VI

RELACIONES ENTRE AMBOS SISTEMAS

SERÍA ERRÓNEO REPRESENTARSE que el sistema Inc. permanece inactivo y que toda la labor psíquica es efectuada por el sistema Prec., dejando al sistema Inc. como algo muerto, un órgano rudimentario, residuo del desarrollo. Igualmente sería equivocado suponer que la relación de ambos sistemas se limite al acto de la represión, en el cual el sistema Prec. arrojaría a los abismos del sistema Inc. todo aquello que le pareciese perturbador. Por el contrario, el sistema Inc. posee una gran vitalidad, es susceptible de un amplio desarrollo y mantiene una serie de otras relaciones con el Prec., entre ellas la de cooperación. Podemos, pues, decir, sintetizando, que el sistema Inc. continúa en ramificaciones —o derivados—, siendo accesible a las impresiones de la vida, influyendo constantemente sobre el Prec. y hallándose, por su parte, sometido a las influencias de éste.

El estudio de las ramificaciones del sistema Inc. defraudará nuestra esperanza de una separación esquemáticamente precisa entre los dos sistemas psíquicos. Esta decepción hará considerar insatisfactorios nuestros resultados y será probablemente utilizada para poner en duda el valor de nuestra diferenciación de los procesos psíquicos. Pero hemos de alegar, que nuestra labor no es sino la de transformar en una teoría los resultados de la observación y que nunca nos hemos obligado a construir, de buenas a primeras, una teoría absolutamente clara y sencilla. Así, pues, defenderemos sus complicaciones mientras demuestren corresponder a la observación, y continuaremos esperando llegar con ella a un conocimiento final de la cuestión, que siendo sencillo en sí, refleje, sin embargo, las complicaciones de la realidad.

Entre las ramificaciones de los impulsos inconscientes, cuyos caracteres hemos descrito, existen algunas que reúnen en sí las determinaciones más expuestas. Por un lado, presentan un alto grado de organización, se hallan exentas de contradicciones, han utilizado todas las adquisiciones del sistema Cc. y apenas se diferencian de los productos de este sistema, pero en cambio, son inconscientes e incapaces de conciencia. Pertenecen, pues, cualitativamente, al sistema Prec.; pero efectivamente, al Inc. Su destino depende totalmente de su origen, y podemos compararlas con aquellos mestizos, semejantes en general, a los individuos de la raza blanca, pero que delatan su origen mixto, por diversos rasgos visibles, y quedan así excluidos de la sociedad y del goce de las prerrogativas de los blancos. Aquellos productos de la fantasía de los normales y de los neuróticos, que reconocimos como fases preliminares de la formación de sueños y de síntomas, productos que a pesar de su alto grado de organización permanecen reprimidos y no pueden, por lo tanto, llegar a la conciencia, son formaciones de este género. Se aproximan a la conciencia y permanecen cercanos a ella, sin que nada se lo estorbe, mientras su carga es poco intensa, pero en cuanto ésta alcanza una cierta intensidad, quedan rechazados. Ramificaciones de lo inconsciente, igualmente organizadas, son también las formaciones sustitutivas, pero éstas consiguen el acceso a la conciencia merced a una relación favorable, por ejemplo, si sucede que unan sus fuerzas con una contracarga del sistema Prec.

Investigando más detenidamente, en otro lugar, las condiciones del acceso a la conciencia, lograremos resolver muchas de las dificultades que aquí se nos oponen. Para ello, creemos conveniente invertir el sentido de nuestro examen, y si hasta ahora hemos seguido una dirección ascendente, partiendo del sistema Inc. y elevándonos hacia el sistema Cc., tomaremos ahora a este último, como punto de partida. Frente a la conciencia, hallamos la suma total de los procesos psíquicos, que constituyen el reino de lo preconciente. Una gran parte de lo preconciente procede de lo inconsciente, constituye una ramificación de tal sistema y sucumbe a una censura antes de poder hacerse consciente. En cambio, otra parte de dicho sistema Prec. es capaz de conciencia sin previo examen por la censura. Queda aquí, contradicha, una de nuestras hipótesis anteriores. En nuestro estudio de la represión, nos vimos forzados a situar entre los sistemas Inc. y Prec. la censura, que decide el acceso a la conciencia, y ahora encontramos una censura entre el sistema Prec. y el Cc. Pero no deberemos ver en esta complicación, una dificultad, sino aceptar que a todo paso desde un sistema al inmediatamente superior, esto es, a todo progreso hacia una fase más elevada de la organización psíquica, corresponde una nueva censura. La hipótesis de una continua renovación de las inscripciones, queda de este modo anulada.

La causa de todas estas dificultades, es que la conciencia, único carácter de los procesos psíquicos que nos es directamente dado, no se presta, en absoluto, a la distinción de sistemas. La observación nos ha mostrado que lo consciente no es siempre consciente, sino latente también durante largos espacios de tiempo, y además, que muchos de los elementos que comparten las cualidades del sistema Prec. no llegan a ser conscientes. Más adelante, hemos de ver asimismo, que el acceso a la conciencia queda limitado por determinadas orientaciones de su atención. La conciencia presenta de este modo, con los sistemas y con la represión, relaciones nada sencillas.

En realidad, sucede que no sólo permanece ajeno a la conciencia lo psíquico reprimido, sino también una parte de los sentimientos que dominan a nuestro yo, o sea la más enérgica antítesis funcional de lo reprimido. Por lo tanto, si queremos llegar a una consideración metapsicológica de la vida psíquica, habremos de aprender a emanciparnos de la significación del síntoma «conciencia».

Mientras no llegamos a emanciparnos en esta forma, queda interrumpida nuestra generalización, por continuas excepciones. Vemos, en efecto, que ciertas ramificaciones del sistema Inc. devienen conscientes, como formaciones sustitutivas y como síntomas, generalmente después de grandes deformaciones, pero muchas veces, conservando gran cantidad de los caracteres que provocan la represión, y encontramos que muchas formaciones preconcientes permanecen inconscientes, a pesar de que por su naturaleza, podrían devenir conscientes. Habremos, pues, de admitir, que vence en ellas la atracción del sistema Inc., resultando así, que la diferencia más importante, no debe buscarse entre lo consciente y lo preconciente, sino entre lo preconciente y lo inconsciente. Lo inconsciente es rechazado por la censura al llegar a los límites de lo preconciente, pero sus ramificaciones pueden eludir esta censura, organizarse en alto grado y llegar en lo preconciente hasta una cierta intensidad de la carga, traspasada la cual intentan imponerse a la conciencia, siendo reconocidas como ramificaciones del sistema Inc. y rechazadas hasta la nueva frontera de la censura entre el sistema Prec. y el Cc. La primera censura funciona, así, contra el sistema Inc., y la última contra las ramificaciones preconcientes del mismo. Parece como si la censura hubiera avanzado un cierto estadio en el curso del desarrollo individual.

En el tratamiento psicoanalítico, se nos ofrece la prueba irrebatible de la existencia de la segunda censura, o sea de la situada entre los sistemas Prec. y Cc. Invitamos al enfermo a formar numerosas ramificaciones del sistema Inc., le obligamos a dominar las objeciones de la censura contra el acceso a la conciencia, de estas formaciones preconcientes, y nos abrimos, por medio del vencimiento de esta censura, el camino que ha de conducirnos al levantamiento de la represión, obra de la censura anterior. Añadiremos aún la observación de que la existencia de la censura entre el sistema Prec. y el Cc. nos advierte que el acceso a la conciencia no es un simple acto de percepción sino, probablemente, también una sobrecarga —hipercatexis—, o sea un nuevo progreso de la organización psíquica.

Volviéndonos hacia la relación del sistema Inc. con los demás sistemas, y menos para establecer nuevas afirmaciones, que para no dejar de consignar determinadas circunstancias evidentes, vemos que en las raíces de la actividad instintiva, comunican ampliamente los sistemas. Una parte de los procesos aquí estimulados pasa por el sistema Inc. como por una fase preparatoria y alcanza en el sistema Cc. el más alto desarrollo psíquico, mientras que la otra queda retenida como Inc. Lo Inc. es también herido por los estímulos procedentes de la percepción. Todos los caminos que van desde la percepción al sistema Inc. permanecen regularmente libres y sólo los que parten del sistema Inc., y conducen más allá del mismo son los que quedan cerrados por la represión.

Es muy singular y digno de atención, el hecho de que el sistema Inc. de un individuo pueda reaccionar al de otro, eludiendo absolutamente el sistema Cc. Este hecho merece ser objeto de una penetrante investigación, encaminada principalmente a comprobar si la actividad preconciente queda también excluida en tal proceso; pero de todos modos, descriptivamente el hecho es irrebatible.

El contenido del sistema Prec. (o Cc.) procede, en parte, de la vida instintiva (por mediación del sistema Inc.), y, en parte, de la percepción. No puede determinarse hasta qué punto los procesos de este sistema son capaces de ejercer, sobre el sistema Inc., una influencia directa. La investigación de casos patológicos muestra con frecuencia una independencia casi increíble del sistema Inc. La condición de la enfermedad es, en general, una completa divergencia de las tendencias y una separación absoluta de ambos sistemas. Ahora bien: el tratamiento psicoanalítico se halla fundado en influenciar al sistema Inc. desde el sistema Cc y muestra, de todos modos, que tal influencia no es imposible, aunque sí difícil. Las ramificaciones del sistema Inc., que establecen una medición entre ambos sistemas, abren, como ya hemos indicado, el camino que conduce a este resultado. Podemos, sin embargo, admitir, que la modificación espontánea del sistema Inc. por parte del sistema Cc. es un proceso penoso y lento.

La cooperación entre un sentimiento preconciente y otro inconsciente o incluso intensamente reprimido, puede surgir cuando el sentimiento inconsciente es capaz de actuar en el mismo sentido que una de las tendencias dominantes. En este caso, queda levantada la represión y permitida la actividad reprimida, a título de intensificación de la que el yo se propone. Lo inconsciente se hace ego-sintónico únicamente en esta constelación, pero sin que su represión sufra modificación alguna. La obra que el sistema Inc. lleva a cabo en esta cooperación, resulta claramente visible: las tendencias reforzadas se conducen, en efecto, de un modo diferente al de las normales, capacitadas para funciones especialmente perfectas y muestran ante la contradicción una resistencia análoga a la de los síntomas obsesivos.

El contenido del sistema Inc. puede ser comparado a una población aborigen psíquica. Si en el hombre existe un acervo de formaciones psíquicas heredadas, o sea algo análogo al instinto animal, ello será lo que constituya el nódulo del sistema Inc. A esto se añaden después los elementos rechazados por inútiles durante el desarrollo infantil, elementos que pueden ser de naturaleza idéntica a la heredada. Hasta la pubertad no se establece una precisa y definitiva separación del contenido de ambos sistemas.