Pronto reúnense en Uppsala todos los jóvenes,
Los oradores se agolparán, resonarán los cánticos.
Yo, heme aquí, he creado ante mi plena juventud,
Mi espíritu y mi carne sentí arder en poesía.
He gozado de un instante de certidumbre entre mis dudas
Y hállome ya inspirado con un pie en el estribo.
Y se acabó. El portal de las decisiones
Con candado cerré. Y aquí estoy: solo y lejano.
¡Albricias a vosotros, manada impenitente!,
¡Albricias a cuantos el juego satisface!
¡Las potencias estivales compartirán nubarrones!,
¡Aroma de pino para todas las almas anhelantes!
¡Buen tiempo, que el coro pueda volar en alas del viento!,
¡Brisa bajo las banderas, sol sobre el sentido!
¡Días relucientes, claras noches
Doquier que viajéis y doquier que os perdáis!
Lejos, lejos os veo pasar de largo
Y oigo la familiar melodía.
Tan extrañamente extraña y lueñe, empero,
Que siento el jubiloso cortejo empapar mi morada.
Fantasmas de otros tiempos y otras gentes
Penetrando de nuevo en nuestras jóvenes filas.
De nebulosas frases e incensadas fiestas
Un espectro fórmase de la historia del mundo.
Tal cortejo cual ahora susurra norte arriba
Susurró también por toda la italiana tierra.
El cortejo de la juventud por los Apeninos
Sacudió de su sueño a las nacionales ruinas.
Eso era en la nubosa mañana del siglo.
Y ahora ondea la bandera en Engelsborgen[25].
Tal cortejo cual ahora susurra norte arriba
Susurró también por toda la tudesca tierra.
Se sueña con unión por caminos dispersos;
Se sueña con doradas banderas rojinegras.
Y llegó entonces el serio aspecto de las fiestas.
Encalvecientes viejos eran juveniles huéspedes.
Inamovibles, empero, ante el mismo obstáculo,
Como encendidos a jugar alzaron su enseña.
Y adelante la llevan, por tormentas y gargantas;
Amurallaron su casa, tapiaron su huerto.
Se obstinaban en su sueño; y así llegó la victoria.
Europa ha madurado, y alerta está el tiempo.
Ved: he aquí por qué encuentro tan lueñe y extraño
El jubiloso cortejo que empapa mi morada.
Fantasmas de otros tiempos y otras gentes
Penetran de nuevo nuestras jóvenes filas.
De nebulosas frases e incensadas fiestas
Un espectro fórmase de la historia del mundo.
¿Por qué calla la única voz autorizada
Que quiebra espejismos y de sueños despierta?
Todo esto diréoslo. Esa boca calló como muerta
Porque a un pueblo inmaturo libertad otorgóse.
Riesgoso es tomarse por don a uno mismo;
El lastre podría hundirnos un barco.
En nuestras manos pusieron convincente espadón
Mas nadie nos enseñó a defendernos.
Ved, pues: nuestro hado culebrea y gira
Cual cuchillo en juguetonas manos infantiles.
Henos aquí: escuchamos a investigadores y eruditos
Y lo tocamos todo con guante de seda.
Y soñamos, perdidos, sin saber qué hacer
Para cumplir proezas contundentes o graves.
¿Cuándo nos despertará de una sacudida
El espíritu del siglo con la consigna del siglo?
Munich, 2 de junio de 1875