De las excepciones que se hallan en la regla ya dicha, y de los vientos y calmas que hay en mar y tierra
Lo que se ha dicho de los vientos que corren de ordinario dentro y fuera de la tórrida, se ha de entender en la mar en los golfos grandes; porque en tierra es de otra suerte, en la cual se hallan todos vientos, por las grandes y desigualdades que tiene de sierras y valles, y multitud de ríos y lagos, y diversas facciones de país, de donde suben vapores gruesos y varios, y según diversos principios son movidos a unas y otras partes, así causan diversos vientos, sin que el movimiento del aire causado del cielo pueda prevalecer tanto, que siempre los lleve tras sí.
Y no sólo en la tierra, sino también en las costas del mar en la tórrida, se hallan estas diversidades de vientos por la misma causa. Porque hay terrales que vienen de tierra, y hay mareros que soplan del mar: de ordinario los de mar son suaves y sanos, y los de tierra pesados y malsanos, aunque, según la diferencia de las costas, así es la diversidad que en esto hay. Comúnmente los terrales o terrenos soplan después de medianoche hasta que el sol comienza a encumbrar; los de mar, desde que el sol va calentando hasta después de ponerse. Por ventura es la causa, que la tierra, como materia más gruesa, humea más ida la llama del sol, como lo hace la leña mal seca, que en apagándose la llama, humea más. La mar, como tiene más sutiles partes, no levanta humos, sino cuando la están calentando, como la paja, o heno, si es poca, y no bien seca, que levanta humo cuando la queman, y en cesando la llama cesa el humo. Cualquiera que sea la causa de esto, ello es cierto, que el viento terral prevalece más con la noche, y el del mar, al contrario, más con el día.
Por el mismo modo, como en las costas hay vientos contrarios, y violentos a veces, y muy tormentosos, acaece haber calmas y muy grandes. En gran golfo, navegando debajo de la línea, dicen hombres muy expertos, que no se acuerdan haber visto calmas, sino que siempre poco o mucho se navega, por causa del aire movido del movimiento celeste, que basta a llevar el navío, dando, como da, a popa. Ya dije, que en dos mil y setecientas leguas siempre debajo, o no más lejos de diez o doce grados de la línea fué una nao de Lima a Manila por febrero y marzo, que es cuando el sol anda más derecho encima, y en todo este espacio no hallaron calmas, sino viento fresco; y así en dos meses hicieron tan gran viaje. Mas cerca de la tierra, en las costas, o donde alcanzan los vapores de islas, o tierra firme, suele haber muchas y muy crueles calmas en la tórrida, y fuera de ella.
De la misma manera los turbiones, y aguaceros repentinos, y torbellinos, y otras pasiones tormentosas del aire, son más ciertas y ordinarias en las costas, y donde alcanzan los vahos de tierra que no en el gran golfo; esto entiendo en la tórrida, porque fuera de ella, así calmas, como turbiones, también se hallan en alta mar. No deja, con todo eso entre los trópicos, y en la misma línea de haber aguaceros, y súbitas lluvias a veces, aunque sea muy adentro en la mar, porque para eso bastan las exhalaciones y vapores del mar, que se mueven a veces presurosamente en el aire, y causan truenos y turbiones; pero esto es mucho más ordinario cerca de tierra, y en la misma tierra.
Cuando navegué del Perú a la Nueva España advertí, que todo el tiempo que fuimos por la costa del Perú, fué el viaje, como siempre suele, fácil y sereno, por el viento sur, que corre allí, y con él se viene a popa la vuelta de España, y de Nueva España: cuando atravesamos el golfo, como íbamos muy dentro en la mar, y cuasi debajo de la línea, fué el tiempo muy apacible, y fresco, y a popa. En llegando al paraje de Nicaragua, y por toda aquella costa, tuvimos tiempos contrarios, y muchos nublados y aguaceros, y viento que a veces bramaba horriblemente. Y toda esta navegación fué dentro de la zona tórrida, porque de doce grados al sur que está Lima, navegamos a diez y siete, que está Guatulco, puerto de Nueva España. Y creo que los que hubieren tenido cuenta en lo que han navegado dentro de la tórrida, hallarán, poco más o menos, lo que está dicho; y esto baste de la razón general de vientos que reinan en la tórrida zona por el mar.