Capítulo III

De algunas propiedades de vientos que corren en el nuevo orbe

Cuestión es muy disputada por Aristóteles si el viento austro, que llamamos ábrego, o leveche, o sur (que por ahora todo es uno) sopla desde el otro polo antártico, o solamente de la equinoccial y mediodía, que en efecto es preguntar si aquella cualidad que tiene de ser lluvioso y caliente le permanece pasada la equinoccial Y cierto es bien para dudar, porque aunque se pasa la equinoccial, no deja de ser viento austro o sur, pues viene de un mismo lado del mundo, como el viento norte, que corre del lado contrario, no deja de ser norte, aunque se pase la tórrida y la línea. Y así parece que ambos vientos, han de conservar sus primeras propiedades, el uno de ser caliente y húmedo, y el otro de ser frío y seco: el austro de causar nublados y lluvias; y el bóreas, o norte de derramallas y serenar el cielo.

Mas Aristóteles a la contraria opinión se llega más, porque por eso es el norte en Europa frío, porque viene del polo, que es región sumamente fría; y el ábrego al revés es caliente, porque viene del mediodía, que es la región que el sol más calienta. Pues la misma razón obliga a que los que habitan de la otra parte de la línea les sea el austro frío, y el cierzo, o norte caliente, porque allí el austro viene del polo, y el norte viene del mediodía. Y aun parece que ha de ser el austro, o sur más frío allá, que es acá el cierzo o norte. Porque se tiene por región más fría la del polo del sur que la del polo del norte, a causa de gastar el sol siete días del año más hacia el trópico del Cancro que hacia el de Capricornio, como claramente se ve por los equinoccios y solsticios que hace en ambos círculos Con que parece quiso la naturaleza declarar la ventaja y nobleza, que esta media parte del mundo, que está al norte, tiene sobre la otra media, que está al sur.

Siendo así, parece concluyente razón para entender que se truecan estas cualidades de los vientos en pasando la línea. Mas en efecto no pasa así, cuanto yo he podido comprehender con la experiencia de algunos años que anduve en aquella parte del mundo, que cae pasada la línea al sur. Bien es verdad que el viento norte no es allá tan generalmente frío y sereno como acá. En algunas partes del Perú experimentan que el norte les es enfermo y pesado, como en Lima y en los llanos. Y por toda aquella costa, que corre más de quinientas leguas, tienen al sur por saludable y fresco, y lo que más es, serenísimo; pues con él jamás llueve, todo al contrario de lo que pasa en Europa, y de esta parte de la línea; pero esto de la costa del Perú no hace regla, antes es excepción, y una maravilla de naturaleza, que es nunca llover en aquella costa, y siempre correr un viento, sin dar lugar a su contrario; de lo cual se dirá después lo que pareciere.

Agora quedamos con esto, que el norte no tiene de la otra parte de la línea las propiedades que el austro tiene de ésta, aunque ambos soplan de el mediodía a regiones opuestas. Porque no es general allá que el norte sea cálido, ni lluvioso, como lo es acá el austro, antes llueve allá también con el austro, como se ve en toda la sierra del Perú, y en Chile, y en la tierra de Congo, que está pasada la línea, y muy dentro en la mar. Y en Potosí el viento que llaman tomahaui, que si no me acuerdo mal, es nuestro cierzo, es extremadamente seco y frío, y desabrido como por acá. Verdad es que no es por allá tan cierto el disipar las nubes el norte, o cierzo, como acá, antes, si no me engaño, muchas veces llueve con él.

No hay duda sino que de los lugares por do pasan, y de las próximas regiones de donde nacen, se les pega a los vientos tan grande diversidad y efectos contrarios, como cada día se experimentan en mil partes. Pero hablando en general, para la cualidad de los vientos, más se mira en los lados y partes del mundo, de donde proceden, que no en ser de ésta, o de la otra parte de la línea, como a mi parecer acertadamente lo sintió el filósofo. Estos vientos capitales, que son oriente y poniente, ni acá ni allá tiene tan notorias y universales cualidades como los dos dichos. Pero comúnmente por acá el solano o levante es pesado y mal sano, el poniente, o céfiro es más apacible y sano. En Indias, y en toda la tórrida, el viento de oriente, que llaman brisa, es, al contrario de acá, muy sano y apacible. Del de poniente no sabré decir cosa cierta ni general, mayormente no corriendo en la tórrida ese viento, sino rarísimas veces. Porque en todo lo que se navega entre los trópicos es ordinario y regular viento el de la brisa. Lo cual por ser una de las maravillosas obras de naturaleza es bien se entienda de raíz como pasa.