Dirk llegó a casa de Sooz con un millar de estratagemas y confabulaciones en marcha en su imaginación. Llamó a la puerta, y tras una breve espera, esta se abrió y asomó el rostro de Sooz, presa de la inquietud. Es probable que pensara que sería la policía o algo así, enviada por Grousammer para arrestarla; pero al ver a Dirk, frunció el ceño muy enfadada.
—Oh, eres tú —dijo con resentimiento—. ¿Dónde has estado?
—Saludos, Hija de la Noche —respondió Dirk con una gran sonrisa en el rostro. Había tal júbilo y confianza en su entonación, que Sooz no pudo evitar que la enfadada línea de sus labios se curvase un poco en las comisuras—. Sabed que haré uso de todo mi Ingenio Perverso para veros liberada de la funesta influencia de ese tirano de Grousammer, y que seréis libre para rondar la noche como la dulce vampirita que sois —dijo él con entusiasmo.
Aquello fue demasiado para Sooz, y tuvo que sonreír. Hizo un gesto negativo de arrepentimiento con la cabeza, se rio y dijo:
—¡Dirk, cómo me alegro de ver esa cara de loco que tienes! —y dicho esto, dio un paso al frente y le abrazó con fuerza.
Él se quedó de piedra, no era capaz de acostumbrarse a aquel asunto de los abrazos entre los humanos, pero transcurridos unos segundos, transigió, rodeó a Sooz con los brazos y correspondió su abrazo.
Dirk nunca le había dado un verdadero abrazo a ningún ser, no en unos mil años. Sin duda, había estrechado a unos cuantos entre sus brazos hasta matarlos, pero eso era distinto, en cierto modo. Esto de ahora le hacía sentir bien, sentía algo extraño… ¿Qué era aquello? Ah, sí, «afecto». Sentía afecto por Sooz, quería protegerla, cuidar de ella.
Ante aquella idea, Dirk se separó de su abrazo y carraspeó, avergonzado por sus sentimientos.
«Pero ojo, cuidar de ella como quien cuida a su mascota, por supuesto —pensó Dirk a la desesperada—, o a un siervo particularmente bueno, un lacayo excelente». Eso es. Útil. A los Señores Oscuros no les gustaba la gente de por sí, ni se preocupaban por los demás movidos por el amor y el cariño, por todos los santos. «¡Por todos los demonios, quiero decir!».
—¿Estás bien? —le preguntó Sooz.
Dirk no sabía qué hacer con aquellas emociones tan inesperadas. Le habían desconcertado, no obstante, recobró la compostura.
—Sooz —dijo con un tono de voz imperial—, os ruego vuestro perdón por no haber venido antes en vuestra ayuda, pero es que he sufrido… ciertas distracciones.
—¿Qué distracciones? —dijo con el entrecejo fruncido—. ¡Yo te necesitaba de verdad!
—Es que… bueno, yo… —Dirk no podía soportar el admitir que había perdido la confianza en sí mismo y cedido al desánimo. Un Señor Oscuro nunca reconocía una debilidad. En especial, delante de una chica—. He estado trabajando en… en un plan… —añadió de un modo nada convincente.
—Eso no es lo que me ha dicho Chris. Dice que te ha entrado una depresión, como si te hubieras rendido o algo así.
La mueca que adoptó el rostro de Dirk era un reflejo de su irritación. «¡Ese bocazas de Christopher!». Suspiró. Quizás tengas que admitir las cosas a veces, o incluso decir la verdad, en especial a tus amigos. O, más bien, a tus lacayos más fieles.
Miró a su alrededor con rapidez, en un intento desesperado por pensar en alguna otra vía de actuación. Podría limitarse a negarlo, plantar cara tal y como habría hecho en los viejos tiempos, pero no, tal vez aquellos tiempos habían quedado atrás para siempre.
—Me afectó un poco, sí —le dijo—. Y lo siento, no era capaz de encontrar una salida.
Sooz pareció aceptarlo.
—Bueno, todos nos sentimos así alguna vez. Yo ciertamente lo he hecho en los últimos días.
Dirk cayó de pronto en la cuenta de lo mal que lo debía de haber pasado Sooz aquellos días. No podía parecerse ni por asomo a la pérdida de confianza en sí mismo de un Señor Oscuro, por supuesto, pero para ella, en su mundo, debía de haber sido bastante aterrador. Dirk no se lo podía creer, estaba comenzando a experimentar otra emoción. ¿Cómo se llamaba? Ah sí, «empatía». ¡Empático y afectuoso! Y todo en el mismo día. Extraordinario.
—Bueno —dijo Dirk—, ahora me siento mucho más como mi antiguo yo, y ya es hora de hacer que os libréis. Christopher dijo que hallasteis algo en el diario de ese viejo déspota, ¿no es así?
—Sí, ¿sabías que se llama Hércules? —dijo Sooz con una risilla. Dirk arqueó una ceja. «¿Y qué tiene eso de malo?», pensó para sí—. Y también tiene cosas sobre ti —prosiguió Sooz—, piensa que de mayor serás un supervillano, ya sabes, como el Doctor Muerte o algo parecido.
—¡Excelente! —exclamó Dirk—. Tal vez no sea tan insensato como creemos que es. ¡Lo que él ni se imagina es que yo me encuentro a leguas de distancia del Doctor Muerte tanto en poder como en intelecto! Aunque él lleva una armadura mejor.
Dirk estaba a punto de lanzar su característica risotada de villano cuando Sooz, consciente de lo que se avecinaba, le hizo un gesto para que guardase silencio.
—Pero hay más —le dijo—. Leí algo acerca de que el administrador quería los recibos del tratamiento a prueba de incendios que Grousammer debía haber encargado para el pabellón. Me pareció un poco raro. ¿Tú cómo lo ves?
Dirk estaba a punto de amonestarla por interrumpir a un Señor Oscuro cuando comenzó a asimilar sus palabras.
—¡Por supuesto! —dijo Dirk—. El pabellón no estaba protegido contra incendios, por eso se quemó tan rápido. ¡Y era responsabilidad de Grousammer que se llevara a cabo el trabajo con cargo al presupuesto del instituto, sin duda! Ja, apuesto a que ese viejo bellaco astuto se quedó para sí el dinero del tratamiento contra incendios. Tenía todo el sentido del mundo: la clásica y triste argucia de avaricioso, qué típico de un tirano de segunda clase como él. No me veréis a mí inventarme algo tan lastimero, ¡oh no, por los Dioses del Averno!
—¡Calla! —siseó Sooz de repente. Dirk frunció el ceño. Ya era la segunda vez que le interrumpía—. ¡Mira, es mi madre! —añadió al tiempo que señalaba en dirección a la esquina, calle abajo, donde aparecía un coche—. Ya vuelve de la tienda. Es mejor que te vayas, me han castigado y se supone que no puedo ver a ninguno de mis amigos durante una semana, y menos a ti —y dicho aquello, le hizo un gesto con las manos para que se marchase.
Dirk frunció el ceño, irritado. Ojalá pudiera hacer que unos orcos encarcelasen a la madre de Sooz por inoportuna, solo eso.
Ella se apresuró a meterse en casa.
—Volveré al insti la semana que viene. Nos vemos entonces, Dirk.
—No os preocupéis, Noctámbula, voy a solucionar las cosas esta noche. Y con la información que me habéis proporcionado, Grousammer tampoco se dedicará a hacer preguntas.
Sooz le dedicó una enorme sonrisa al oír aquello y, a continuación, cerró la puerta. Dirk se marchó corriendo.
Se dirigió a casa, entró a toda velocidad y se metió en la habitación de Chris sin llamar. Christopher, sorprendido, levantó los ojos del libro que estaba leyendo. El rostro de Dirk refulgía con una especie de júbilo tétrico.
—¡Christopher! Todo es real. ¡Soy el Señor Oscuro! —exclamó Dirk emocionado.
Chris se quedó mirándole, desconcertado.
—¿De qué estás hablando? —le preguntó—. Y tienes que llamar antes de entrar de esa manera.
—Bah, un ser superior no tiene la obligación de respetar las tristes normas de vuestro mundo. Escuchad, he quemado mi capa y se ha abierto una ventana a mi mundo. No obstante, se trata de una ventana que no he podido atravesar, desgraciadamente, pero sí me ha permitido ver las Tierras Oscuras. He visto a Gargon, y mi Torre de Hierro. El muy canalla de Hasdruban la ha… da igual, ¡la he visto!
Chris le miró sin un parpadeo, medio horrorizado ante la posibilidad de que Dirk se hubiese derrumbado por completo, y medio contento por el aparente regreso del viejo Dirk.
El Señor Oscuro prosiguió con su perorata.
—Lo importante es que, si se puede abrir una ventana, también se puede abrir una puerta. Pero mientras tanto, quiero a mi amiga Sooz de vuelta… eeeh, lo que quiero decir es que es demasiado útil para prescindir de sus servicios. Ha llegado la hora de idear un plan para restituirla a ella y limpiar su nombre. Y al plan lo llamaremos «La Ira de los Góticos».
—Entonces les vas a decir la verdad, que fuiste tú y no ella, ¿eh? —preguntó Christopher esperanzado.
—¿Qué? No, por supuesto que no. ¡Yo soy el Gran Dirk, a mí nunca «me pillan», yo nunca admito una derrota y nunca «pago el pato»! —declamó.
—Ya veo —dijo Christopher con frialdad—. Y entonces, ¿cómo vas a sacarla a ella del lío sin meterte tú en él? ¿O es que tu «plan» consiste en dejar que sea ella quien cargue con las culpas y reciba el castigo en tu lugar?
—¡Por los Nueve Infiernos, no! Por supuesto que no. Vamos a rescatarla, Christopher. Salvarla. Cambiar las tornas… hacer que se libre, como decís vosotros los mortales. Ellos no pueden derrotarme, y tampoco aplastarán a mi pueblo.
Christopher tuvo que sonreír ante aquello.
—Bien, ¿y qué es lo siguiente?
—Voy a reconstruir el pabellón, exacto a como era —dijo Dirk.
Christopher se quedó mirándolo fijamente por unos instantes.
—Vaaaleee —dijo.
Dirk le echó una mirada por encima del hombro.
—No me creéis, ¿verdad? Muy bien, esperad y veréis. ¡Hasta luego… y no me esperéis levantado!
Y dicho esto, dio media vuelta sobre sus talones y salió disparado hacia la puerta.
Mike Acheson, responsable de mantenimiento del aparcamiento, estaba sentado observando la mancha negra de aceite que había cerca de la acera de lo que él llamaba la «Plaza de Aparcamiento Maldita». Nadie estacionaba allí nunca, o casi nunca, y si lo hacían, siempre sucedía algo malo. Era muy raro.
Habría jurado que la mancha de aceite se había movido de alguna forma. Tal vez era incluso más grande. Mantuvo los ojos fijos en ella un rato más. Le fascinaba, como si le llamase, o incluso se riese de él.
Intentó limpiar la mancha con un trapo, pero este se le disolvió en la mano. Probó a echarle agua con una manguera, sin resultado. Trató de recogerla con una pala y echarla en un cubo, pero la sustancia se escurría de todo aquello con lo que intentase recogerla. Quiso quemarla, pero no ardía nada. Lo que sí ardía era tu piel si entraba en contacto con aquello. Una cosa inmunda, lo que fuera que fuese. Tal vez debería decírselo a alguien… a los de Medio Ambiente, quizá. Aunque también sería estúpido, porque no era más que aceite de motor, ¿no? Solo eso. Aceite de motor.