Capítulo VII

Por qué causa se hallan más ordinarios vendavales saliendo de la tórrida a más altura

Quien considerare lo que está dicho, podrá también entender, que yendo de poniente a oriente en altura que exceda los trópicos, es conforme a razón hallar vendavales. Porque como el movimiento de la equinoccial tan veloz es causa que debajo de ella el aire se mueva, siguiendo su movimiento, que es de oriente a poniente, y que lleve tras sí de ordinario los vahos que la mar levanta; así al revés los vahos y exhalaciones que de los lados de la equinoccial o tórrida se levantan, con la repercusión que hacen topando en la corriente de la zona, revuelven casi en contrario, y causan los vendavales, o suduestes tan experimentados por esas partes. Así como vemos que las corrientes de las aguas, si son heridas y sacudidas de otras más recias, vuelven cuasi en contrario. Al mismo modo parece acaecer en los vahos y exhalaciones por donde los vientos se despiertan a unas partes y a otras.

Estos vendavales reinan más ordinariamente en mediana altura de veintisiete a treinta y siete grados, aunque no son tan ciertos y regulares como las brisas en poca altura, y la razón lo lleva; porque los vendavales no se causan de movimiento propio y uniforme del cielo, como las brisas cerca de la línea; pero son, como he dicho, más ordinarios, y muchas veces furiosos sobremanera y tormentosos. En pasando a mayor altura, como de cuarenta grados, tampoco hay más certidumbre de vientos en la mar, que en la tierra. Unas veces son brisas, o nortes; otras son vendavales, o ponientes; y así son las navegaciones más inciertas y peligrosas.