Del segundo rey y de lo que sucedió en su reinado
Hechas las exequias del rey difunto, los ancianos y gente principal, y alguna parte del común, hicieron su junta para elegir rey, donde el más anciano propuso la necesidad en que estaban y que convenía elegir por cabeza de su ciudad persona que tuviese piedad de los viejos y de las viudas y huérfanos, y fuese padre de la república, porque ellos habían de ser las plumas de sus alas y las pestañas de sus ojos y las barbas de su rostro; y que era necesario fuese valeroso, pues habían de tener necesidad de valerse presto de sus brazos, según se lo había profetizado su dios.
Fué la resolución elegir por rey un hijo del antecesor, usando en esto de tan noble término, de dalle por sucesor a su hijo, como él lo tuvo en hacer más confianza de su república. Llamábase este mozo Vitzlovitli, que significa pluma rica; pusiéronle corona real y ungiéronle, como fué costumbre hacerlo con todos sus reyes, con una unción que llamaban divina, porque era la misma con que ungían su ídolo. Hízolo luego un retórico una elegante plática, exhortándole a tener ánimo para sacallos de los trabajos, servidumbre y miseria en que vivían oprimidos de los Azcapuzalcos, y, acabada, todos le saludaron y le hicieron su reconocimiento.
Era soltero este rey, y pareció a su consejo que era bien casarle con hija del rey de Azcapuzalco, para tenerle por amigo y disminuir algo con esta ocasión de la pesada carga de los tributos que le daban; aunque temieron que no se dignase darles su hija, por tenerles por vasallos. Mas, pidiéndosela con grande humildad y palabras muy comedidas, el rey de Azcapuzalco vino en ello y les dió una hija suya llamada Ayauchigual, a la cual llevaron con gran fiesta y regocijo a Méjico, e hicieron la ceremonia y solemnidad del casamiento, que era atar un canto de la capa del hombre con otro del manto de la mujer, en señal de vínculo de matrimonio.
Nacióle a esta reina un hijo, cuyo nombre pidieron a su abuelo el rey de Azcapuzalco, y echando sus suertes, como ellos usan (porque eran en extremo grandes agoreros en dar nombres a sus hijos), mandó que llamasen a su nieto Chimalpopoca, que quiere decir rodela que echa humo. Con el contento que el rey de Azcapuzalco mostró del nieto, tomó la reina, su hija, de pedirle por bien, pues tenía ya nieto mejicano, de relevar a los mejicanos de la carga tan grave de sus tributos; lo cual el rey hizo de buena gana con parecer de los suyos, dejándoles en lugar del tributo que daban, obligación de que cada año llevasen un par de patos o unos peces en reconocimiento de ser sus súbditos y estar en su tierra. Quedaron con esto muy aliviados y contentos los de Méjico; mas el contento duró poco, porque la reina, su protectora, murió dentro de pocos años, y otro año después el rey de Méjico, Vitzilovitli, dejando de diez años a su hijo Chimalpopoca. Reinó trece años; murió de poca más edad de treinta.
Fué tenido por buen rey, diligente en el culto de sus dioses, de los cuales tenían por opinión que eran semejanza los reyes, y que la honra que se hacía a su dios, se hacía al rey, que era su semejanza, y por eso fueron tan curiosos los reyes en el culto y veneración de sus dioses. También fué sagaz en ganar las voluntades de los comarcanos y trabar mucha contratación con ello, con que acrecentó su ciudad, haciendo se ejercitasen los suyos en cosas de la guerra por la laguna, apercibiendo la gente para lo que andaban tramando de alcanzar, como presto parecerá.