Muchas personas de gran generosidad me han ayudado a reunir información para este libro: estudiantes universitarios, deportistas, entrenadores, docentes, antiguos alumnos y adláteres, así como los habitantes de un edén situado en las montañas Azules de Carolina del Norte, en el condado de Alleghany. Si fuera posible, les daría las gracias a todas y cada una personalmente en estas líneas. Sí debo mencionar sin falta a algunas de ellas, que hicieron todo lo que estaba en su mano y más para ayudarme:
En el condado de Alleghany: a Mack y Cathy Nichols, cuya comprensión y minuciosidad resultaron magníficas; a Lewis y Patsy Gaskins, que me mostraron las extraordinarias granjas de abetos del condado, en una de las cuales crecían más de quinientos mil árboles, y al cortés personal del Instituto de Secundaria Alleghany y de la Cámara de Comercio de Alleghany.
En la Universidad de Stanford: al mandamás de Ciencias de la Información, Ted Glasser; a Jim Steyer, autor de The Other Parent; a Gerald Gillespie, gran autoridad en Literatura Comparada; al estudioso de Mallarmé, Robert Cohn y a los jóvenes astros académicos Ari Solomon y Robert Royalti así como a sus séquitos estudiantiles.
En la Universidad de Michigan: al maestro de Teoría de la Comunicación Mike Traugott y a Peaches Thomas, que permitió a un incauto adentrarse precipitadamente en cierta vida nocturna universitaria a la que no debería acercarse nadie con dos dedos de frente.
En Chapel Hill: a Connie Eble, lexicóloga especializada en jerga universitaria y autora de Slang and Sociability; a Dorothy Holland, cuya obra Educated in Romance abrió camino en la antropología de los universitarios estadounidenses; a Jane D. Brown, conocida por Media, Sex and the Adolescent, y a dos estudiantes especialmente perspicaces, los ex alumnos Francés Fennebresque y David Fleming.
En Huntsville (Alabama): a Mark Noble, asesor deportivo famoso por evaluar, preparar y tratar a jugadores de la Primera División Universitaria y profesionales; a Greg y Jay Stolt y a su hijo Greg, figura del equipo de baloncesto de la Universidad de Florida que actualmente juega como profesional en Japón, y al pintoresco consejero de Hunstville Doug Martinson.
En Gainesville (Florida): a Bill McKeen, decano de la Facultad de Periodismo, autor de Highway 61 y llave de acceso a los lugares más de moda de la vida estudiantil, entre ellos «el Pantano», un estadio de fútbol americano bajo cuyas tribunas palpita toda una ciudad.
En Nueva York: a Jann Wenner, que una vez más me guio por el valle de sombras de la literatura tediosa, y al abogado Eddie Hayes («¡Que me traigan a Hayes!»), que leyó gran parte del original. In domo: a mi adorada Sheila, scribere iussit amor, en palabras de Ovidio. Scripsi.
TOM WOLFE