Real bastión y eclesial espira
En ancestral tiempo elevada,
Inclinada en nacional luto
Cual mudo, pétreo lamento.
La roja enseña de Noruega
Un buen día hizo allí su nido,
Se enlació luego, entristecióse,
A media asta en tristes tiempos.
Del pueblo enseña, libre y fuerte,
Vuela otra vez del monte al viento;
Espónjete nuestra actual obra
Como te esponja nuestra idea.
Te dio fuerza hálito vital
De altas torres a ti apuntado;
Doble tu historia tricromática
De hombre en hombre de orilla a valle.
La casa del pueblo levante
Tu susurro con piedras vivas;
Recuérdennos que año tras año
Se alzaron a fuerza de aliento.
¡Ay si ahí dentro nadie comprende
La idea que anima tu historia,
Hundiéraste entonces en luto
Cual te hundiste en Svolder[14] un día!
¡Si ahora tu voz no hiriese el alma
De los elegidos del pueblo,
Mejor para tu cruz azul
Caer lacia al pie de tu asta!
Mejor tu rojo-libertad
Pesado y muerto harapo tórnese;
¡Amáinese entonces tu albura
Como nevisca contra el monte!
¡Mas jamás veremos tal cosa!
De los montes llega aire puro
Para alentar tus tres colores
Desde la fuente de la vida.
De tu sala el techo alto espónjase,
Al pensamiento espacio abriendo.
El magno pensamiento nórdico
De Harald siempre ahí tendrá sitio.
¡Real bastión y popular sede,
Por altura juntos compitan!
Libres están cual dos vecinos
Mirándose uno a otro a los ojos.
Rayos de espíritu y de fuego
Exhala esta mutua mirada;
Sombras de Oscar, Sverre, Hakon
Serenos y eternos construyen.
Triunfal, marcial recordatorio,
Bastión de la obra nacional;
¡Su guardián es en este templo
De nuestra joven cofradía!
Caiga la piedra de sus muros,
De la acción perdurará el plinto
Que alce al país y al pueblo eleve
Hacia la luz y hacia el honor.