(En la inauguración)
Mientras hierba engualdece y la boscosa
Flor cede de la hoja a la caída,
Henos aquí, en un jardín, nosotros,
De espiritual y eterna flor ornado.
Alto, contra rocoso suelo se alza,
Y asegurado tras seguros muros;
¡Suave bendiga Dios desde ahora mismo
la obra que en este instante comenzamos!
Nosotros, montañeros, bien sabemos
Que en páramo las plantas cundir pueden,
Que allí do crece del pinar la fronda
Sabe la vía del cielo audaz hallar;
Y sabemos que en roca de montaña
La planta cobrar puede áurea corola;
¡Y así cunde tras muros escolares
Fértil la ciencia!
Y es que Dios su buen tiempo nos envía
A este jardín donde ahora nos hallamos,
Así la idea germine, así en nosotros
Mental simiente a madurez progrese;
Dénos El brisa de la tierra llana
Y luz del campo abierto de la vida;
¡Que al pensamiento el aire libre incita
Cuanto al canto del ave primavera!
¡Sé, pues, al culto de almas consagrado,
Tú, jardín sacrosanto del espíritu!
¡Caiga aquí, firme, grano que germine
De nuestra raza al panteón en torno!
¡De la vida jamás la vernal índole
Separéis del solar del pensamiento,
Tu bóveda enconcava, alza tu muro
Cual defensa, mas nunca como obstáculo!