Capítulo XVIII

De los sacrificios que al demonio hacían los indios, y de qué cosas

En lo que más el enemigo de Dios y de los hombres ha mostrado siempre su astucia, ha sido en la muchedumbre y variedad de ofrendas y sacrificios, que para sus idolatrías ha enseñado a los infieles. Y como el consumir la sustancia de las criaturas en servicio y culto del Criador, es acto admirable y propio de religión, y eso es sacrificio, así el padre de la mentira ha inventado que, como a autor y señor, le ofrezcan y sacrifiquen las criaturas de Dios.

El primer género de sacrificios que usaron los hombres fué muy sencillo, ofreciendo Caín de los frutos de la tierra y Abel de lo mejor de su ganado; lo cual hicieron después también Noé y Abraham, y los otros patriarcas, hasta que Moysen le dió aquel largo ceremonial del Levítico, en que se ponen tantas suertes y diferencias de sacrificios, y para diversos negocios de diversas cosas, y con diversas ceremonias; así también Satanás en algunas naciones se ha contentado con enseñar que le sacrifique de lo que tienen, como quiera que sea; en otras ha pasado tan adelante en dalles multitudes de ritos y ceremonias en esto, y tantas observancias, que admiro y parece que es querer claramente competir con la ley antigua, y en muchas cosas usupar sus propias ceremonias. A tres géneros de sacrificio podemos reducir todos los que usan estos infieles: unos de cosas insensibles, otros de animales y otros de hombres.

En el Perú usaron sacrificar coca, que es una hierba que mucho estiman, y maíz, que es su trigo, y plumas de colores, y chaquira, que ellos llaman mollo, y conchas de la mar, y a veces oro y plata, figurando de ello animalejos; también ropa fina de cumbi, y madera labrada y olorosa, y muy ordinariamente sebo quemado. Eran estas ofrendas o sacrificios para alcanzar buenos temporales, o salud, o librarse de peligros y males. En el segundo género era su ordinario sacrificio de cuyes, que son unos animalejos como gazapillos, que comen los indios bien. Y en cosas de importancia, o personas caudalosas, ofrecían carneros de la tierra, o pacos rasos, o lanudos; y en el número, y en las colores, y en los tiempos había gran consideración y ceremonia.

El modo de matar cualquier res chica o grande, que usaban los indios, según su ceremonia antigua, es la propia que tienen los moros, que llaman el alquible, que es tomar la res encima del brazo derecho, y volverle los ojos hacia el sol diciendo diferentes palabras, conforme a la cualidad de la res que se mata. Porque si era pintada, se dirigían las palabras al chuquilla o trueno, para que no faltase el agua; y si era blanco raso, ofrecíanle al sol con unas palabras; y si era lanudo, con otras, para que alumbrase y criase; y si era guanaco, que es como pardo, dirigían el sacrificio al Viracocha. Y en el Cuzco se mataba con esta ceremonia cada día un carnero raso al sol, y se quemaba vestido con una camiseta colorada, y cuando se quemaba, echaban ciertos cestillos de coca en el fuego (que llamaban villcaronca); y para este sacrificio tenían gente diputada, y ganado que no servía de otra cosa.

También sacrificaban pájaros, aunque esto no se halla tan frecuente en el Perú como en Méjico, donde era muy ordinario el sacrificio de codornices. Los del Perú sacrificaban pájaros de la puna, que así llaman allá al desierto, cuando habían de ir a la guerra, para hacer disminuir las fuerzas de las guacas de sus contrarios. Este sacrificio se llamaba cuzcovicza, o contevicza, o huallavicza, o sopavicza, y hacíanlo en esta forma: tomaban muchos géneros de pájaros de la puna, y juntaban mucha leña espinosa, llamada yanlli, la cual, encendida, juntaban los pájaros, y esta junta llamaban quizo, y los echaban en el fuego, alrededor de el cual andaban los oficiales del sacrificio con ciertas piedras redondas y esquinadas, a donde estaban pintadas muchas culebras, leones, sapos y tigres, diciendo usachum, que significa: suceda nuestra victoria bien; y otras palabras en que decían: Piérdanse las fuerzas de las guacas de nuestros enemigos. Y sacaban unos carneros prietos, que estaban en prisión algunos días sin comer, que se llamaban urcu, y matándolos decían que así como los corazones de aquellos animales estaban desmayados, así desmayasen sus contrarios.

Y si en estos carneros vían que cierta carne que está detrás de el corazón no se les había consumido con los ayunos y prisión pasada, teníanlo por mal agüero. Y traían ciertos perros negros llamados apurucos, y matábanlos, y echábanlos en un llano, y con ciertas ceremonias hacían comer aquella carne a cierto género de gente. También hacían este sacrificio para que el Inga no fuese ofendido con ponzoña, y para esto ayunaban desde la mañana hasta que salía la estrella, y entonces se hartaban y zahoraban a usanza de moros. Este sacrificio era el más acepto para contra los dioses de los contrarios. Y aunque el día de hoy ha cesado cuasi todo esto, por haber cesado las guerras, con todo han quedado rastros, y no pocos, para pendencias particulares de indios comunes, o de caciques, o de unos pueblos con otros.

Ítem, también sacrificaban u ofrecían conchas de la mar, que llaman mollo, y ofrecíanlas a las fuentes y manantiales, diciendo que las conchas eran hijas de la mar, madre de todas las aguas. Tienen diferentes nombres según la color, y así sirven a diferentes efectos. Usan de estas conchas cuasi en todas las maneras de sacrificios; y aun en el día de hoy echan algunos el mollo molido en la chicha por superstición. Finalmente, de todo cuanto sembraban y criaban, si les parecía conveniente, ofrecían sacrificio.

También había indios señalados para hacer sacrificios a las fuentes, manantiales o arroyos que pasaban por el pueblo, y chacras, o heredades, y hacíanlos en acabando de sembrar, para que no dejasen de correr, y regasen sus heredades. Estos sacrificios elegían los sortilegos por sus suertes, las cuales acabadas, de la contribución del pueblo se juntaba lo que se había de sacrificar, y lo entregaban a los que tenían el cargo de hacer los dichos sacrificios. Y hacíanlos al principio del invierno, que es cuando las fuentes y manantiales y ríos crecen por la humedad del tiempo, y ellos atribuíanlo a sus sacrificios, y no sacrificaban a las fuentes y manantiales de los despoblados.

El día de hoy aún queda todavía esta veneración de las fuentes, manantiales, acequias, arroyos o ríos que pasan por lo poblado y chacras; y también tienen reverencia a las fuentes y ríos de los despoblados. Al encuentro de dos ríos hacen particular reverencia y veneración, y allí se lavan para sanar untándose primero con harina de maíz, o con otras cosas, y añadiendo diferentes ceremonias; y lo mismo hacen también en los baños.