Cuatro de julio de 1859

(Cumpleaños del Rey Oscar[6])

Joven Noruega, humilla tu bandera,

Que en torno al asta pliegue sus colores;

Hay tristeza del júbilo en el seno,

Y sobre la canción hurañas nubes.

Estival sol en verde hierba y fronda

No brinda risas a la tradición:

Por el país cunde veloz mensaje:

El rey Oscar, anuncia, ha enfermado.

Sí, ha enfermado lejos de su tierra,

Y no ve en torno a sí ni sol ni estío.

¡Joven Noruega, dale en este instante

Del corazón del pueblo bellas flores!

Haz tú que el aire de la fresca fuente

Del vivir le suavice una velada.

¡Siéntate silenciosa ante su lecho

Y ofrécele cuanto amas y posees!

Por ti él ha caminado y ha pensado,

Piadoso y adorado por el pueblo.

Y ahora ladina enfermedad oprime

Como un velo la frente del monarca;

Arrúllale con tu canción de cuna,

Apriétale en tu seno como a infante,

Al reino de los sueños haz que corra,

No hay medicina como un bello sueño.

El rey sufre. Leal y erguido sigue

Su pecho como piélago en tormenta;

Pecho de rey, tan pingüe y tan pletórico,

Ahora en poder enfermedad fatídica.

Joven Noruega, cada puñalada

Traga con el rocío de la música:

Del pueblo el canto por la real salud

Suavizar puede si sanar no sabe.

Señor, súmete dulcemente en sueño,

Pues tu pueblo en tu torno está solícito;

Visita en sueños la noruega tierra,

Sus silvestres pinares y montañas.

Por las campestres sendas y bahías

Es festiva y es bella la existencia;

¡Consuélate, buen rey, pío y callado,

Pasa del popular dolor el trance!

¡Allí en tu sueño se lamenta el río

Al pie de las laderas de altos montes,

Do el rocío humedece casas rústicas

Entre tupida fronda y sombra suave!

El viejo labrador de barba luenga

La vida otea junto a su morada,

A los jinetes para que a su lado

Pasan e inquiere si el rey sufre aún.

Tus pasos lleva sobre calas y adras.

¿Ves jugar a ese chico en su jardín?

Mira bien cómo el rojo trapo fija

Muy alto en una estaca de la valla.

Es que a su padre oyó decir un día

Que es ésa la bandera del rey Oscar;

Y por eso del kiosco en lo más alto,

Jugando a que él es rey, su enseña ondea.

Bajo la vela, como cisne alado,

Cresta de ola el bergantín escinde.

¡Lee, oh, rey, tu nombre en ese espejo!

¡Saluda, oh, rey, bien alta está tu enseña!

La nave avanza, volandera, audaz,

Como sirena su cubierta danza;

¡Los noruegos veleros siempre ostentan

En honor del rey Oscar su oriflama!

Pero, ay, mi rey, muy breve ha sido el sueño

Que de tu pueblo te brindó el arrullo;

De tu mal el mordisco, el dolor vivo,

A tu lecho te amarran impotente.

Mas un hálito suave pronto llega

Cual brisa fresca sobre tus tormentos,

¡Oración es que el pueblo te dedica

Y del pecho del pueblo a Dios se eleva!