De las universidades y estudios de la China
De escuelas mayores y universidades de filosofía y otras ciencias naturales, los padres de la Compañía que han estado allá, dicen, que no las vieron, ni pueden creer que las haya, y que todo su estudio es de la lengua mandarín, que es dificilísima y amplísima, como está referido. Lo que también estudian son cosas que hay en esta lengua, que son historias, sectas, leyes civiles y moralidad de proverbios y fábulas y otras muchas composiciones, y los grados que hay son en estos estudios de sus lenguas y leyes.
De las ciencias divinas ningún rastro tienen; de las naturales, no más que algún rastro, con muy poco, o ningún método, ni arte, sino proposiciones sueltas, según es mayor o menor el ingenio o estudio de cada uno; en las matemáticas por experiencia de los movimientos de las estrellas, y en la medicina por conocimiento de yerbas, de que usan mucho, y hay muchos que curan. Escriben con pinceles: tienen muchos libros de mano, y muchos impresos, todos mal aliñados. Son grandes representantes, y hácenlo con grande aparato de tablado, vestidos, campanas y atambores, y voces a sus tiempos. Refieren padres haber visto comedia de diez o doce días con sus noches, sin faltar gente en el tablado, ni quien mire: van saliendo personajes y escenas diferentes, y mientras unos representan, otros duermen o comen. Tratan en estas comedias cosas morales, y de buen ejemplo; pero envueltas en otras notables de gentilidad.
Esto es en suma lo que los nuestros refieren de las letras y ejercicios de ellas en la China, que no se puede negar sea de mucho ingenio y habilidad. Pero todo ello es de muy poca substancia, porque, en efecto, toda la ciencia de los chinos viene a parar en saber escribir y leer no más, porque ciencias más altas no las alcanzan; y el mismo escribir y leer no es verdadero escribir y leer, pues no son letras las suyas, que sirvan para palabras, sino figurillas de innumerables cosas, que con infinito trabajo y tiempo prolijo se alcanzan; y al cabo de toda su ciencia, sabe más un indio del Perú o de Méjico, que ha aprendido a leer y escribir, que el más sabio mandarín de ellos, pues el indio con veinticuatro letras que sabe escribir y juntar, escribirá y leerá todos cuantos vocablos hay en el mundo, y el mandarín con sus cien mil letras, estará muy dudoso para escribir cualquier nombre propio de Martín o Alonso, y mucho menos podrá escribir los nombres de cosas que no conoce, porque en resolución el escribir de la China es un género de pintar o cifrar.