“¡Dios mío, no comprendo yo su gusto,
Ni sé dónde le ha puesto Dios los ojos!
¡No es ella una belleza, y se dijera
Que a la frivolidad tiene afición!”.
Cierto que esto más se asemejara
Al aire de los dramas de hoy en día
Si yo buscase un buen ejemplo de ello
Entre señoras de lo más normal.
Cual ornato floral de invierno lucen,
De sus ventanas en el dulce marco;
Como plantas de tiesto en tibia tierra
Al calor de la estufa reverdecen.
Cada rama florida en general
Rejuvenece tras hiemal letargo;
Sí, si sensato fuese elegiría
Una entre cuantas hay que son normales.
¡Ladina sensatez, de qué nos sirves!
¡Asco y náusea infunde en mí tu voz!
¡Y es que es una flor silvestre, y tiene
Diez y seis primaveras de existencia!