Carta rimada a la señora Heiberg[21]

(Dresde, Semana de Pascua, 1871)

Si yo hubiese enviado de una vez

Todas las notas de alta gratitud

Que en ansiosas veladas invernales

He pergeñado

Y desgarrado,

Se dispersaran, tal una nevisca,

Por todo el cielo

Cual rota nube,

Pedazos, tiras,

Pintados todos

Con impotentes fórmulas de gracias

Como copos de nieve al aire sueltos

Sobre todo el solar de Rosenvaenge[22].

De haber podido de una vez enviar,

Sin prisión caligráfica o de imprenta

Las aves sueltas de mis pensamientos,

Contrabandearlas,

Podría yo bien, donde el silencio impera,

De Rosenvaenge bajo el techo dulce,

Donde el hálito obscuro del espíritu,

Do de lo bello los enigmas gayos

Su solución esperan de ansia llenos,

Tal un botón un día de primavera,

Como un milagro entero esclarecerme.

Se rompería la paz de la alba estancia

Donde cayese mi bandada de aves;

Y dentro escucharían criaturas

Cual en tupido bosque res lejana;

Y tras la protección de lo invisible

Vierais mis aves

En hilera de atisbos de gorjeos,

Graciosas gracias,

Girar ligeras y agitar las alas

En torno al busto del genial profeta.

Sueltas ideas,

Resecas cartas

En el blanco no dan; prefiero el verso.

Sobre los pavimentos cotidianos

Me yergo yo

Desde lo alto del mástil a pie firme.

La prosa es sólo para ideas, el verso

Para visiones.

De los sentidos duelos y placeres,

La tristeza que en mi cabeza nieva,

La ira, relámpago,

Vida libérrima, poéticas cadenas

Escanciar quiero.

Mas si la gratitud en que yo ardo

Ahora impartiese,

¿No haría acaso añicos a estos bellos

Ramilletitos

De lindas flores,

A cuya autora

Mi mente trenza y en mi mente guardo?

No, un recuerdo aún más reluciente

Pone en mi boca la palabra justa,

El recuerdo es de una hora gozosísima

Y muy solemne,

Recuerdo igual de numerosas horas,

Ya de otro tiempo,

Cuando os vi, victoriosa, penetrar

Veraz, graciosa y ricamente ornada

Del arte por las más profundas vías.

Fue entonces cuando asióme gratitud;

Y es la razón de que ahora escriba en verso.

Ved, hace un año, cuando os visité,

Yo estaba mudo;

La suma misma de mi deuda asíame

En lo más hondo de mi corazón,

Y con retraso.

Noches y días

Con interés la suma han aumentado

Tanto que contra todos mis sudores

Estoy quedado cual pagador pésimo,

Incapaz de a tal deuda fin poner.

Maravillosamente encadenada

Estáis a Dinamarca ante mis ojos,

Fija a un día a la orilla del Estrecho,

En pleno henaje entre copudas hayas.

Sol en el aire, sol en la llanura.

Surca las aguas

Una rizada y azulosa estría;

Gozoso estío

Trina en el “Bosque”,

El cielo tiembla cual paloma en lo alto.

Es domingo; racimos de alegría

Ríen y cantan,

Botes se mecen

Al pairo de empinada, ímproba costa.

Claros vestidos

Lucen al sol

Allí donde violetas y campánulas

Han extendido su danesa alfombra.

Pero allá afuera,

Muy al norte, do Kronborg se levanta,

Hacia el sur, do lejanas Tres Coronas

Al aire elévanse,

¡Qué apuestos en hilera van los cisnes,

Qué multitud,

Qué caravana de velamen blanco!

Velero se apresura tras velero,

Lúcida luz en agolpados lienzos,

Mil gallardetes

Al alto empíreo

En el marino espejo se contemplan.

Esbelta y grácil,

Soñadora damita entre veleros

Aun a mí muy cercana se desliza.

Es semejante a trémula leyenda

Protegido su rostro por un velo;

Es como una visión que ante mí yérguese

Y suave flota

Hacia enigmática, cerrada vía.

Es niña mágica

Que guiña, cede,

En espuma velera en proa velada;

Los elfos siguen

Estela en rizos;

Mas en los flecos de la enseña escóndese

Su nombre: Agneta.

¡Y helo aquí: una imagen contrapuesta!

¡Qué raudo es el arrojo de su danza!

Gracia a talante temerario unida

La palma llévase.

Ondean gallardetes en las jarcias;

Y al bergantín costera enseña ondea;

Hogareña a mitad, mitad extraña,

Medio sirena y a mitad uncida

Hija del páramo,

Dina al ancla se mece entre las olas.

Y como a ciegas

Suaves vientos la impelen adelante,

Y como en sueños

Sobre suaves torrentes se levanta,

¡Tal un falucho!

De Provenza interpreta el vital gozo

En su camino, en sus buceos profundos;

De amor suspiros

Cálidos, suaves

Tonos de cítara, en cubierta plañe

La primavera;

Dulces estrofas

Como mudos racimos se deslizan,

Tal el verde almohadón de las orillas,

Mecidas por la gracia de Iolanthe.

¡Quién contar puede

La flota entera

Que en sol bañada lánzase a la zaga,

Del viento a impulsos, tanta espuma hendiendo!

Sobre la espuma

Se inclina Ragnhild

cual si en lo hondo fuerzas escondidas

a sí llamáranla;

Muertos lotos bracean la corriente,

He aquí a Ofelia,

Se alza, ahí está,

Y se desliza;

Altas fragatas,

Huestes de clípers

A puerto giran

Entre risas y aplausos de la costa;

Y así vos, vinculada a Dinamarca,

Dibujada seguís ante mis ojos,

Parte formáis de un día en el Estrecho

Entre altas copas de hayas verdecientes.

A veces a mí mismo me pregunto:

¿Y si las razas

En medio de sus múltiples rencillas

Y sus repudios

Un día hondo en el Leteo hundieran

Ese caudal de estirpiticio encanto?

¿Acaso un día, en lejanía disuelto,

Como un pirata inglés surja y nos robe

Esta danesa poderosa armada?

A nosotros, poetas de palabra,

Color y forma,

Nos, arquitectos,

O como quiera que se nos apode,

A nosotros, que a crear somos llamados,

Ved: nuestras proas de gracia nos traicionan

Por navíos más sólidos y airosos,

Y llorar no podemos nuestro hado

Si nuestra armada

No está siempre a la altura del momento.

Muchos adornos, muchas fruslerías

Acá y allá pegadas entre músicas,

Tienen a veces

Sitio de honor

Entre las necedades de los barcos.

Muchos cascos de formas y de tono

Que por su tiempo asegurados fueron,

Un mal día por sendas de alta mar

Tocaron fondo,

O volvieron, con ira de la armada,

Sin cañones, ni jarcias, ni aparejo,

A hospitales de huérfanos navíos.

Bien podemos cantar nuestra fortuna

Si algún azar

La obra maestra de nuestros astilleros

Conserva intacta

Para gozo de viejos anticuarios.

Se ha afirmado que el arte de la escena

Nato y atado

Sólo al momento,

Cual vapor de burbujas jabonosas,

Cual meteoro de tinieblas, debe

Mezclarse, henderse,

Para esfumarse

Sin dejar huella,

Hado del jornalero en este mundo.

¡Agitaos cual ave al aire agítase,

Salid de este exiguo pensamiento!

Y justo es porque

Vuestro arte de aire puro es engendrado,

De inspiración,

De terso ambiente,

De gente al tiempo que de fantasía,

No es obra de madera, cal y piedra,

No un pensamiento

Sólo sujeto a negro sobre blanco,

Sino elfo de belleza entre zarcillos,

Do en libertad lo eterno se columpia,

Y justamente por faltarle forma

Que con las manos

Asirse pueda, y que le imponga coto

De la sierpe del tiempo a cada grano.

Gloriosamente unida a Dinamarca

Seguiréis siendo al ojo de los siglos,

Vinculada a una noche en el Estrecho,

Bajo el alto cimbel de la memoria.

¡Qué vastas perspectivas de leyenda!

Toda la flota,

De la fragata

Hasta los botes

Veo deslizarse

La noche adentro,

Pasando junto a la halagüeña costa;

La niebla vela mástiles y velas;

En lo alto el Cisne

Semiluz lanza

Sobre postes y mástiles conjuntos;

Lo que a distancia al ojo desconcierta

Inspira dentro:

Mujeres veo que en la orilla sueñan,

Hombres que juzgan

Según las leyes de su propio instinto,

Estirpes que se siguen y conquistan

Costas y bosques,

Visiones interpretan de belleza

A nuevas circunstancias adaptándose.

Y vedlo, pues, eso justo es la vida

En la memoria,

Eso, elevarse a popular sentido

Puro ante el diente arisco de la edad,

Eso es la vida, eso es, uncir

La propia mente, espiritual y recta,

A la forma que el ojo popular

Para su propia poesía exige;

Eso es la vida,

En mito tórnase,

Cambiante como etérea y leve hada,

Seguid pues a la estirpe en su camino,

Seguid voz y talante de los tiempos,

Y ved la suerte que en la tierra a vos

Os corresponde.

En una tierra pobre de belleza

Me ha consolado a mí vuestro camino

Seguir del arte por los avatares

Bajo el viento propicio y el calor,

Me ha consolado contemplar allí,

De noches refrescantes a la luz,

La leyenda que en torno a sí se sume.

Gracias de tu visión por el consuelo,

Llamada es en la voz de un visionario:

Gloriosamente a Dinamarca unida

Seguiréis ante el ojo de los siglos,

¡Vinculada a una noche en el Estrecho

Bajo el alto cimbel de la memoria!