; como temíamos la muerte —dice Bernal Díaz del Castillo— nos encomendamos a Dios y a su bendita madre, Nuestra Señora. <<
[57] La puerta de entrada a la gran ciudad capitalina del imperio mexica, era Amecameca y Chalco, lago al sur de Tenochtitlan, en cuya orilla se hallaba Ayotzingo, pequeño pueblo construido en parte sobre el lago, y en parte sobre la orilla, y al cual llegaba la calzada de Iztapalapan, una de las entradas a Tenochtitlan. Moctezuma habían reunido su consejo de guerra, profundamente dividido en dos facciones: los que opinaban que había que atacar a los invasores, y los que entendían que había que recibirlos en son de paz, como embajadores, agasajándoles al máximo. En el primer grupo, se encontraba el joven y ardoroso guerrero Cuauhtemoc (Vid. nota 31). Moctezuma, después de largas vacilaciones, decidió enviar a Chalco al rey de Texcoco (Tetzcuco), Cacamatzin, para que intentase convencer a Cortés de que se volviese atrás. Cortés, sin hacer caso, continuó su camino siguiendo la calzada de Iztapalapan, que seguía primero la costa del lago de Chalco, pasaron por Mizquiz, hacia el istmo en donde se alzaba la ciudad de Iztapalapan, de donde arrancaba la calzada, construida de piedra y cemento, que conducía hacia el centro ceremonial de Tenochtitlan. <<
[58] La diplomacia de Moctezuma, vacilante, contrastaba con la firme resolución de Cortés, que se daba perfecta cuenta de que todos aquellos pueblos, se sentían oprimidos por el poder de Moctezuma. El aprendizaje de su actitud, adquiría firmes perfiles a través de la experiencia y observación. <<
[59] En el mismo momento en que se retiró Cacamatzin, Cortés ordenó continuar la marcha hacia Iztapalapa, que era la ciudad del hermano de Moctezuma, Cuitlahuac, a la que querían llegar los embajadores-guías que el tlacatechutli había puesto a disposición de Cortés. Dado que Cuitlahuac era el que había ofrecido mayor resistencia para la admisión de los españoles en son de paz, existe duda acerca de si la insistencia de los embajadores se debía a la voluntad de Cuitlahuac de hacer olvidar su oposición, o para llevar a cabo un intento desesperado de última hora que impidiese la entrada de los españoles en Tenochtitlan. El 8 de noviembre de 1519, se emprendía la última jornada que conducía desde Iztapalapan hasta la misma Tenochtitlan. Esta se alzaba, en la laguna, unida por tres calzadas artificiales con otras tantas ciudades o barrios de la orgullosa capital de Culhua. La entrada de los españoles —y la recepción ofrecida por el tlacatecuhtli y toda su corte— debió ser de una magnificencia impresionante. Magistralmente descrito por Cortés, entusiasmado por el espectáculo de la ciudad. En el encuentro, tuvo lugar un curioso intercambio de regalos. Cortés llevaba puesto un collar de margaritas (cuentas de vidrio con diseños de colores enhilado en oro y perfumado de almizcle) que se quitó para ponérselos al tlacatecuhtli. Cuando iniciaron la marcha hacia el interior de Tenochtitlan, Cortés que iba conducido de la mano de Cuitlahuac, quien no consentía que se le acercase ninguna persona, llegó un mensajero con un envoltorio que entregó a Moctezuma y volviéndose hacia atrás, puso éste en el cuello de Cortés dos collares de camarones que eran hechos de huesos de caracoles colorados que ellos tienen en mucho; y de cada collar colgaban ocho camarones de oro, de mucha perfección, tan largos casi como un geme, según relata Cortés. Parece ser que eran insignias correspondientes al dios Quetzalcoatl, <<
[60] El mito de Quetzalcoatl, constituye una clave fundamental en el panteón religioso de los mexica y —sin que los españoles lo supiesen a ciencia cierta— un argumento fundamental que nos explica la recepción que acabamos de referir, brillantemente narrada por su principal protagonista, Hernán Cortés. Tenemos por ello que hacer una referencia, siquiera breve, a tan importante cuestión. Quetzalcoatl, fue inicialmente un sacerdote llamado Huemac, que enseñó a los tolteca la civilización, les adoctrinó y predicó la moral. Frente a él se produjo una revolución religiosa, encabezada por Tezcatlipoca —el principio opuesto, y verdaderamente, los dos términos de una religión agonaldualista (bien y mal, blanco y negro)— quien derrota a Quetzalcoatl que se vio obligado a emigrar, haciendo un extenso recorrido que le llevó hasta la península de Yucatán, de donde se marchó hacia el Oriente, prometiendo regresar para castigar a los mexicanos y señorear la tierra. Sobre este importante mito pueden verse las obras de Paul Kirchoff El fin de Tula: Quetzalcoatl, Huemac, los colhua y los mexica, México, 1955; de Wigberto Jiménez Moreno Historia Antigua de México, México, 1959; y como síntesis global, Mario Hernández Sánchez-Barba, Historia de América, Madrid, Alhambra, 1981, vol. I, América Indígena. <<
[61] Los antiguos mexicanos eran excelentes pintores, como ha sido cumplidamente demostrado. Apud. Salvador Mateos Higuera, «Colección de estudios Sumarios de los códices pictóricos indígenas», Tlalocan, vol. III, num 1, 1949. Se trata de un interesante método de información para llevar ésta por medio de la imagen, excelentemente reproducida hasta la persona a la que se deseaba informar. La primera visión que tuvo Moctezuma de los recién llegados en extrañas naves hasta la costa del territorio dominado por Tenochtitlan, fue la que le llevaron sus informadores indígenas. <<
[62] En torno al lago de Tezcoco y teniendo como cabeza la ciudad de Tenochtitlan, existía una federación política, cuya segunda ciudad en importancia era la de Tezcoco. Al frente de ella, como rey según entendieron los españoles, estaba el sobrino de Moctezuma, Cacamatzin, joven de unos veinticinco años, según la descripción que de él hicieron los testigos presenciales del encuentro con Cortés, ya que fue enviado personal de Moctezuma para intentar convencer a Cortés en la ciudad de Ayotzingo, en la orilla del lago de Chalco, e inmediatamente antes de Iztapalapan, que se retirase sin entrar en Tenochtitlan. <<
[63] En corto espacio de tiempo recibió Cortés dos malas noticias. La primera, que un ejército mexica había atacado la población de Veracruz, en cuya defensa había muerto el jefe de la guarnición, Juan de Escalante. Esta noticia la recibe el 15 de noviembre, sólo cuatro días después de que hubiese ocurrido la brillante recepción de Cortés por Moctezuma a la entrada de Tenochtitlan. La segunda noticia, recibida el 23 de diciembre del mismo 1519, informa de la llegada a la costa de una Armada, al frente de la cual iba como enviado del gobernador Velázquez, Pánfilo de Narváez, con una regular campaña de ochocientos soldados y ochenta jinetes, y la misión de capturar a Hernán Cortés y llevarlo preso a Cuba para ser juzgado. En estas condiciones la reacción de Cortés fue rápida y tajante. En primer lugar apoderarse de Moctezuma, manteniéndolo como rehén en el Propio palacio de Axayacatl, que era el cuartel general de los españoles. En segundo lugar, entrega el mando de Tenochtitlan a su segundo, Pedro de Alvarado marchando él en persona hacia la costa para enfrentarse a Pánfilo de Narváez. El 21 de enero de 1520 llegó a la costa de Veracruz, y sorprendió a Narváez en una batalla campal nocturna, en la que, una vez más, brilló el genio de Cortés. El 22 de enero capturó la flota íntegra y toda la gente se pasó a Cortés rindiéndole homenaje. Tras un intento fallido de nombrar nuevo gobernador de la región veracruzana a Alonso de Grado, se decidió Cortés a designar para tan importante puesto a un hombre de su absoluta confianza, Gonzalo de Sandoval, que parece ser es, de todos los capitanes que formaban su Estado Mayor, el que más se distinguía por sus conocimientos militares y su capacidad estratégica, pues de él habló Cortés al rey Carlos I, poniéndolo como ejemplo, en cuanto coronel de muchos ejércitos. Era también natural de Medellín e hidalgo, pues su padre fue Alcaide de una fortaleza. <<
[64] No tuvo la misma feliz solución el problema de Tenochtitlan. Se había ido generando una inquietud social, a partir, sobre todo, del arresto de Moctezuma por Cortés. Por otra parte, a Alvarado le faltó habilidad para mantener la iniciativa y percatarse de las verdaderas intenciones indígenas cuando, con motivo de la celebración de la fiesta del Toxcatl, en la que un joven que era cuidadosamente preparado durante todo el año anterior y que se suponía era la encarnación de Tezcatlipoca, se sacrificaba. Para esta fiesta se preparaban muchas armas y movimientos de guerreros, lo cual, junto con la prohibición tajante dada por Cortés de realizar sacrificios humanos, movió a Alvarado a tomar precauciones, entre ellas, la toma en rehén de un príncipe de la corte de Moctezuma, al que los españoles llamaron el Infante. Esto hizo estallar la rebelión. Moctezuma envió mensajeros a Cortés quejándose de Alvarado, y el Capitán General decidió el regreso inmediato a Tenochtitlan, donde ya se había hecho irreversible la rebelión indígena, que terminó con la necesaria e ineludible retirada el 30 de junio de 1520, registrada con la denominación de la Noche Triste. En ella perdió Cortés 150 soldados, 2000 aliados indígenas, cuarenta y cinco caballos, armas y bagajes. Entre los capitanes de Cortés, pereció Juan Velázquez de León, y por parte indígena, Cacamatzin y dos hijos y una hija de Moctezuma. Aquí se cierra la permanencia en Tenochtitlan como amigos y aliados, y se inicia la fase violenta de la conquista. <<
[65] Los supervivientes de la Noche Triste, que se dirigían a Tlaxcallan, encontraron un último y formidable obstáculo en la llanura de Apam cerca de la ciudad de Otumba, completamente cubierta por guerreros mexica, que pretendían dar el golpe final a los restos maltrechos de los españoles. La intuición genial de Cortés brilló una vez más, y acompañado por el capitán Juan de Salamanca, se dirigió hacia el portador de la insignia de guerra, el ciuacoatl, derribándolo violentamente y destruyendo la insignia, lo cual implicó la inmediata disolución del ejército. Esto ocurrió el 7 de julio; el 13 ya se encontraba en territorio tlaxcalteca, e inmediatamente, comenzó Cortés los preparativos para iniciar la conquista de Tenochtitlan. Como planteamiento previo llevará a efecto una campaña contra la provincia de Tepeaca, al efecto de disuadir a los mexica de una posible intención de hostigamiento, y funda Segura de la Frontera, que será la base para el lanzamiento de la gran ofensiva. <<
[66] A finales de 1520, se dejaron sentir, biológicamente, los efectos de la guerra y del contacto entre españoles e indígenas; se manifestó en una terrible epidemia de viruelas, de las que fueron víctimas muchos indígenas, entre ellos el hermano de Moctezuma, Cuitlahuac, que había sucedido como tlacatecuhtli a aquél, después de su muerte. Fue entonces elegido tlacatecuhtli Cuauhtemoc, a principios de diciembre de 1520. Su advenimiento al trono tuvo lugar durante los días de nemontemi o nefastos, porque eran de los que quedaban huérfanos y vacíos de dioses tutelares. El nombre de Cuauhtemoc, significa el águila que se desplomó; era sobrino de Moctezuma y se casó inmediatamente con una hija de éste, llamada Tecuichpoch. Otra importante víctima de la epidemia de viruelas fue el jefe tlaxcalteca, más íntimo aliado de Cortés, Maxixcatzin. Cortés, actuando inmediatamente, designó sucesor al hijo segundo —pues el mayor había muerto en una batalla— a quien se le bautizó con el nombre de Lorenzo y, por respeto a la nobleza y virtud de su padre, se le conservó el apellido, latinizado, de Magiscazín. También fue bautizado el octogenario Xicotencatl, que se transformó en Don Lorenzo de Vargas. <<
[67] El 26 de diciembre de 1520, Cortés hizo alarde de sus efectivos, que consistían en cuarenta de a caballo, quinientos cincuenta de a pie, de los cuales ochenta eras ballesteros y arcabuceros, ocho o nueve cañones pequeños. Durante la revista, Cortés arengó a sus hombres, pidiéndoles que estuviesen contemos ya que luchaban por una causa justa, fundamentalmente para propagar la fe entre aquella gente bárbara, y para servir al Rey. Se había preparado también un poderoso ejército auxiliar de tlaxcatecas y se había mandado construir trece bergantines que serían trasladados a hombros de ocho mil portadores indígenas hasta la ciudad de Tetzcoco, donde serían botados a la laguna. Dos días después del alarde, se emprendería el camino hacia Tetzcoco, que encontraron completamente desierto, pues sus habitantes lo habían abandonado con su rey Coanochtzin a la cabeza, para refugiarse en Tenochtitlan. Puede considerarse que aquí dio comienzo la campaña de conquista de Culhua mexica, con su orgullosa capital Tenochtitlan. Sin duda, en esta campaña siguió Cortés el modelo de la conquista del reino nazarita de Granada, llevado a cabo por el rey don Fernando el Católico. <<
[68] Tesuico, es Tetzcoco, capitalidad ribereña del lago de Texcoco, donde tiene su asiento, tal como quedó indicado anteriormente, uno de los integrantes de la confederación. Al iniciarse la segunda campaña —la de conquista propiamente dicha— fue elegida por Cortés como base naval para la puesta a flote de los bergantines que mandó construir a efectos de proceder al sitio total de Tenochtitlan. <<
[69] Colhua, es un término nahua que designa la raíz antropológica del mexicanismo, pero también la dimensión confederativa política y el ámbito territorial al sitio total de Tenochtitlan. <<
[70] La narración de Cortés es extremadamente clara y perfilada, pudiendo seguirse con mucha precisión toda la operación. Únicamente cabe apostillar cuál es la estrategia (dejar aislada a Tenochtitlan), utilizando determinada táctica, consistente en una verdadera operación anfibia. A tales efectos dividió sus fuerzas en tres columnas: la primera, situada en Tacuba, al mando de Alvarado; la segunda al de Cristóbal de Olid, su maestre de campo, teniendo la calzada de Coyoacan como eje de ataque; la tercera al mando de Sandoval, que debía penetrar por la calzada de Iztapalapan, hasta encontrarse con Olid para dar el ataque final. El propio Cortés mandaría los trece bergantines. Una calzada —la de Tepeyac—, la dejó libre para facilitar a los indígenas la evacuación de la ciudad, ante la presión del sitio. La primera fase sería un ataque combinado de Sandoval y Cortés para cortar el acueducto de Chapultepec, puesto que un objetivo clave fue impedir el avituallamiento de la ciudad, para conseguir que el sitio fuese lo más breve posible. El 1 de junio de 1521 fue conquistado el fuerte de Xoloc; el 10 de junio tuvo lugar el asalto al Templo Mayor; el 16 la destrucción del palacio de Axayacatl, y el 30 de junio el ataque del mercado y barrio de Tlatelolco. El 28 de julio, ante la heroica y tenaz defensa de los mexica, que obligaba a una conquista prácticamente de casa por casa, ordenó Cortés un ataque general, en el curso del cual fue hecho prisionero el propio Cortés, liberado —a costa de su propia vida— por Cristóbal de Olea. El 13 de agosto la lucha ha quedado reducida a un solo barrio, donde son reducidos los extenuados guerreros mexica. En un último y desesperado recurso se refugian en las canoas, en una de las cuales es aprisionado Cuauhtemoc: por el maestre García Holguín. El 13 de agosto de 1521 culmina la ardua operación de conquista de Tenochtitlan. <<
[71] La campaña duró noventa y tres días de constantes combates. <<
[72] La figura de Cuauhtemoc resulta absolutamente ingente en su condición de tlacatechutli, es decir, jefe militar —ciertamente jefe máximo— de Tenochtitlan. Su rendición tuvo lugar cuando era absolutamente imposible la resistencia, que había sido llevada hasta el límite de lo humano. Cfr. Jorge García Lacroix, Historiografía sobre la muerte de Cuauhtemoc, México, UNAM, 1976. <<
[73] La cuarta carta, fechada en Tenochtitlan a 15 de octubre de 1524, fue editada por primera vez en español en Toledo, a 20 de octubre de 1525 por Gaspar de ávila. Su contenido principal hace referencia a la organización y crecimiento de la fundación. Cortés aparece en ella en la plenitud de su gloria, como ordenador y tratando de la ampliación territorial de México: Guatemala, Honduras, Pánuco, etc. Se hace también en ella reiterada mención de la Nueva México que se está levantando, y por la cual puede apreciarse el inteligente sentido urbanístico de Cortes. Apud. George Kubles, Mexican Architecture of the Sixteenth Century, New Haven, Yale Univ. Press. 1948, destaca cómo la ciudad de México en el siglo XVI está a la cabeza del mundo en planificación y urbanismo. También en esta carta se anuncia ya la inteligente política naval de Hernán Cortés, orientada hacia la Mar del Sur. <<
[74] Las expediciones expansivas de Cortés mantuvieron el hilo de la expansión territorial, La expedición de Alvarado a Guatemala, Vid, la interesante percepción histórica realizada por Jesús María García Añoveros, estableciendo un factum comparativo entre Cortés y Alvarado, en Quinto Centenario, num, 9 Madrid 1985, fue complementada con la de Olid a Honduras, continuada después por el propio Cortés y la necesaria toma de posición respecto al Pánuco como consecuencia de la repentina e inesperada aparición de Francisco de Garay, que alcanzaba esa región al frente de una formidable campaña; casi simultáneamente, Cortés recibía despachos del Rey transmitiendo la orden a Garay de que se abstuviese de intervenir en los territorios que hubiesen sido sojuzgados e integrados por Cortés, La rápida intervención de éste, condujo a la firma de pactos con Garay, impidiendo una nueva confrontación entre españoles (Véase nota 11). <<
[75] Cristóbal de Olid partió para Las Hibueras (Honduras) el 11 de enero de 1524, con cinco navíos grandes, un bergantín, cuatrocientos peones y varios miles de pesos para comprar caballos en Cuba. Olid se alzó contra Cortés, y éste envió a Francisco de las Casas contra él, aunque pronto decidió ir en persona, seguramente por razones de índole política. <<
[76] Pedro de Alvarado fue designado para llevar a cabo la expedición a Guatemala, que inició el 6 de diciembre de 1523, con ciento sesenta jinetes y trescientos peones. <<
[77] En realidad, la llamada política expansiva radial de Hernán Cortés, aparte de sus condicionantes de índole político-territorial tenía como fundamento esencial la condición delimitadora, de conocimiento geográfico y de búsqueda de posibles pasos entre el Atlántico y el Pacífico. Por eso preparó paralelamente a las citadas expediciones ístmicas, una Armada en la Mar del Sur, habilitando para ello el puerto de Zacatula y preparando una flotita en el verano de 1524 con objeto de cumplir el ofrecimiento hecho al Rey de explorar toda la costa del continente hasta los Bacalla por el norte y el estrecho descubierto por Magallanes en el sur, pues abrigaba el proyecto de conquistar hasta la Especiería. Se trata todo ello de un vasto plan presentado por Cortés en 1533 para llevar a cabo toda esta exploración. Vid. Mario Hernández Sánchez-Barba, Historia de América, Madrid, Alhambra, 1981, Vols. II, pag. 77 y sgs. <<
[78] La quinta carta de relación está fechada a 3 de septiembre de 1526 en Tenochtitlan y fue publicada por primera vez en 1844 por el benemérito americanista Fernández de Navarrete. En ella habla de la expedición a Las Hibueras, de su regreso a México, la muerte de Ponce de León, juez de residencia. Conviene mencionar respecto a la expedición de Las Hibueras que la pompa y esplendor con que la preparó y realizó Cortés —que ha sido tan criticado por Salvador de Madariaga— fue debido a que ya en estos momentos Cortés actuaba como representante reconocido del Rey, como Capitán General y Gobernador de la Nueva España (las Reales Cédulas que le acreditaban como tal las recibió en octubre de 1522), así como también en el hecho de haber coronado con tanta brillantez la empresa de conquista y anexión a la Corona del formidable imperio mexica. No puede olvidarse el acendrado espíritu monárquico de Cortés y que sus planes expansivos, tan entusiásticamente expuesto al Rey, representan un perfil muy importante de tal condición. <<
[*] En blanco en el original. <<