Fuerte se condensó preñada nube,
Tronó y rauda hizo río la quebrada.
Cual tormenta inundante cundió todo,
Rompiéndose, bullendo, urgiendo, aullando.
Tiró a un lado, pasó, aclaróse el aire,
Y se redujo el río a riachuelo.
Runflaron gotas, polen de arco-iris;
Y perlas rechinaron contra hojas.
Bello día de canícula, como antes,
Secóse el pétreo hondón de la quebrada.
Mas persistió el fragor: silbaba el polvo,
Crujía maleza, rechinaban hojas.
Lejano atisbo fue de inquieta fuente
Do yo mismo soñé despierto un véspero.