(Cumpleaños del Rey Oscar[6])
Joven Noruega, humilla tu bandera,
Que en torno al asta pliegue sus colores;
Hay tristeza del júbilo en el seno,
Y sobre la canción hurañas nubes.
Estival sol en verde hierba y fronda
No brinda risas a la tradición:
Por el país cunde veloz mensaje:
El rey Oscar, anuncia, ha enfermado.
Sí, ha enfermado lejos de su tierra,
Y no ve en torno a sí ni sol ni estío.
¡Joven Noruega, dale en este instante
Del corazón del pueblo bellas flores!
Haz tú que el aire de la fresca fuente
Del vivir le suavice una velada.
¡Siéntate silenciosa ante su lecho
Y ofrécele cuanto amas y posees!
Por ti él ha caminado y ha pensado,
Piadoso y adorado por el pueblo.
Y ahora ladina enfermedad oprime
Como un velo la frente del monarca;
Arrúllale con tu canción de cuna,
Apriétale en tu seno como a infante,
Al reino de los sueños haz que corra,
No hay medicina como un bello sueño.
El rey sufre. Leal y erguido sigue
Su pecho como piélago en tormenta;
Pecho de rey, tan pingüe y tan pletórico,
Ahora en poder enfermedad fatídica.
Joven Noruega, cada puñalada
Traga con el rocío de la música:
Del pueblo el canto por la real salud
Suavizar puede si sanar no sabe.
Señor, súmete dulcemente en sueño,
Pues tu pueblo en tu torno está solícito;
Visita en sueños la noruega tierra,
Sus silvestres pinares y montañas.
Por las campestres sendas y bahías
Es festiva y es bella la existencia;
¡Consuélate, buen rey, pío y callado,
Pasa del popular dolor el trance!
¡Allí en tu sueño se lamenta el río
Al pie de las laderas de altos montes,
Do el rocío humedece casas rústicas
Entre tupida fronda y sombra suave!
El viejo labrador de barba luenga
La vida otea junto a su morada,
A los jinetes para que a su lado
Pasan e inquiere si el rey sufre aún.
Tus pasos lleva sobre calas y adras.
¿Ves jugar a ese chico en su jardín?
Mira bien cómo el rojo trapo fija
Muy alto en una estaca de la valla.
Es que a su padre oyó decir un día
Que es ésa la bandera del rey Oscar;
Y por eso del kiosco en lo más alto,
Jugando a que él es rey, su enseña ondea.
Bajo la vela, como cisne alado,
Cresta de ola el bergantín escinde.
¡Lee, oh, rey, tu nombre en ese espejo!
¡Saluda, oh, rey, bien alta está tu enseña!
La nave avanza, volandera, audaz,
Como sirena su cubierta danza;
¡Los noruegos veleros siempre ostentan
En honor del rey Oscar su oriflama!
Pero, ay, mi rey, muy breve ha sido el sueño
Que de tu pueblo te brindó el arrullo;
De tu mal el mordisco, el dolor vivo,
A tu lecho te amarran impotente.
Mas un hálito suave pronto llega
Cual brisa fresca sobre tus tormentos,
¡Oración es que el pueblo te dedica
Y del pecho del pueblo a Dios se eleva!