Graznido de gaviota

Sobre mar y brezal se cierra el cielo,

El sur tormenta incita;

Danés hermano, sobre ti se agolpa

De amargo viento acérrima velada.

Aquí arriba, de noruega linde,

Bandada en vuelo de gaviotas

Sus alas en aciago aviso baten;

Es agorera y fúnebre su música,

Bien sabe Dios, más áspera que suave.

¡Pero igual da, gris ave marinera,

En el hielo de Ranhest cabalgando!

¡Grazna, grazna, da igual, después de todo,

Si la voz no es afable!

¡Lo mismo da, por ronca que tú seas,

En lugar de poeta deleitoso!;

¡Contra arrecifes ciegos chocan olas,

Terrible tormenta se acerca,

Grazna, grazna, que así tu voz retumba!

Tú, ruiseñor, en el danés boscaje,

¿A qué irritarte, porque

El trino que tú allí exhalabas

En olvido ha caído?

¡Tú mismo en el norte eres ave extraña,

Criada en otras tierras,

Sin familiares en noruegos fiordos,

Jamás estuvo tu terruño

Entre coronas de glaciares!

Di, hermano mío, ¿colimbo oíste acaso

Hendiendo grises cielos?;

¿Tiene éste, dime, el cuello fino y frágil

Cual la pequeña alondra de Zelandia?

¡Helo allí, vuela a más de mil pies de alto

Sobre otoñales brezos!,

¡Llora cual niño en sangre!,

¡Jamás aprenderá de ti tu débil

Y suave canto de vernal velada!

¡Créeme, pues: tan poco como el haya

Y el pino en el brezal

De la tormenta bajo el arco tocan

El mismo catastrófico violín,

Así de poco alberga el estornino

Del danés bosque música en su entraña

Como gorjeo que cabalgue en olas

Hasta el mar desde escollo pajarero

Una gris tarde de tardío otoño!

¡Hombre danés, escaso eres tú mismo

De poder y médula en voz;

Mas no exijas por ello airado y agrio

Que el noruego por plomo te dé acero!

¡Eres tú quien al ritmo de los días,

Va rezagado, tú quien a la larga

Una tumba gravó para su tono,

Cual mar de invierno aguda,

Cual tu ancestral espada!

Solícito avanzaste a la frontera

Do corrió tu preciosa sangre;

¿Mas cuándo hiciste frente al enemigo

Que albergas en tu mente?

Al tudesco en batalla castigaste,

Le empujaste hacia el sur, hacia su tierra,

Mas cutre es tu placer en la victoria;

¡Pues en tu pecho la tudesca magia

Tan terruñera es ahora como antes!

¡Mucho loaste los hechos de tus hijos,

Mas tudesco era de tu canto el tono

Cuanto tudesco el canto de tus hijas

Y el canto de tu bardo!;

Tudesco es tu más bello trazo rúnico

Sobre el talante del arcaico pueblo;

¡Rompe el cerco, eso nuestro tiempo pide!

¡Y si no lo osas, a la tumba vete,

Indigno de otra cosa!