EISENSTEIN GALLERIES

SAN FRANCISCO, CALIFORNIA, EEUU

23 de noviembre de 1933

Herrn Martin Schulse

a/c Deutsch-Völkische Bank-und Handelsgesellschaft

Múnich, Alemania

Martin:

Desesperado, me dirijo a ti. No puedo esperar a que pase un mes más, de modo que te doy información sobre tus inversiones. Puedes querer hacer algunos cambios y así podré incluir mi ruego en una letra bancaria.

Se trata de Griselle. A lo largo de dos meses su silencio ha sido absoluto y ahora empiezan a llegarme rumores. De una boca judía a otra van llegando cuentos de Alemania, cuentos tan terribles que, si me atreviera, me taparía los oídos, pero no puedo. Tengo que saber qué le ha pasado. Tengo que estar seguro.

Se presentó en la obra de Berlín durante una semana. Luego desde el público varios espectadores la abuchearon y le gritaron «judía». ¡Es tan cabezota, tan insensata esa espléndida criatura! Les hizo tragar lo dicho, diciéndoles con orgullo que sí, que «era» judía.

Algunos de los presentes se lanzaron tras ella. Griselle corrió entre bastidores. Alguien debe haberle ayudado porque consiguió escapar, mientras la partida de forajidos le pisaba los talones. Durante varios días estuvo refugiada en el desván de una familia judía. Después cambió su aspecto todo lo que pudo y se fue rumbo al sur, con la esperanza de llegar caminando a Viena. Les dijo a quienes la alojaron que estaría a salvo si pudiera llegar a casa de unos amigos de Múnich. Ésa es mi esperanza, que haya llegado hasta ti. Porque a Viena no llegó nunca. Dime una palabra, Martin, y si no ha llegado a tu casa, haz si puedes una discreta investigación. No tengo reposo. Me torturo día y noche con la imagen de esa pequeña cosita valiente, trastabillando a lo largo de tantos kilómetros a través de un país hostil, mientras el invierno se echa encima. Quiera Dios que puedas mandarme una palabra de alivio.

MAX