(En la Asociación de Estudiantes, el día 9 de mayo de 1863)
Recién reconstruida está la sala del estudiante;
Mas sus muros los levantan los espíritus surgidos
Del campo de la batalla por el triunfo de la palabra,
Sombras de la lucha por el pensamiento.
Nuestra morada cobró su bautismo entonces
Por bellas mujeres adornada, a ella
Corrió la esperanza del estudiante
Apuntalada por sus recios recuerdos.
Luchan pensamientos escudo contra escudo
En torno a los mil valles. El pensamiento
Que se levanta como un baluarte de esfuerzo unido
Es la silla de corcel del estudiante. Aquí
Se decidirá la batalla cuando ésta
Aquí alce su estruendo, cuando el caído,
Como un dios, se alce,
Aquí, finalmente, reconciliado.
Las estocadas las trocará sin odio
Un solo campeón del espíritu;
La lucha es la contienda purificadora
De la verdad, vista desde las altas llanuras;
La palabra tendrá el peso de la fuerza
Que en la batalla contundirá; la sentencia
Voz será de una raza
Que está por encima del tiempo.
Visible se alza desde ese día el sello
Del pensamiento redentor,
Tallado en hondos trazos
Reforzados por la reciedumbre de la memoria.
Y la fuerza de un suave, aplomado consuelo
Yace en el femenino don:
Ésa es la corona, tiernamente dejada
Sobre la tumba del caído.