CRONOLOGÍA
I
1821
Nacimiento de Gustave Flaubert, segundo hijo varón de Achille-Cléophas Flaubert, cirujano jefe del Hôtel Dieu de Rouen, y de Anne-Justine-Caroline Flaubert, née Fleuriot. La familia pertenece al sector de la clase media formado por los profesionales prestigiosos, y posee varias fincas en los alrededores de Rouen. Unos antecedentes estables, ilustrados, estimulantes y con un grado normal de ambición.
1825
Entra al servicio de la familia Flaubert la niñera de Gustave, Julie, que permanecerá con ellos hasta la muerte del escritor, al cabo de cincuenta y cinco años. Pocos problemas del servicio turbarán su vida.
c. 1830
Conoce a Ernest Chevalier, su primer amigo íntimo. Una serie de amistades intensas, leales y fértiles sostendrá a Flaubert durante toda su vida: merecen una mención especial las que le unieron a Alfred le Poittevin, Maxime du Camp, Louis Bouilhet y George Sand. Gustave inspira fácilmente la amistad, y la fomenta con su actitud burlona y cariñosa.
1831-32
Ingresa en el Collège de Rouen, donde se convierte en un magnífico alumno cuyo fuerte son la historia y la literatura. El primer texto escrito por él que nos ha llegado, un ejercicio sobre Corneille, está fechado en 1831. A lo largo de su adolescencia escribe abundantemente, tanto teatro como narrativa.
1836
Conoce en Trouville a Elisa Schlesinger, esposa de un editor de música alemán, y siente una «enorme» pasión por ella. Esta pasión ilumina el resto de su adolescencia. Ella le trata con la mayor amabilidad y afecto; permanecen en contacto durante los siguientes cuarenta años. Volviendo la vista atrás, él se siente aliviado de que su pasión no hubiera sido correspondida: «La felicidad es como la sífilis. Si la contraes demasiado pronto te echa a perder la constitución.»
c. 1836
Iniciación sexual de Gustave con una de las doncellas de su madre. Este es el punto de partida de una carrera erótica tan activa como variopinta, que pasa del burdel al salón, del muchacho de los baños de El Cairo hasta la poetisa parisiense. En su primera madurez resulta muy atractivo para las mujeres y su velocidad de recuperación sexual es, según él mismo cuenta, impresionante; pero incluso en épocas más tardías de su vida, sus modales corteses, su inteligencia y su fama le garantizan que siempre habrá quien le haga caso.
1837
Aparece su primera obra publicada en Le Colibri, una revista de Rouen.
1840
Termina su baccalauréat. Viaja a los Pirineos con un amigo de la familia, el doctor Jules Cloquet. Aunque a menudo se le ha considerado como a un ermitaño a quien no había modo de mover de su casa, en realidad Flaubert viaja mucho: a Italia y Suiza (1845), a la Bretaña (1847), a Egipto, Palestina, Siria, Turquía, Grecia e Italia (1849-51), a Inglaterra (1851, 1865, 1866, 1871), a Túnez y Argelia (1858), a Alemania (1865), a Bélgica (1871) y a Suiza (1874). Compárese todo esto con el caso de su alter ego Louis Bouilhet, que soñaba con China y no llegó nunca ni a Inglaterra.
1843
Cuando era estudiante de leyes en París, conoce a Víctor Hugo.
1844
El primer ataque epiléptico de Gustave pone fin a sus estudios de derecho en París, y le confina en la nueva casa familiar de Croisset. Abandonar las leyes produce, sin embargo, muy poco dolor, y como su confinamiento le proporciona la soledad y la base estable necesarias para una vida dedicada a la escritura, el ataque resulta en último extremo beneficioso.
1846
Conoce a Louise Colet, «la Musa», y comienza sus amoríos más famosos: serán prolongados, apasionados, peleones, en dos partes (1846-48, 1851-54). Aunque de temperamentos poco afines y de principios estéticos incompatibles, Gustave y Louise duran sin embargo mucho más de lo que la mayoría hubiese esperado. ¿Debemos lamentar que termine su relación? Sólo porque supone que se acaban las brillantes cartas que Flaubert le dirigió a ella.
1851-57
Redacción, publicación, juicio y triunfal absolución de Madame Bovary. Un succès de scandale, elogiado por autores tan dispares como Lamartine, Sainte-Beuve o Baudelaire. En 1846, cuando dudaba de su capacidad de llegar algún día a escribir alguna obra publicable, Gustave había anunciado: «Si algún día hago acto de presencia, será armado de pies a cabeza.» Ahora su peto centellea y su lanza está en todas partes. El curé de Canteleu, el pueblo que está junto a Croisset, prohíbe a sus feligreses que lean la novela. Después de 1857, el éxito literario le lleva naturalmente al éxito social: Flaubert se deja ver más a menudo en París. Conoce a los Goncourt, a Renan, a Gautier, a Baudelaire y a Sainte-Beuve. En 1862 quedan instituidas las cenas literarias de Magny: Flaubert participa regularmente en ellas a partir de diciembre de ese año.
1862
Publicación de Salammbô. Succès fou. Sainte-Beuve le dice en una carta a Matthew Arnold: «¡Salammbô es nuestro gran acontecimiento!» La novela proporciona el tema de varios bailes de disfraces en París. E incluso el nombre de una nueva marca de petit four.
1863
Flaubert empieza a frecuentar el salón de la Princesse Mathilde, sobrina de Napoleón I. El oso de Croisset se introduce en la piel del león social. El mismo llega a recibir en su casa los domingos. En este año se inicia también su correspondencia con George Sand, y se produce su encuentro con Turgenev. Su amistad con el novelista ruso señala el comienzo de la difusión de su fama por Europa.
1864
Es presentado en Compiègne al emperador Napoleón III. Este es el punto culminante del triunfo social de Gustave. Envía unas camelias a la emperatriz.
1866
Recibe el título de chevalier de la Légion d’honneur.
1869
Publicación de L’Education sentimentale, de la que Flaubert siempre dirá que es un chef-d’oeuvre. A pesar de que corre (instigada por él mismo) la leyenda de su heroica lucha, Flaubert tiene facilidad para escribir. Se queja mucho, pero esas quejas siempre aparecen en cartas de asombrosa elocuencia. Durante un cuarto de siglo, termina un libro grueso, sólido, producto de investigaciones considerables, cada cinco o seis años. Es posible que se angustiase buscando la palabra, la frase, la asonancia, pero jamás tiene que soportar los atascos que padecen otros escritores.
1874
Publicación de La Tentation de saint Antoine. A pesar de ser un libro muy extraño, obtiene un gratificante éxito comercial.
1877
Publicación de Trois Contes. Éxito popular y de crítica: Le Figaro hace por primera vez una crítica favorable de un libro de Flaubert; en tres años se publican cinco ediciones. Flaubert comienza a trabajar en Bouvard et Pécuchet. Durante estos años finales, la siguiente generación le reconoce su preeminencia entre los novelistas franceses. Es festejado y venerado. Sus veladas de los domingos se convierten en famosos acontecimientos del mundillo literario; Henry James acude a visitar al Maestro. En 1879 los amigos de Gustave crean en su honor las cenas anuales por la festividad de Saint Polycarpe. En 1880, los cinco autores de Les Soirées de Medan, entre los que se encuentran Zola y Maupassant, le regalan un ejemplar dedicado: es como un saludo simbólico del realismo al naturalismo.
1880
Rodeado de honores y amado por todos, y trabajando de firme hasta el final, Gustave Flaubert muere en Croisset.
II
1817
Muerte de Caroline Flaubert (a los veinte meses), segunda hija de Achille-Cléophas Flaubert y Anne-Justine-Caroline Flaubert.
1819
Muerte de Emile-Cléophas Flaubert (a los ocho meses), su tercer hijo.
1821
Nacimiento de Gustave Flaubert, su quinto hijo.
1822
Muerte de Jules Alfred Flaubert (a los tres años y cinco meses), su cuarto hijo. Su hermano Gustave, nacido entre deux morts, es delicado, y los padres no esperan que viva mucho tiempo. El doctor Flaubert compra una parcela familiar en el Cimetière Monumental y hace excavar una pequeña fosa para Gustave. Sorprendentemente, el niño sobrevive. Resulta ser un crío tardo, que se pasa tranquilamente horas y horas sentado con el dedo en la boca y una expresión «casi idiota» en el rostro. Para Sartre, es «el idiota de la familia».
1836
Comienza su pasión desesperada y obsesiva por Elisa Schlesinger, que le cauteriza el corazón y le incapacita para amar plenamente a ninguna otra mujer. Volviendo la vista atrás, Gustave observa: «Todos tenemos en nuestro corazón una cámara real. Yo he tapiado la mía.»
1839
Expulsado del Collège de Rouen por pendenciero y desobediente.
1843
La Facultad de Derecho de París anuncia los resultados de los exámenes de primer curso. El tribunal declara su decisión por medio de bolas rojas o negras. Gustave tiene dos rojas y dos negras, y en consecuencia tiene que repetir curso.
1844
Primer y tremendo ataque de epilepsia. Luego sufrirá otros. «Cada ataque —escribe posteriormente Gustave— era como una hemorragia de la innervación… Era atroz, como si me arrancasen el alma del cuerpo.» Le sangran, le dan pastillas e infusiones, le ponen a régimen, le prohíben el alcohol y el tabaco; para que no tenga que reclamar su fosa en el cementerio hace falta que viva estrictamente confinado y rodeado por los cuidados maternales. Antes de haber entrado en el mundo, Gustave se retira de él. «¿Así que te tienen vigilado como a una jovencita?», se burla más tarde Louise Colet, acertando de lleno. Durante el resto de su vida, con la excepción de los últimos ocho años, Mme. Flaubert vigilará de forma asfixiante a su hijo, y censurará su idea de viajar. Poco a poco, transcurridos los decenios, la fragilidad de la madre se acentuará más que la de Gustave: para cuando él deja prácticamente de constituir una preocupación para ella, ella se ha convertido en una carga para él.
1846
Muerte del padre de Gustave, seguida rápidamente por la de su querida hermana Caroline (a los veintiún años de edad), que le convierte, sin que él lo haya querido, en padre de su sobrina. A todo lo largo de su vida se ve constantemente golpeado por la muerte de sus íntimos. Y los amigos mueren también de otras maneras: el mes de junio, se casa Alfred le Poittevin. Para Gustave, ésta es la tercera aflicción mortal del año: «Lo que haces es anormal», se queja. Y a Maxime du Camp le escribe ese mismo año: «Las lágrimas son para el corazón lo que el agua para los peces.» ¿Supone un consuelo que, ese mismo año, conozca a Louise Colet? La pedantería y la obstinación armonizan muy mal con la inmoderación y la posesividad. Seis días solamente después de que ella se convierta en su amante, ya quedan fijadas las pautas de sus relaciones: «¡Contén tus lágrimas! —se queja él—. Son una tortura para mí. ¿Qué quieres que haga? ¿Que lo deje todo y me vaya a vivir a París? Imposible.» Esta relación imposible se mantendrá sin embargo durante ocho años; Louise es pasmosamente incapaz de comprender que Gustave puede amarla aun sin sentir deseos de verla. «Si yo fuese una mujer —escribe él al cabo de seis años— no me querría a mí como amante. Como un antojo, sí; pero una relación íntima, no.»
1848
Muerte de Alfred le Poittevin, a los treinta y dos años. Quince años más tarde: «Creo que jamás he amado a nadie —hombre o mujer— como a él.» Veinticinco años más tarde: «No pasa un solo día que no piense en él.»
1849
Gustave lee su primera obra larga de adulto, La Tentation de saint Antoine, a sus dos amigos más íntimos, Bouilhet y Du Camp. La lectura dura cuatro días, a razón de ocho horas diarias. Tras consultarse mutua y embarazosamente, los oyentes le dicen que la arroje a las llamas.
1850
En Egipto, Gustave contrae la sífilis. Se le cae casi todo el pelo; engorda. Mme. Flaubert, que va a buscarle a Roma, casi no reconoce a su hijo, y comprueba que se ha convertido en un hombre grosero. Aquí comienza la mediana edad. «En cuanto nacemos, empezamos a pudrirnos.» Con el paso de los años se le irán cayendo todos los dientes menos uno; la saliva le quedará permanentemente ennegrecida por el tratamiento a base de mercurio.
1851-57
Madame Bovary. Su composición resulta dolorosa —«Al escribir este libro soy como una persona que tocase el piano con unas bolas de plomo atadas a cada falange»— y el proceso aterrador. Flaubert acaba fastidiado por la insistente fama de su obra maestra, que hace que otros le vean como al autor de un solo libro. Le dice a Du Camp que si algún día tuviese un golpe de suerte en la Bourse compraría «a cualquier precio» todos los ejemplares en circulación de Madame Bovary: «Los arrojaría a las llamas, y jamás tendría que volver a oír de ellos.»
1862
Elisa Schlesinger es internada en un manicomio; le diagnostican una «melancolía aguda». Tras la publicación de Salammbô, Flaubert empieza a tener amistades muy acomodadas. Pero en las cuestiones de dinero sigue comportándose como un niño: su madre tiene que vender algunas propiedades para pagar sus deudas. En 1867 entrega secretamente el control de sus asuntos económicos al esposo de su sobrina, Ernest Commanville. Durante los siguientes trece años, debido a sus extravagancias, a una administración incompetente y a la mala suerte, Flaubert pierde todo su dinero.
1869
Muerte de Louis Bouilhet, a quien Gustave llamó una vez «el agua de seltz que me permitía digerir la vida». «Al perder a Bouilhet, he perdido a mi comadrona, a la persona que entendía mis pensamientos mejor que yo mismo.» Muerte también de Sainte-Beuve. «¡Otro más que se va! ¡La pandilla se va reduciendo! ¿Con quién se puede hablar ahora de literatura?» Publicación de L’Education sentimentale; fracaso crítico y de ventas. De los ciento cincuenta ejemplares de favor remitidos a los amigos y conocidos, apenas si recibe acuses de recibo de unos treinta.
1870
Muerte de Jules de Goncourt: sólo quedan tres de los siete amigos que comenzaron las cenas de Magny en 1862. Durante la guerra franco-prusiana, el enemigo ocupa Croisset. Avergonzado de su nacionalidad francesa, Flaubert deja de llevar la Légion d’honneur, decide preguntarle a Turgenev qué tiene que hacer para adquirir la nacionalidad rusa.
1872
Muerte de Mme. Flaubert. «Hace quince días que me he dado cuenta de que mi mamá, esa pobre y buena mujer, era el ser que más he querido. Es como si me hubiesen arrancado parte de mis entrañas.» Muerte también de Gautier: «Con él desaparece el último de mis amigos íntimos. La lista queda cerrada.»
1874
Flaubert debuta en el teatro con Le Candidat. Es un fracaso absoluto; los actores abandonan el escenario con lágrimas en los ojos. La obra queda retirada del cartel al cabo de cuatro representaciones. Publicación de La Tentation de saint Antoine. «Me han vapuleado todos, desde Le Figaro hasta la Revue des deux mondes… Lo que me sorprende es que debajo de esas críticas se note un odio contra mí, contra mi persona, un prejuicio denigrador… Esta avalancha de majaderías me entristece.»
1875
La ruina económica de Ernest Cornmanville arrastra también a Flaubert. Vende su granja de Deauville; tiene que rogarle a su sobrina que no le eche de Croisset. Ella y Commanville le ponen el mote de «el consumidor». En 1879 se ve reducido a aceptar una pensión estatal que le consiguen los amigos.
1876
Muerte de Louise Colet. Muerte de George Sand. «Mi corazón está convirtiéndose en una necrópolis.» Los últimos años de Gustave son áridos y solitarios. Le dice a su sobrina que lamenta no haberse casado.
1880
Empobrecido, solitario y agotado, muere Gustave Flaubert. En su nota necrológica, Zola comenta que cuatro quintas partes de Rouen no le conocían, y que la otra quinta parte le detestaba. Deja sin terminar Bouvard et Pécuchet. Dicen algunos que le mató el trabajo de la novela; Turgenev le dijo, antes de que la comenzara, que sería mejor darle forma de relato corto. Después del funeral, un grupo de acompañantes del féretro, entre los que se encuentran Coppée y Théodore de Banville, celebran en Rouen una cena de homenaje al escritor fallecido. Al sentarse a la mesa, descubren que son trece. Banville, muy supersticioso, se empeña en que busquen otro comensal, y envían a Émile Bergerat, yerno de Gautier, a rondar por la calle. Después de que varias personas se nieguen a aceptar su ofrecimiento, regresa con un soldado de permiso. El soldado no ha oído hablar nunca de Flaubert, pero arde en deseos de conocer a Coppée.
III
1842
Mis libros y yo en el mismo apartamento, como un pepinillo en vinagre.
1846
Tuve, de muy joven, un presentimiento completo de la vida. Era como el nauseabundo hedor que se escapa de una cocina por un tragaluz. No hace falta haber probado la comida para saber que te daría ganas de vomitar.
1846
He hecho contigo lo mismo que he hecho en otras épocas con aquellos a quienes más amaba: les enseñaba el fondo del saco, y el acre polvo que salía de allí les asfixiaba.
1846
Mi vida está clavada a otra [Mme. Flaubert] y esto seguirá siendo así mientras dure esa otra vida. Alga marina agitada por el viento, sólo me sostiene a la roca un único hilo firme. Si se rompiera, ¿a dónde sería arrastrada esa pobre planta inútil?
1846
Quieres podar el árbol. Sus ramas hirsutas pero rebosantes de hojas se estiran en todas direcciones en busca del aire y del sol. Pero tú quieres convertirme en una encantadora espaldera extendida sobre la pared, que dé unos frutos magníficos que hasta un niño podría coger sin necesidad de una escalera.
1846
No creas pues que pertenezco a esa vulgar raza de hombres que sienten repugnancia después del placer, y para los que el amor sólo existe en virtud de la lujuria. No: en mí, lo que se alza no vuelve a abatirse con la misma rapidez. Si el musgo empieza a crecer por los edificios de mi corazón tan pronto como han sido construidos, también hace falta mucho tiempo para que caigan en ruinas, en caso de que lleguen realmente a caerse.
1846
Soy como los cigarros: para encenderme hay que chupar fuerte.
1846
Hay entre los marinos aquellos que descubren nuevos mundos, que añaden tierras a la tierra y estrellas a las estrellas: estos son los maestros, los excelsos, los eternamente espléndidos. Luego están los que vomitan el terror desde las partes de sus navíos, los que capturan, enriquecen y engordan. Algunos zarpan en pos del oro y la seda bajo otros cielos, otros sólo pretenden atrapar en sus redes salmones para los gourmets y bacalao para los pobres. Yo soy el oscuro y paciente pescador de perlas que se zambulle hasta las profundidades y emerge con las manos vacías y la cara azul. Cierta atracción fatal me conduce hacia los abismos del pensamiento, hasta el fondo de unas simas interiores que, para los fuertes, jamás se agotan. Me pasaré la vida mirando el océano del arte en el que otros navegan o combaten, y a veces me divertiré yendo a buscar al fondo del mar conchas verdes o amarillas que los demás desprecian. De modo que las guardaré para mí y cubriré con ellas las paredes de mi choza.
1846
No soy más que un lagarto literario que se calienta el día entero al gran sol de la belleza. Sólo eso.
1846
Hay en el fondo de mi ser un aburrimiento radical, íntimo, e incesante que no me permite disfrutar de nada y que me llena el alma a reventar. Aparece con cualquier excusa, como la hinchada carroña de los perros ahogados vuelve a salir a la superficie por mucho que les hayas atado una piedra al cuello.
1847
Las personas son como la comida. Hay montones de burgueses que para mí son como carne hervida: mucho vapor, nada de jugo, insípidos. Te llena en seguida, y suele gustarles a los patanes. Otros son como carne blanca, pescado de río, delgadas anguilas que viven en el fango, ostras más o menos saladas, cabezas de ternera y azucaradas papillas. Yo soy como los macarrones con queso, que se ahílan y hieden; para gustar de ellos hay que haberlos probado muchas veces. A la larga te acostumbras, pero antes tienes que haber aguantado que se te suba muchas veces el estómago a la boca.
1847
Hay personas que tienen el corazón blando y el alma dura. Yo, por el contrario, tengo el alma blanda y el corazón áspero. Soy como un coco, que guarda su leche encerrada bajo varias capas leñosas. Para abrirlo hace falta un hacha, ¿y qué es lo que te encuentras a menudo? Una especie de leche pasada.
1847
Esperabas encontrar en mí un fuego que ardiese, que llamease, que iluminase, que proyectara alegres claridades, que hiciera secar la humedad de los revestimientos, que saneara el aire y volviese a dar vida. Pero, ay, no soy más que una pobre lámpara nocturna cuya roja mecha centellea en un mal aceite lleno de polvo.
1851
Mi amistad es como los camellos. En cuanto se pone en marcha ya no hay modo de detenerla.
1852
A medida que envejecemos, el corazón se nos va desnudando, como los árboles. No hay nada capaz de resistir ciertas ráfagas de viento. Cada nuevo día nos arranca algunas hojas, y eso sin contar con las tormentas que rompen de una sola vez varias ramas. Pero así como el verdor de la naturaleza renace en primavera, el nuestro se va para siempre.
1852
La vida es una cosa horrible, ¿no crees? Es como una sopa en la que flotan muchos pelos, y que no hay más remedio que comerse.
1852
Yo me río de todo, incluso de lo que más amo. No hay cosas, hechos, sentimientos ni personas sobre los que no haya pasado mi bufonería, como un rodillo de hierro para sacarle lustre a la ropa.
1852
Amo mi trabajo con un amor frenético y perverso, como ama el asceta el cilicio que le araña el vientre.
1852
Todos los normandos tenemos un poco de sidra en las venas; es una bebida agria y fermentada, que a veces hace saltar el tapón.
1853
En cuanto al asunto de mi instalación inmediata en París, hay que aplazarla, o mejor aún resolverla de inmediato. Me resulta imposible en este momento… Me conozco muy bien, y significaría perder todo un invierno, y quizá todo el libro. Bouilhet puede decir lo que quiera, porque tiene la suerte de escribir en cualquier parte, y porque desde hace doce años ha seguido trabajando a pesar de estar siendo importunado constantemente… Yo soy como una hilera de cuencos de leche: para que se forme la crema hay que dejarlos inmóviles. ¿Sabes que tu facilidad me deslumbra? ¡En diez días habrás escrito seis cuentos! No lo entiendo… Yo soy como uno de esos acueductos antiguos. Hay tantos detritus en los bordes de mi pensamiento que éste circula lentamente, y sólo cae de mi pluma de gota en gota.
1854
Yo, que guardo cada cosa en su sitio, llevo una vida ordenada por casilleros, y tengo mis cajones y estoy tan lleno de compartimentos como un baúl de viaje, muy bien atado con cuerdas y cerrado con tres correas.
1854
¿Pides amor, te quejas de que no te mande flores? ¡Ah, pienso mucho en las flores! Búscate un joven recién salido del cascarón, un hombre de buenos modales e ideas prestadas. Yo soy como los tigres, que tienen en la punta del glande unos pelos aglutinados con los que desgarran a la hembra.
1857
Los libros no se hacen como los niños, sino como las pirámides, con un proyecto premeditado y amontonando grandes bloques los unos encima de los otros, a fuerza de riñones, de tiempo y de sudor. ¡Y no sirven de nada! ¡Y se quedan allí, en el desierto! Pero dominándolo de forma prodigiosa. Los chacales se mean en su base y los burgueses suben hasta su cúspide; continúa la comparación.
1857
Hay una frase latina que significa aproximadamente: «Coger con los dientes un denario de entre la mierda.» Era una figura retórica que aplicaban a los avaros. Yo soy como ellos: para encontrar oro, no me detengo ante nada.
1867
Es cierto que hay muchas cosas que me exasperan. El día en que nada me indigne caeré de bruces, como una muñeca cuando le quitas el palo que la sostiene.
1872
Mi corazón permanece intacto, pero mi sensibilidad está exasperada por un lado y embotada por el otro, como un viejo cuchillo afilado demasiadas veces, con melladuras, que se rompe fácilmente.
1872
Jamás habían contado tan poco los intereses espirituales. Jamás el odio contra toda grandeza, el desdén por lo Bello, la execración de la literatura habían sido tan manifiestos. Siempre he intentado vivir en una torre de marfil; pero una marea de mierda golpea sus muros y amenaza derribarla.
1873
Sigo, no obstante, torneando frases de la misma manera que los burgueses que tienen un torno en el granero siguen torneando aros para servilletas, por ociosidad y para mi propia satisfacción.
1875
A pesar de tus consejos, no consigo «endurecerme»… Mi sensibilidad está sobreexcitada; tengo los nervios y el cerebro enfermos, muy enfermos, lo noto… Vaya, ya estoy quejándome otra vez, por mucho que no quiera afligirte. Me referiré solamente a tu comparación con la «roca». Debes saber que a veces el granito muy antiguo se convierte en arcilla.
1875
Me siento desarraigado y llevado de acá para allá como un alga muerta.
1880
¿Y cuándo estará terminado mi libro? Problema. Para que pueda publicarse el próximo invierno, no debo perder ni un minuto. Pero hay momentos en que tengo la sensación de estar licuándome como un viejo camembert, tan fatigado estoy.