Tras el cobijo de la noche duerme
En sueño ausente la naturaleza,
Tú la nave del alma alzas y enjarcias
Suelta por el torrente del recuerdo;
Reina suave un silencio melancólico
De la ribera en flor todo a lo largo,
Donde la ola suspirosa
Tras sombreados bosques se agazapa.
Mira cómo un consolador asciende,
Afable, a bordo de tu nave,
Y allí late en mil voces conocidas
Un diluyente acorde en fa menor;
Y así, con armoniosa suavidad,
Pasa éste rozando el alma mía,
¡Cordial saluda las visiones bellas
Con soñadoras peticiones!
No agites del recuerdo las lucientes
Olas del soplo de la vida al ímpetu,
¡Sin duda un pensamiento simultáneo
Mi mundo todo disgregara!
La violeta nocturna del recuerdo
Del día contra el sol ha de cerrarse,
¡Ay!, ¡con cuánta delicia se abre sola
Bajo el amor audaz de las estrellas!
¡Sigue avante, alma mía!, ¡sobre arroyos
Leves contra la orilla del recuerdo!
¡Allí podrás, tranquila, recamar
Flores en la paz de la noche!
¡Qué maravilla, en sueños otra vez,
Abrazar como amigo tus recuerdos!
¡Maravilla, el anhelo perseguir
Del recuerdo sobre las olas!