Escucha, ¿sabes cómo el domador de fieras
Inculca en su oso cosas que éste jamás olvida?
Ata a la bestia en vasija de cervecero
Y justo bajo ésta enciende después llamas.
Tocándole entre tanto junto a él en su organillo
La canción titulada: ¡Disfruta de la vida!
Al hirsuto animal el dolor le agarrota;
No puede estarse quieto, por fuerza ha de bailar.
Y así cuando le tocan esa misma canción,
El diablo de la danza se agita en su interior.
Yo mismo estuve un día metido en la vasija,
Por música atronado y con calor debajo.
Y me quemaba más de lo que aparentaba,
Tanto que nunca más se fue de mi memoria.
Cada vez que en mi mente resuena ese recuerdo
Es como si me atasen a candente parrilla.
Como si me pinchasen en la raíz de las uñas;
¡Y tengo que arrancarme a bailar a ese ritmo!