Maneras de poeta

(De Kaerligbedens Komedie[5])

En cerrado jardín soleado día

Te creó para juegos y placer;

No pienses, pues, que el otoñal presente

Vernal promesa con frecuencia mella.

Del manzano la flor, hermosa y blanca,

Sobre ti su tapiz extiende, déjala

A lo largo de todas las praderas

Su luz lloverte vesperal mañana.

¿Qué podrás tú del fruto preguntar

A la sombra del árbol florecido?

¿A qué suspirar viene, a qué las lágrimas,

Atenazado por diaria servidumbre?

¿A qué dejar que los espantapájaros

Desde sus postes día y noche te asgan?

¡Ánimo hermano, el canto de los pájaros

Ha de sonar mejor en tus oídos!

¿A qué salir a caza de gorriones

De tu opima rama florecida?

Dale antes de su canto la soldada:

Todas tus esperanzas una a una.

Créeme amigo, ganas en el cambio,

Canciones truecas por tardía fruta:

Piensa en la moraleja: “El tiempo pasa”;

Pronto el aire se irá de tus pulmones.

Quiero vivir, también quiero cantar

Hasta la puerta, la barrera última;

¡Haz un montón, valiente, con tus sobras

Y tíralas, mejor cuanto más lejos!

Abre la puerta; deja tu ganado

Seguir pastando donde mejor puedan;

Yo deshago la flor; bien poco vale

El que con muertas sobras se contenta.