Mil campánulas llevan el mensaje
Doquier por montes y fiordos;
Dos pueblos distintos en luto
Se despiden de su monarca.
En el hogar, en plaza populosa,
No hay hoy más que una sola idea;
De casa rústica a palacio real
Una sola familia, dos naciones
Lloran de Oscar ante el sarcófago.
Pueblo y monarca largamente juntos
En noches de dolor sufrieron.
Y ahora en el real palacio quietud reina,
Pues el rey ha dejado de luchar.
Pronto el real panteón cierra sus puertas,
Y él entonces en paz repose;
Pero fuera florece bellamente
Una semilla que resiste el tiempo
Y la muerte no siega.
Dulces yacen sus huesos en la iglesia,
Mientras su espíritu a lo alto asciende.
Allí seguro a padre e hijo ha visto
De las almas selectas en el coro.
Cual sube al cielo el héroe de la saga
En el séquito de los mártires,
Así ha subido el victorioso Oscar;
Se nos fue de testigos con gran séquito
A oír el juicio del Señor.
Mas no es de cantor bélico su proeza,
De espada en alto en formación,
No, pues con mejor voz su vida cántase
En popular canción de acción de gracias.
De Oscar la suave huella real
Suscitó la falange de los genios
Que corrieron tras él doquier que fuese,
Y por eso su guardia fue tan grande
Cuando él se presentó ante Dios.
Reposa pues en el divino seno,
Rey, ya terminó tu caminata;
Tu obra en ropa de gala contemplamos
Y ella es tu monumento más grandioso.
La hosca nube que cubrió esta tierra
Se desleirá, mas de Oscar
La lucha por justicia y por derecho
En popular y real memoria dure
Largamente en el Norte.