¡Silencio!, ¡qué quietud aquí, fuera de la gala ya no reina la alegría!,
Ni una sola voz, ni una nota rompe la quietud nocturna.
Allá, al oeste, escancia la luna su último atisbo sobre la tierra,
Que en sueños de olvido bajo níveos lirios duerme.
Terminó la danza; pero en mi mente veo yo aún a veces las blancas
Figuras que se ciernen entre las filas, ¡una leve sílfide!
Pronto caerá la luna, y entonces me ceñirán los brazos del sueño,
¡Y el alma podrá volar libre sobre el mar de los sueños del recuerdo con los tesoros!