¡Loada sea la mujer!

(En una fiesta coral)

Pensando en el estío corremos adelante por estrechos y fiordos;

El valor se acrece en coro onduleante.

Por caminos bajo frondas,

Y entre cantos de aves,

Hallamos en nosotros idéntico afanoso afán:

¡Un anhelo de luz, con júbilo y persistencia!

¡Sí, la mente del cantor es como el abedul en plena cálida primavera;

Por sus venas fermenta la savia!

Finalmente madura

Cual fronda en ramilla;

Y he aquí que, al llenarle, él en canto prorrumpe violento:

El anhelo de luz es constante del enigma vital.

Mas a veces, aquí, en tierra de luz y atracción está de la mujer el hogar;

Gérmenes de canto irradiaban y esparcíanse de ella.

Y a ella de nuevo

Cual madura canción volarán.

¡Loada la mujer en quien surgen oleadas de canto;

Ella es el más bello relucir vernal del cantor!