(Dresde, Semana de Pascua, 1871)
Si yo hubiese enviado de una vez
Todas las notas de alta gratitud
Que en ansiosas veladas invernales
He pergeñado
Y desgarrado,
Se dispersaran, tal una nevisca,
Por todo el cielo
Cual rota nube,
Pedazos, tiras,
Pintados todos
Con impotentes fórmulas de gracias
Como copos de nieve al aire sueltos
Sobre todo el solar de Rosenvaenge[22].
De haber podido de una vez enviar,
Sin prisión caligráfica o de imprenta
Las aves sueltas de mis pensamientos,
Contrabandearlas,
Podría yo bien, donde el silencio impera,
De Rosenvaenge bajo el techo dulce,
Donde el hálito obscuro del espíritu,
Do de lo bello los enigmas gayos
Su solución esperan de ansia llenos,
Tal un botón un día de primavera,
Como un milagro entero esclarecerme.
Se rompería la paz de la alba estancia
Donde cayese mi bandada de aves;
Y dentro escucharían criaturas
Cual en tupido bosque res lejana;
Y tras la protección de lo invisible
Vierais mis aves
En hilera de atisbos de gorjeos,
Graciosas gracias,
Girar ligeras y agitar las alas
En torno al busto del genial profeta.
Sueltas ideas,
Resecas cartas
En el blanco no dan; prefiero el verso.
Sobre los pavimentos cotidianos
Me yergo yo
Desde lo alto del mástil a pie firme.
La prosa es sólo para ideas, el verso
Para visiones.
De los sentidos duelos y placeres,
La tristeza que en mi cabeza nieva,
La ira, relámpago,
Vida libérrima, poéticas cadenas
Escanciar quiero.
Mas si la gratitud en que yo ardo
Ahora impartiese,
¿No haría acaso añicos a estos bellos
Ramilletitos
De lindas flores,
A cuya autora
Mi mente trenza y en mi mente guardo?
No, un recuerdo aún más reluciente
Pone en mi boca la palabra justa,
El recuerdo es de una hora gozosísima
Y muy solemne,
Recuerdo igual de numerosas horas,
Ya de otro tiempo,
Cuando os vi, victoriosa, penetrar
Veraz, graciosa y ricamente ornada
Del arte por las más profundas vías.
Fue entonces cuando asióme gratitud;
Y es la razón de que ahora escriba en verso.
Ved, hace un año, cuando os visité,
Yo estaba mudo;
La suma misma de mi deuda asíame
En lo más hondo de mi corazón,
Y con retraso.
Noches y días
Con interés la suma han aumentado
Tanto que contra todos mis sudores
Estoy quedado cual pagador pésimo,
Incapaz de a tal deuda fin poner.
Maravillosamente encadenada
Estáis a Dinamarca ante mis ojos,
Fija a un día a la orilla del Estrecho,
En pleno henaje entre copudas hayas.
Sol en el aire, sol en la llanura.
Surca las aguas
Una rizada y azulosa estría;
Gozoso estío
Trina en el “Bosque”,
El cielo tiembla cual paloma en lo alto.
Es domingo; racimos de alegría
Ríen y cantan,
Botes se mecen
Al pairo de empinada, ímproba costa.
Claros vestidos
Lucen al sol
Allí donde violetas y campánulas
Han extendido su danesa alfombra.
Pero allá afuera,
Muy al norte, do Kronborg se levanta,
Hacia el sur, do lejanas Tres Coronas
Al aire elévanse,
¡Qué apuestos en hilera van los cisnes,
Qué multitud,
Qué caravana de velamen blanco!
Velero se apresura tras velero,
Lúcida luz en agolpados lienzos,
Mil gallardetes
Al alto empíreo
En el marino espejo se contemplan.
Esbelta y grácil,
Soñadora damita entre veleros
Aun a mí muy cercana se desliza.
Es semejante a trémula leyenda
Protegido su rostro por un velo;
Es como una visión que ante mí yérguese
Y suave flota
Hacia enigmática, cerrada vía.
Es niña mágica
Que guiña, cede,
En espuma velera en proa velada;
Los elfos siguen
Estela en rizos;
Mas en los flecos de la enseña escóndese
Su nombre: Agneta.
¡Y helo aquí: una imagen contrapuesta!
¡Qué raudo es el arrojo de su danza!
Gracia a talante temerario unida
La palma llévase.
Ondean gallardetes en las jarcias;
Y al bergantín costera enseña ondea;
Hogareña a mitad, mitad extraña,
Medio sirena y a mitad uncida
Hija del páramo,
Dina al ancla se mece entre las olas.
Y como a ciegas
Suaves vientos la impelen adelante,
Y como en sueños
Sobre suaves torrentes se levanta,
¡Tal un falucho!
De Provenza interpreta el vital gozo
En su camino, en sus buceos profundos;
De amor suspiros
Cálidos, suaves
Tonos de cítara, en cubierta plañe
La primavera;
Dulces estrofas
Como mudos racimos se deslizan,
Tal el verde almohadón de las orillas,
Mecidas por la gracia de Iolanthe.
¡Quién contar puede
La flota entera
Que en sol bañada lánzase a la zaga,
Del viento a impulsos, tanta espuma hendiendo!
Sobre la espuma
Se inclina Ragnhild
cual si en lo hondo fuerzas escondidas
a sí llamáranla;
Muertos lotos bracean la corriente,
He aquí a Ofelia,
Se alza, ahí está,
Y se desliza;
Altas fragatas,
Huestes de clípers
A puerto giran
Entre risas y aplausos de la costa;
Y así vos, vinculada a Dinamarca,
Dibujada seguís ante mis ojos,
Parte formáis de un día en el Estrecho
Entre altas copas de hayas verdecientes.
A veces a mí mismo me pregunto:
¿Y si las razas
En medio de sus múltiples rencillas
Y sus repudios
Un día hondo en el Leteo hundieran
Ese caudal de estirpiticio encanto?
¿Acaso un día, en lejanía disuelto,
Como un pirata inglés surja y nos robe
Esta danesa poderosa armada?
A nosotros, poetas de palabra,
Color y forma,
Nos, arquitectos,
O como quiera que se nos apode,
A nosotros, que a crear somos llamados,
Ved: nuestras proas de gracia nos traicionan
Por navíos más sólidos y airosos,
Y llorar no podemos nuestro hado
Si nuestra armada
No está siempre a la altura del momento.
Muchos adornos, muchas fruslerías
Acá y allá pegadas entre músicas,
Tienen a veces
Sitio de honor
Entre las necedades de los barcos.
Muchos cascos de formas y de tono
Que por su tiempo asegurados fueron,
Un mal día por sendas de alta mar
Tocaron fondo,
O volvieron, con ira de la armada,
Sin cañones, ni jarcias, ni aparejo,
A hospitales de huérfanos navíos.
Bien podemos cantar nuestra fortuna
Si algún azar
La obra maestra de nuestros astilleros
Conserva intacta
Para gozo de viejos anticuarios.
Se ha afirmado que el arte de la escena
Nato y atado
Sólo al momento,
Cual vapor de burbujas jabonosas,
Cual meteoro de tinieblas, debe
Mezclarse, henderse,
Para esfumarse
Sin dejar huella,
Hado del jornalero en este mundo.
¡Agitaos cual ave al aire agítase,
Salid de este exiguo pensamiento!
Y justo es porque
Vuestro arte de aire puro es engendrado,
De inspiración,
De terso ambiente,
De gente al tiempo que de fantasía,
No es obra de madera, cal y piedra,
No un pensamiento
Sólo sujeto a negro sobre blanco,
Sino elfo de belleza entre zarcillos,
Do en libertad lo eterno se columpia,
Y justamente por faltarle forma
Que con las manos
Asirse pueda, y que le imponga coto
De la sierpe del tiempo a cada grano.
Gloriosamente unida a Dinamarca
Seguiréis siendo al ojo de los siglos,
Vinculada a una noche en el Estrecho,
Bajo el alto cimbel de la memoria.
¡Qué vastas perspectivas de leyenda!
Toda la flota,
De la fragata
Hasta los botes
Veo deslizarse
La noche adentro,
Pasando junto a la halagüeña costa;
La niebla vela mástiles y velas;
En lo alto el Cisne
Semiluz lanza
Sobre postes y mástiles conjuntos;
Lo que a distancia al ojo desconcierta
Inspira dentro:
Mujeres veo que en la orilla sueñan,
Hombres que juzgan
Según las leyes de su propio instinto,
Estirpes que se siguen y conquistan
Costas y bosques,
Visiones interpretan de belleza
A nuevas circunstancias adaptándose.
Y vedlo, pues, eso justo es la vida
En la memoria,
Eso, elevarse a popular sentido
Puro ante el diente arisco de la edad,
Eso es la vida, eso es, uncir
La propia mente, espiritual y recta,
A la forma que el ojo popular
Para su propia poesía exige;
Eso es la vida,
En mito tórnase,
Cambiante como etérea y leve hada,
Seguid pues a la estirpe en su camino,
Seguid voz y talante de los tiempos,
Y ved la suerte que en la tierra a vos
Os corresponde.
En una tierra pobre de belleza
Me ha consolado a mí vuestro camino
Seguir del arte por los avatares
Bajo el viento propicio y el calor,
Me ha consolado contemplar allí,
De noches refrescantes a la luz,
La leyenda que en torno a sí se sume.
Gracias de tu visión por el consuelo,
Llamada es en la voz de un visionario:
Gloriosamente a Dinamarca unida
Seguiréis ante el ojo de los siglos,
¡Vinculada a una noche en el Estrecho
Bajo el alto cimbel de la memoria!