Si hay algo ahí para mí va a seguir esperándome.
—Khalid Khannouchi
De todos los corredores de élite que he conocido, Khalid Khannouchi es el que ha tenido la combinación de buena y mala suerte más extrema. Su mayor golpe de buena suerte fue haber nacido con un conjunto de genes ideal para el fondo. Gracias a esos genes, y a un enorme trabajo duro, Khannouchi fue capaz de romper en dos ocasiones el récord mundial de maratón, marcar un récord mundial en 20K y lograr cinco victorias en maratones importantes (cuatro en Chicago y una en Londres). Pero podría haber logrado mucho más si no hubiera sido por la mala suerte de su propensión a las lesiones. A lo largo de su carrera, Khannouchi ha disputado una batalla aparentemente infinita contra todo tipo de lesiones. Ha sufrido lesiones en los pies, en los isquiotibiales, en las ingles, en las lumbares y otra vez en sus pies. Estos múltiples percances le han mantenido alejado del entrenamiento y de la competición durante un período acumulado de seis años, o casi la mitad de su carrera deportiva.
En 2007 vi a Khannouchi en el medio maratón Rock’n’ Roll de San José. Se acababa de recuperar de una lesión en el pie y únicamente había tenido algunas semanas de entrenamiento con sus piernas sanas. Se notó. Terminó decimotercero con 1:05:04. Esta actuación no era un buen augurio para sus esperanzas de obtener un puesto en el equipo olímpico en las pruebas de clasificación para los Juegos Olímpicos que iban a tener lugar el mes siguiente en Nueva York. Increíblemente y gracias de nuevo a esos genes fuera de lo común, Khannouchi mejoró lo suficiente durante las siguientes tres semanas como para obtener un puesto en el equipo, finalizando cuarto con 2:12:34.
Seguro que Khannouchi se habría sentido muy decepcionado si se hubiera perdido de nuevo los Juegos Olímpicos (asombrosamente, nunca había ido), pero al fin parecía estar en el camino de vuelta. O no. Sus problemas en los pies volvieron a aparecer y en la primavera de 2009 pasó por el quirófano y estaba aún recuperándose de la operación cuando hablé con él varios meses después.
Como colega corredor de gran fragilidad que había estado al borde de la locura debido a recurrentes motines del cuerpo, pregunté a Khannouchi cómo había conseguido que sus frustraciones provocadas por las lesiones no le volvieran loco.
—Es frustrante cuando quieres ir y competir y mejorar, pero tu cuerpo no te lo permite —me dijo—. Pero yo siempre creo que sea lo que sea lo que esté ahí para ti, lo conseguirás. Nada de pánico en absoluto. Si hay algo ahí para mí va a seguir esperándome.
Cuando hablé con Khannouchi, descubrí que había alcanzado una paz genuina respecto a sus limitaciones y sus consecuencias, incluso aunque continuara luchando todo lo que podía dentro de esas limitaciones.
—Adoro el hecho de ser corredor, de poder ser mi propio jefe —me dijo—. Todavía deseo hacerlo si puedo. Pero, si no puedo, al menos puedo hacer jogging y correr a un ritmo más bajo y pasármelo bien con la gente.
Khalid Khannouchi es musulmán y, en nombre de su fe, ha llegado a un grado de aceptación que le ha permitido disfrutar de correr pese a no ser capaz de hacerlo como le hubiera gustado. Yo no soy musulmán, aunque mis propias desgracias con las lesiones me han llevado más o menos al mismo grado de aceptación, probablemente porque ese es el único estado mental que me permite continuar buscando la realización como corredor cuando el espíritu desea actuar pero el cuerpo es incapaz de hacerlo.
Todas las religiones y filosofías maduras enseñan una perspectiva de aceptación. En el budismo, aceptar las cosas tal y como son es el camino hacia la iluminación y la felicidad. Buda enseñó que es inútil intentar erradicar todas las causas de sufrimiento de tu vida o intentar adormecer tu capacidad de hacer daño. El sufrimiento siempre estará ahí. De hecho, dijo que «la vida es sufrimiento». Es mejor aceptar la inevitabilidad del sufrimiento y la verdad de cada episodio específico de malestar porque esa aceptación en realidad elimina un poco del dolor que provoca el sufrimiento. El dolor en la rodilla es malo, pero el dolor de rodilla que usted maldice o niega es el doble de malo que el dolor de rodilla que acepta como una parte ocasional de ser corredor. Aún más, el dolor de rodilla que acepta probablemente desaparezca antes que el dolor de rodilla que maldice o niega, ya que la mente tiene una poderosa influencia en la curación y una mentalidad positiva es una mentalidad curativa[53].
En los capítulos precedentes hemos considerado muchas facetas de la perspectiva cuerpo-mente de correr. En este capítulo explicaré la perspectiva cuerpo-mente respecto a las lesiones. Es simple. Como se manifiesta en personas como Khalid Khannouchi, el enfoque cuerpo-mente de las lesiones consiste en minimizar sus efectos negativos sobre su disfrute de correr y, en la medida de lo posible, maximizar los eventuales efectos positivos de las lesiones en su disfrute de correr. La justificación de este enfoque centrado en la mente, a la hora de hacer frente a los problemas del cuerpo, procede del hecho de que las lesiones son inevitables en la vida de un corredor. Así pues, ¿cuál preferiría tener: una lesión que le hace sentirse deprimido durante todo el tiempo que permanece con usted o una lesión que le frustra brevemente pero que luego deja de molestarle incluso antes de estar totalmente recuperado?
La razón por la que usted es corredor es que disfruta corriendo. El objetivo de todo lo que hace como corredor debería ser aumentar o conservar su disfrute de correr. Las lesiones suelen echar a perder la diversión que supone correr. Prevenir las lesiones es, por supuesto, una forma de limitar sus efectos negativos sobre su autorrealización como corredor y algo que solo un loco no buscaría. Pero ningún corredor de nivel competitivo es capaz de prevenir todas las lesiones y los corredores que, como Khalid Khannouchi, son propensos a ellas de forma natural pueden esperar experimentar un número de percances más que justo. Por lo tanto, aprender a estar en paz con las lesiones lo mejor que pueda es una forma más importante y válida de minimizar sus consecuencias negativas sobre su disfrute de correr que aprender a prevenirlas. Tal como Jason Lehmkuhle, un maratoniano de 2:12, dijo en una entrevista: «Según mi experiencia real, si intentas solucionarlo, simplemente te vuelves loco. Creo que solo tienes que aceptar que probablemente te vas a lesionar de vez en cuando. Es una parte del deporte. El modo en que manejas la lesión es probablemente más importante que intentar hacer todo lo posible para evitarlas».
Lo que Lehmkuhle está diciendo de forma implícita con esto es que él prefiere mirar hacia delante que mirar hacia atrás, o incluso hacia dentro, cuando está lesionado. Y la razón por la que prefiere hacerlo así es que le hace sentir menos desgraciado; le permite disfrutar más de ser corredor. Cuando un corredor lesionado mira hacia atrás, dice: «¿Por qué yo? ¿Cómo me ha podido pasar esto a mí?». Hacerse este tipo de preguntas es algo muy desagradable y de muy poca ayuda. Cuando un corredor lesionado mira hacia dentro, dice: «¡Esto es un fastidio! ¡Estoy perdiendo mi estado de forma! ¡Mis objetivos se están desvaneciendo como una nube de humo!». Decir este tipo de cosas es muy desagradable y de muy poca ayuda. Pero cuando un corredor mira hacia delante, se pregunta: «¿Cómo puedo sacar lo mejor de esta situación desafortunada? ¿Qué me puede enseñar sobre mi cuerpo o sobre mí mismo? ¿Cómo podría ayudarme a correr a largo plazo?». Plantearse estas preguntas es positivo y productivo porque proceden de la esperanza, de la aceptación y del fortalecimiento personal, mientras que mirar hacia atrás y hacia dentro procede del desamparo y del victimismo.
Desde la perspectiva cuerpo-mente, las lesiones son un caso del poder de la mente sobre la materia: si a usted no le importa la lesión, la lesión no importa. Esta formulación podría parecer simplista, pero cualquier corredor sabio y con mucha experiencia en lesiones (como Khalid Khannouchi) le dirá que, respecto a preservar su disfrute de correr, aceptar la inevitabilidad de las lesiones, aceptar la realidad de cada lesión individual y mirar hacia delante en vez de mirar hacia atrás o hacia dentro cuando se está lesionado merecen más la pena que una terapia de liberación activa, las prescripciones traumatológicas, estiramientos, aplicación de hielo y todas las demás medidas físicas que constituyen la perspectiva convencional de tratamiento de las lesiones deportivas.
PRÁCTICA CUERPO-MENTE |
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Acepte la realidad de que, con toda probabilidad, va a lesionarse en alguna ocasión. |
Cuando era yo un «corredor experto» más joven y más inocente, solía decir que un corredor podía aprender algo de todas las lesiones. Ahora tengo más cicatrices y estoy más curtido y puedo afirmar con total certeza que no es posible aprender algo de cada lesión. Cada corredor frágil aprende esta verdad más tarde o más temprano. «Es parte del deporte», según Khannouchi, repitiendo las palabras de Jason Lehmkuhle. «Si llevas tu cuerpo al límite, te acabarás lesionando». Esforzarse mucho por aprender algo de cada lesión, algo que seguramente no vuelva a volver a pasar, solo servirá para volverle loco, como sugiere Jason Lehmkuhle. Pero en un nivel general, cuanta más experiencia adquiero con las lesiones, más aprendo sobre la naturaleza del fenómeno. En lo que queda de capítulo presentaré las diez lecciones más importantes que he aprendido sobre las lesiones. Utilice estas verdades para evitar que las lesiones echen a perder su disfrute de correr. Algunas de estas lecciones le pueden ayudar a evitar las lesiones verdaderamente evitables y a superar más rápido las verdaderamente inevitables. Pero la mayoría consisten en enfrentarse a las lesiones en el sentido de seguir adelante con ellas, a pesar de ellas, e incluso por medio de ellas, para convertirse en un corredor mejor gracias a ellas.
1. La mayoría de las lesiones no se producen por hacer demasiado. Un paciente entra en la consulta del doctor y dice:
—Doctor, me duele cuando hago esto.
El doctor contesta.
—Pues entonces no lo haga.
Todos nos hemos reído con este chiste. ¿Qué es lo que lo hace gracioso? Las palabras del doctor suenan perfectamente sensatas, pero en realidad son totalmente absurdas. Presumiblemente, el movimiento que molesta al paciente es necesario para una vida normal, por lo que no hacerlo para evitar el dolor no es una solución en absoluto. Quizás no haya otra solución, pero el doctor debería ayudar al paciente a agotar todos los demás remedios posibles antes de decirle al paciente que deje de hacerlo.
Los corredores a menudo se convierten en el blanco de un chiste muy parecido. Corren. Se lesionan. ¿Qué provocó la lesión? Correr demasiado, les dicen. ¿Cómo pueden evitar que ocurra la lesión? Corriendo menos, les dicen.
Suena tan razonable. Después de todo, si no corre ni un solo paso, nunca podrá sufrir una lesión típica de correr. Si corre solo 90 metros al día, sigue siendo muy poco probable que correr le provoque algún tipo de problema. Si usted corre 8 kilómetros por semana, las posibilidades de lesionarse aumentan un poco. Con 16 kilómetros por semana, el riesgo sigue aumentando, y así sucesivamente. Según esta forma de pensar, todas las lesiones son casi definitivamente provocadas por correr demasiado. Pero hay un problema principal con esta definición de correr demasiado. Un corredor que se lesiona cuando corre 32 kilómetros por semana este año es muy probable que no se lesione cuando corra 32 kilómetros por semana o incluso 46 kilómetros por semana el año siguiente. Ocurre siempre.
Las lesiones son el principal limitador del entrenamiento para todos los corredores de nivel competitivo. Entrenamos tanto y tan duramente como podemos sin lesionarnos con una frecuencia inaceptable. Como mencionamos en el capítulo 3, aprender cuánto y con qué grado de exigencia usted puede entrenarse sin romperse todo el tiempo es una parte principal del proceso de desarrollar su fórmula de entrenamiento óptimo. Pero interpretar las lesiones es algo delicado. Nunca es tan fácil cómo descubrir que, por ejemplo, nunca se va a lesionar cuando corra 95 kilómetros por semana o menos y que siempre se va a lesionar cuando corra 96 kilómetros por semana o más. Muy pocos corredores de nivel competitivo descubren que se lesionan solo cuando corren más de una determinada cantidad. Y los límites cambian. Yo solía correr 96 kilómetros por semana y me lesionaba todo el tiempo. Luego pasé a correr 128 kilómetros por semana y me lesionaba mucho menos. Negarme a aceptar el límite de 96 kilómetros me motivó a encontrar formas de correr más sin venirme abajo y esa búsqueda me hizo más resistente. ¡Gracias a Dios no escuché a aquellos que me decían que estaba haciendo demasiado!
Dado que es difícil definir los límites a través de las lesiones y porque los límites pueden aumentarse, tiene más sentido utilizar otros factores que no sean el riesgo de lesión como los principales determinantes o cuánto y con qué grado de exigencia se puede entrenar. A saber, usted debería correr tanto como sienta que necesita correr para conseguir sus objetivos y/o tanto como sienta de debería ser capaz de correr de forma saludable. La tabla 9.1 presenta kilometrajes normales para diferentes categorías de corredores que fue desarrollada por Brad Hudson. La mayoría de corredores elige de forma natural objetivos de kilometraje que sean apropiados para su categoría y la mayoría de corredores pueden alcanzar dichos objetivos sin sufrir lesiones con una frecuencia inaceptable. No obstante, hay pocas posibilidades de que nunca sea capaz de correr saludablemente tanto como desee. Si continúa golpeando la cabeza contra la pared, finalmente tendrá que leer la pintada de la pared y marcarse unos objetivos más bajos.
TABLA 9.1: Volumen de carrera óptimo (en kilómetros) de Brad Hudson para cuatro niveles de corredor en cuatro distancias de competición
Distancia | Principiante | De baja competición | De competición | De alta competición | De élite |
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5K | 32-48 | 40-56 | 64-80 | 80-96 | 144-177 |
10K | 40-56 | 48-64 | 72-88 | 96-112 | 152-185 |
Medio Maratón | 56-64 | 56-72 | 80-96 | 112-128 | 160-193 |
Maratón | 64-80 | 80-96 | 96-112 | 128-144 | 177-209 |
Fuente: Brad Hudson con Matt Fitzgerald: Run Faster from the 5K to the Marathon: How to Be Your Own Best Coach (New York: Broadway, 2008). Reproducido con permiso.
Sin embargo, sería un error darse por vencido con demasiada facilidad. Su primera, segunda y tercera lesiones con una carga de entrenamiento dada no deberían ser interpretadas como señales de «carretera cortada», sino como señales de «cambio de dirección». Tómelas como desafíos para encontrar otra forma de llegar a donde quiere ir, ya sea ejercitando la paciencia y ralentizando su marcha hacia el objetivo, identificando y tratando las propensiones que le provocan lesiones particulares, corriendo en una superficie más suave o haciendo cualquier otra cosa que tenga sentido.
Negarse a aceptar un no como respuesta a sus lesiones le ayudará de dos formas a convertirse en un mejor corredor. En primer lugar, el esfuerzo por encontrar un medio de esquivar el hecho de correr tanto como desee hacerlo le llevará a descubrir herramientas que mejorarán su forma de correr. En segundo lugar, encontrar una forma saludable de correr tanto como desee le aportará más beneficios que si respondiera a sus lesiones con una disminución permanente de su kilometraje. Y, de nuevo, esto ocurre todo el tiempo. Los corredores desarrollan de forma rutinaria un aguante que les permite correr de forma más saludable con niveles de kilometraje más elevados.
Un buen ejemplo del mundo de los corredores de élite es Meb Keflezighi, que intentó por primera vez las semanas de 209 kilómetros cuando estaba en la mitad de la veintena, pero rápidamente se rompió bajo semejante carga.
—Mi cuerpo no era capaz de hacerlo —me dijo.
Por ello, encontró un desvío.
—Cuando tienes achaques, no puedes doblar los días, por lo que tu kilometraje se ve minimizado —manifestó—. Así es que lo que hice en el pasado fue mucha bicicleta y algo de natación.
Meb llevó a cabo su propio programa de entrenamiento cruzado de bajo volumen, llegando a un pico de solo 159 kilómetros a la semana y alcanzó el segundo puesto en el maratón de Nueva York en 2004. Cinco años después, tras recuperarse de la peor lesión de su carrera (una fractura de cadera sufrida durante las pruebas de clasificación para el equipo olímpico de maratón de EE. UU. en 2008), Meb volvió a intentar correr semanas de 209 kilómetros y descubrió que su cuerpo ya era lo suficientemente resistente para manejarlas. Esas semanas de 209 kilómetros le llevaron a la victoria en el Maratón de Nueva York de 2009.
Los corredores de élite en raras ocasiones responden a las lesiones reduciendo de forma permanente sus objetivos de kilometraje. Saben que deben correr una determinada cantidad para ser competitivos a su nivel, así es que responden intentando cosas nuevas que les puedan permitir correr más. Un caso típico es el de James Carney. En sus cuatro primeros años como corredor post-universitario, Carney sufrió problemas con las lesiones y tuvo un bajo rendimiento en las pocas carreras en las que su salud le permitió disputar. Finalmente, decidió que ya era suficiente y dejó a su entrenador de toda la vida, Bob Sevene (a quien no se puede culpar de las lesiones de Carney) por Brad Hudson. Al igual que hace con todos sus corredores, Hudson hizo que Carney corriera sprints en cuesta (estamos hablando de 10 x 8 segundos a máxima velocidad) para desarrollar fuerza general en las piernas y de esa forma reducir el riesgo de lesión. Funcionó. Por primera vez en su carrera profesional, Carney fue capaz de entrenarse sin lesiones durante largos períodos de tiempo y alcanzó su plenitud, bajando su récord personal de los 10 000 m de 28:27 a 27:43 en 2006 y ganando el Campeonato de Medio Maratón de Estados Unidos en 2008.
Deje que corredores de élite como James Carney sean sus modelos en este aspecto. No se dé por vencido con demasiada facilidad en cuanto a su kilometraje deseado por culpa de las lesiones. Intente identificar y tratar la propensión específica que le está reteniendo en la actualidad, ya sea una carencia de fuerza general, como en el caso de Carney, o algo totalmente diferente. También ha de tener en cuenta que correr demasiado hoy puede no ser correr demasiado en el futuro. Sea paciente y persistente y no escuche a las personas que insisten de forma automática: «Estás intentando hacer demasiado».
2. Algunas causas de las lesiones son identificables, mientras que otras no lo son. La cita de Jason Lehmkuhle implica que intentar identificar la causa de una lesión nunca merece la pena el esfuerzo de hacerlo. Es un poco exagerado. A veces la causa de una lesión es fácilmente identificable, si no por el propio corredor, sí por un corredor más experimentado, por un entrenador o por un médico deportivo. Poco tiempo después de mi regreso a los deportes de resistencia a mediados de mi veintena, tras un hiato de ocho años durante la universidad y posteriormente, desarrollé un atroz caso de síndrome de fricción de la banda iliotibial (SFBIT). Nunca había escuchado hablar de la banda IT en el momento en que me golpeó la lesión. Mi amigo y compañero editor de la revista Triathlete T. J. Murphy, antiguo masajista, me dijo que la lesión se debía probablemente a la tensión de la banda iliotibial y me dijo que podría curarla con un poco de trabajo profundo sobre el tejido. Al no gustarme la idea de que otro hombre, nada menos que un amigo, me frotara la pierna con sus manos, rechacé la oferta en repetidas ocasiones, esperando que el problema se resolviera por sí solo. Meses más tarde el problema aún no se había resuelto, por lo que finalmente me entregué a las manos de T. J. Trabajó sobre el punto de dolor durante cinco minutos y este remitió. Desde entonces, me he aplicado de forma regular automasaje con un rodillo de gomaespuma y la lesión nunca ha vuelto a desarrollarse.
Años más tarde le devolví el favor. T. J. tenía 34 años cuando lo conocí y hacía poco tiempo había corrido un maratón en 2:38. Cuando llegó a los 46 años, era una cáscara de su antiguo yo como corredor. Había intentado una y otra vez recuperar algo similar a su antiguo estado de forma, pero cada vez que lo intentaba su cuerpo se resentía. Su rodilla derecha era la que le daba más problemas. Era doloroso simplemente verlo cojear por la acera, sabiendo cuán rápido y elegante había sido en el pasado. Un día T. J y yo hablábamos sobre nuestras respectivas lesiones cuando le pregunté si había intentado trabajar para fortalecer sus abductores y rotadores externos de la cadera, ya que la debilidad en estos músculos era considerada como una causa general de las lesiones de rodilla en los corredores. Para mi sorpresa, T. J. me dijo que nunca había escuchado hablar de esta conexión. Le enseñé algunos ejercicios que podía hacer y le animé a que los hiciera como si formaran parte de su trabajo. Semanas después, T. J. me informó que su dolor de rodilla había desaparecido, estaba preparado para correr 56 km por semana y toda su pierna derecha tenía probablemente un 25 por ciento más de fuerza que un mes atrás.
Tal y como indican estas anécdotas, sería algo estúpido que el corredor lesionado no hiciera ningún esfuerzo para identificar la causa de cada nueva lesión. Sin embargo, a menudo es muy difícil hacerlo, y con mucha frecuencia una lesión prolongada se cura por sí misma antes de que el corredor en busca de respuestas pueda descubrir por qué le ha ocurrido. De hecho, T. J. había intentado descubrir durante años por qué le dolía su rodilla antes de que yo fuera capaz de ayudarle. En estos casos comunes, cuando la causa de una lesión es difícil de identificar, el corredor desesperadamente impaciente que lucha por encontrar la clave secreta añade una gran tensión sobre el fenómeno general de estar lesionado. De hecho, según mi experiencia, la ansiedad de luchar en vano para resolver el misterio de una lesión particular a menudo se convierte en la peor parte de la experiencia de la lesión.
Es mejor comprender y aceptar que las causas de algunas lesiones no pueden ser dilucidadas y tratar cada lesión en consecuencia. Por todos los medios, haga cualquier esfuerzo razonable por encontrar la causa, pero no espere tener éxito siempre. Esté preparado para acabar con las manos vacías y curarse y volver a correr sin saber la causa del dolor que le obligó a parar. Esta mentalidad le permitirá superar sus lesiones con una ansiedad y un estrés menores.
3. La obstinación (a veces) hace que las lesiones pequeñas sean grandes. Cuando surge un dolor anormal durante o después de correr, tiene usted dos opciones: puede ignorar el dolor y seguir entrenándose como de costumbre o puede modificar su entrenamiento (tomarse algunos días libres, ejercer los entrenamientos sobre una superficie más blanda, o cualquier otra cosa) hasta que el dolor desaparezca. La mayoría de los corredores de nivel competitivo a veces deciden ignorar el dolor. Y el dolor desaparece con la frecuencia justa como para seguir arriesgándose a hacerlo. Pero en ocasiones pagan un precio elevado por su obstinación. Una lesión incipiente, que podría haberse resuelto en menos de una semana con un poco de descanso, se convierte en un contratiempo de varias semanas e incluso de varios meses.
Un caso clásico procedente de la élite es el de Mary Cullen, la campeona de 5000 m de la NCAA de 2006. Cullen se entrenaba para las pruebas de clasificación de los Juegos Olímpicos de 2008 con Irlanda cuando comenzó a sentir dolor en el sacro. Lo etiquetó como el tipo de molestia menor, que había desaparecido por sí sola en muchas ocasiones anteriores, e intentó seguir entrenándose a pesar del dolor, pero este aumentó y empeoró más y más. Finalmente, semanas después de que el dolor se manifestara por vez primera, se hizo una resonancia magnética que reveló una fractura por estrés. Si Cullen lo hubiera tratado drásticamente cuando apareció, probablemente ya estaría entrenando con normalidad en el momento en que la resonancia magnética la obligó a dejar de entrenar y perder todas sus esperanzas de competir en los Juegos Olímpicos de Pekín.
No estoy culpando a Cullen. Para empezar, yo he cometido el mismo error en más ocasiones que las que puedo recordar. También, el corredor de nivel competitivo con una gran propensión a lesionarse tiene que correr algunos riesgos con los dolores y zonas de molestias que frecuentemente aparecen en el entrenamiento. Si se aterrorizara con cada uno de ellos, nunca conseguiría alcanzar ningún tipo de ritmo en su entrenamiento. Lo mejor que puede hacer es emplear su experiencia para desarrollar la habilidad de discriminar adecuadamente la mayoría de las ocasiones si merece la pena ignorar la aparición de un nuevo dolor. Esta habilidad depende no solo de la experiencia, sino también de su disposición a ser sincero consigo mismo. Renunciar al entrenamiento es una decisión emocionalmente difícil de tomar y siempre es demasiado complejo convencerse para creer que el dolor no es gran cosa cuando en el fondo de su corazón sabe que sí puede serlo. Guárdese de esta tendencia.
Normalmente, los corredores de nivel competitivo tienen que aprender a base de cometer errores para ser más cautos a la hora de tratar lesiones incipientes. Cuanto mayores son, menos merece la pena arriesgarse. Al final, se cansan de soportar las consecuencias de sus malas decisiones y se vuelven menos atrevidos. Dathan Ritzenhein sufrió varias fracturas de pie durante e inmediatamente después de la época universitaria. Empezaron como dolores poco intensos y, como siguió corriendo, acabaron convirtiéndose en agonías lacerantes que le imposibilitaron seguir corriendo. En 2006 ya había aprendido la lección. Cuando en la primavera apareció un dolor en el pie durante un ejercicio en pista, dejó de correr inmediatamente sobre suelo y en su lugar se entrenó en una cinta de correr antigravedad (hablaremos más sobre esto en este capítulo) durante varias semanas. El dolor desapareció, mantuvo su estado de forma y consiguió salvar sus planes de competición del verano.
Asumir el riesgo de seguir entrenándose pese a un dolor no siempre merece la pena en todos los momentos del ciclo de entrenamiento. Generalmente, hay menos razones para asumir riesgos a comienzos del ciclo de entrenamiento cuando hay mucho tiempo para compensar una breve reducción del entrenamiento antes de las carreras importantes. Merece más la pena asumir el riesgo de entrenarse con dolor durante el período pico del entrenamiento, cuando está usted intentando realizar un trabajo que debe estar hecho si desea conseguir sus objetivos de competición y se está agotando el tiempo para completar dicho trabajo.
4. Las lesiones siguen al cambio. La pura imprevisibilidad de las lesiones nunca deja de impresionarme. Parece que siempre me lesiono cuando menos lo espero y rara vez me lesiono cuando sí lo espero. Pero sí existe un patrón general de aparición de la lesión que hace que estas sean un poco más previsibles y, por tanto, evitables y es que las lesiones suelen aparecer después de los cambios. Los cambios más habituales que las precipitan son los aumentos del kilometraje y de la intensidad de carrera, pero hay otros. Por ejemplo, en una ocasión realicé la mayor parte de un ciclo de entrenamiento para maratón sin lesiones y entonces me mudé de un apartamento situado en una zona llana a otro situado en una zona con muchas cuestas tres semanas antes del día de competición. Desarrollé una distensión del tendón de Aquiles que estaba claramente relacionada con la tensión desacostumbrada de correr en cuesta.
En capítulos precedentes, he comentado varias razones para incluir un alto grado de repetición en el entrenamiento. Entre los beneficios de la repetición se incluye el empuje psicológico y la capacidad de registrar fácilmente el progreso. Otro beneficio potencial de la repetición en el entrenamiento es el riesgo reducido de lesiones. A fin de cuentas, si estas suelen aparecer tras los cambios, cuanto menos cambie su entrenamiento, más se reduce el riesgo de lesión. Concretamente, es recomendable mantener un kilometraje bastante elevado durante todo el año, excepto durante los parones entre ciclos de entrenamiento, e incluir siempre en su entrenamiento al menos una pequeña cantidad de carrera de baja intensidad, ya que hacerlo así reducirá la incidencia de lesiones provocadas por el aumento del kilometraje y de la intensidad. Según mi experiencia, es mucho menos probable que se produzcan lesiones en las ocasiones en las que estoy corriendo de forma regular elevados kilometrajes que cuando corro un kilometraje menor pero progresivo.
No es necesario decir que demasiada repetición en el entrenamiento es tan perjudicial como demasiado poca, pero, para los corredores de nivel competitivo, demasiado poca repetición (especialmente en la forma de grandes cambios en el kilometraje semanal y en la cantidad de carrera de alta intensidad) es un error muy habitual, entre cuyas consecuencias se encuentran un desarrollo del estado de forma menos consistente y una mayor incidencia de lesiones.
5. El impacto lo es todo. La proporción de lesiones es mucho mayor en la carrera atlética de fondo que en la natación y el ciclismo. La diferencia entre correr y estos dos deportes de resistencia es el impacto. Es la naturaleza de gran impacto de correr lo que lo hace tan lesivo. Por tanto, cualquier medida razonable que pueda adoptar para reducir las fuerzas de impacto, sin comprometer la calidad general de su entrenamiento, le permitirá correr más con menos lesiones.
Librarse del asfalto en favor de pistas de tierra es quizás el medio más acreditado de reducir las lesiones mediante la reducción del impacto, al menos en el mundo real. Como lo son en tantas otras formas, los corredores de África oriental son nuestros modelos a seguir en este sentido. Hace varios años tuve una conversación interesante sobre la evitación del asfalto de los africanos con John Connors, un podólogo que trabaja en Nueva York y en Nueva Jersey especializado en el tratamiento de corredores y que ha desarrollado un gran negocio en el tratamiento de corredores keniatas en Estados Unidos, entre los que se incluyen Tegla Loroupe, Catherine Ndereba y Joyce Chepchumba. (Es también el doctor que operó a Khalid Khannouchi del pie). Connors me dijo: «Muchos corredores africanos crecen corriendo en carreteras polvorientas y muy pocos de ellos consiguen acostumbrarse a entrenarse en asfalto, así que no lo hacen. Los corredores africanos que he entrenado llegan a distancias extremas para evitar correr sobre asfalto, y creo que son muy inteligentes haciendo esto». Los corredores norteamericanos suelen ser muy perezosos a la hora de buscar superficies más blandas en las que correr y corren en la carretera que está justo delante de su casa en lugar de conducir algunos kilómetros a la pista más cercana. Estos keniatas, entre los que se encuentra Catherine Ndereba, que se entrenan en Estados Unidos conducen esos kilómetros para llegar a superficies más blandas, y Connors, que debe saberlo, cree que hacer esto supone una gran diferencia.
Una forma de tecnología más avanzada de reducir las fuerzas de impacto es sustituir cierto grado de carrera al aire libre por correr en una cinta antigravedad o por caminar con un gradiente de inclinación en una cinta normal. Una forma menos comprobada, pero potencialmente muy efectiva, de reducir las fuerzas de impacto es simplemente modificar la zancada para reducir el impacto. La mayoría de los corredores no son conscientes del hecho de que los perfiles de impacto varían enormemente entre los corredores individuales, incluso cuando factores como el peso corporal y el ritmo se mantienen constantes. No siempre es fácil decir si alguien es un corredor de alto impacto o de bajo impacto atendiendo únicamente a la experiencia como corredor. Las medidas de las fuerzas de impacto tomadas con plataformas de fuerzas a menudo revelan datos sorprendentes. Los expertos en biomecánica tampoco entienden por qué algunos corredores caen, de forma natural, con mucha más fuerza que otros, incluso entre los corredores de élite.
Lo que importa es que los perfiles de impacto individuales se correlacionan con porcentajes de lesión y que los corredores individuales pueden reducir sus niveles de impacto mediante modificaciones de la zancada. Irene Davis, fundadora de Running Injury Clinic (Clínica para las lesiones del corredor) en la Universidad de Delaware, es una de las mayores expertas en la relación entre la biomecánica de correr y las lesiones por sobrecarga, y es una pionera en el desarrollo de métodos de «re-entrenamiento del modo de andar» para reducir el riesgo de lesión. Su investigación ha demostrado que los corredores de alto impacto son más susceptibles de sufrir diversas lesiones, entre las que se encuentran la fascitis plantar y las fracturas de tibia[54] [55]. En un estudio, Davis puso acelerómetros en la parte inferior de las piernas de 10 corredores de alto impacto. Estos acelerómetros midieron las fuerzas de impacto y estaban unidos a unos dispositivos que permitían a los corredores ver una representación visual de la fuerza de impacto que generaban con cada zancada mientras corrían en una cinta de correr. Davis instruyó a los corredores para que intentaran reducir a la mitad sus fuerzas de impacto basándose en sus sensaciones, esto es, manipulando la forma en que corrían mientras observaban las pantallas de impacto. No solo todos los corredores fueron finalmente capaces de hacerlo, sino que en un seguimiento a los seis meses descubrieron que los corredores eran capaces de que su nueva zancada de menor impacto fuera permanente[56].
Davis me dijo que hay una forma sencilla «hágalo-usted-mismo» de conseguir el mismo resultado. Simplemente escuche el ruido que hace el impacto de sus pies cuando corre e intente conscientemente correr de forma más silenciosa. Puede pensar que este esfuerzo le puede llevar a correr de forma extraña y es cierto que puede reducir el ruido de su carrera de formas raras, pero solo será capaz de mantener los cambios en su zancada reductores del ruido que son eficientes y que difícilmente provocan nuevos problemas. De hecho, emplear un biofeedback visual y auditivo para realizar cambios en la zancada es una forma preferible de mejorar la forma de correr que intentar aprender una técnica completa como el Chi Running, porque el método de biofeedback le incita a modificar su biomecánica más inconscientemente (es usted el que piensa en el biofeedback, no su propio cuerpo) y más orgánicamente.
Finalmente, están las zapatillas. Durante décadas, el acolchamiento de las zapatillas era considerado como el medio más efectivo de reducir las fuerzas de impacto y los riesgos de lesión. Pero la investigación actual ha revelado una relación muy compleja e imprevisible entre el acolchamiento de las zapatillas y las fuerzas de impacto y absolutamente ningún efecto del acolchamiento sobre el riesgo de lesión[57]. La investigación de Benno Nigg en la Universidad de Calgary sugiere que lo que es más relevante que el efecto de la zapatilla sobre las fuerzas de impacto era la sensación de comodidad que generan unas zapatillas cuando una persona corre con ellas. Su investigación indicaba que el grado de comodidad estaba relacionado con el grado de esfuerzo que los músculos tenían que ejercer para suprimir las vibraciones que se transmitían a las extremidades inferiores después de cada pisada. El cerebro prefiere que sea una determinada frecuencia de vibración de las fuerzas de impacto la que pase por los tejidos blandos de las extremidades inferiores, y automáticamente sintoniza los músculos hacia esa frecuencia. La cantidad de activación muscular necesaria para sintonizar adecuadamente los músculos depende de la superficie sobre la que se corre y de las características de acolchamiento del calzado, así como del peso, velocidad y biomecánica del corredor y otros factores. La investigación de Nigg también sugería que (1) cuanto menos esfuerzo tuvieran que hacer los músculos para suprimir las vibraciones, más disminuía el riesgo de lesión; (2) correr con zapatillas más cómodas reducía el riesgo de lesión; (3) era imposible predecir qué zapatilla era más cómoda para un corredor determinado[58].
Nigg me dijo que «está operando una forma de inteligencia corporal» en relación con el grado de comodidad de unas zapatillas deportivas. Las sensaciones de comodidad que generan una zapatilla determinada es la forma que tiene su cerebro inconsciente de decirle que esa sintonización muscular es fácil con esa zapatilla y, por tanto, que el riesgo de lesión es bajo. Por consiguiente, el consejo es que cada corredor corra con el calzado más cómodo que pueda encontrar. Dado que la mayoría de los corredores pueden correr cómodamente con más de una zapatilla y hay sólida evidencia científica de que las zapatillas más pesadas y con suelas más altas empeoran la economía de carrera, yo acotaría esta recomendación y aconsejaría a cada corredor que corriera con las zapatillas más ligeras y de suela más baja con las que se sienta cómodo.
6. El tiempo lo cura todo. El cuerpo humano es una máquina de sanación. Está programado para reparar automáticamente cualquier daño que padezca. El cuerpo no tiene una capacidad ilimitada de autosanación (¡buena suerte en la recuperación de un brazo perdido en un accidente industrial!), pero es totalmente capaz de arreglar la mayoría de las lesiones provocadas por sobrecarga. La curación transcurre por medio del tiempo. Así es que, cuando usted se lesiona, es solo una cuestión de cuánto tiempo tardará su cuerpo en regenerarse suficientemente para permitirle regresar al entrenamiento normal.
Los médicos, fisioterapeutas y otros tipos de sanitarios han desarrollado toda clase de formas de acelerar el proceso natural de curación: acupuntura, masaje, terapias de frío, ibuprofeno, la técnica Graston, electroestimulación, inyecciones de plasma, iontoforesis y muchas más. Yo he utilizado la mayor parte de estas medidas y la conclusión que he extraído de mi experiencia acumulativa con ellas es que no funcionan. Incluso los profesionales de la salud deportiva más sinceros admiten que sus tratamientos son mínimamente efectivos. Scott Warden, fisioterapeuta asistente y preparador físico del equipo de hockey Colorado Avalanche, me dijo: «No puedes hacer mucho para que las lesiones se curen más rápidamente, porque la curación se basa en un proceso que ocurre con su propia temporalidad».
El fenómeno de autocuración hace que para los investigadores en medicina sea incluso más difícil determinar la efectividad de cualquier tratamiento dado. Tal como me explicó el gran experto en medicina deportiva y cirujano ortopedista James Garrick, los investigadores rara vez aprenden mucho de los experimentos controlados tradicionales en los que un grupo de personas lesionadas recibe un tratamiento bajo su atenta mirada, mientras que otro grupo no lo recibe, ya que los miembros del grupo control suelen curarse de todas formas.
Incontables corredores creen que una u otra de las técnicas de curación comúnmente practicadas les han ayudado, y ¿quién soy yo para dudar de sus historias? Sin lugar a dudas, las terapias de frío y los medicamentos reducen eficazmente la inflamación que cursa con la mayoría de las lesiones y de esa forma sitúa al cuerpo en una mejor posición para curarse. Así es que jamás desaconsejaría a otro corredor que utilizara estos tratamientos, y de hecho, mientras escribo esto me estoy aplicando una bolsa de judías congeladas sobre mi convaleciente talón izquierdo. Pero sí prevengo a los corredores de esperar demasiado de estos tratamientos.
Acepte que el tiempo es el único auténtico método curativo y acepte cualquier pequeña mejora que obtenga de los masajes o de cualquier otro tratamiento como «guarnición». Con demasiada frecuencia los corredores sitúan demasiado estrés y ansiedad en la experiencia de la lesión agarrándose a las medidas curativas como salvavidas y esperando que den lugar a milagros. Yo me he vuelto un poco loco de esta forma. Pero ya no más. Como corredor excepcionalmente experimentado con las lesiones, le prometo que es mejor abordar los distintos tratamientos curativos como medidas que, en el peor de los casos, no hacen daño y que, en el mejor de los casos, pueden ayudar un poco, pero ponga su verdadera confianza en el tiempo y en su propio cuerpo.
7. Tener una alternativa a correr supone una ayuda. La parte más frustrante de estar lesionado es saber que su estado de forma, que tanto le ha costado conseguir, se está deteriorando mientras se ve usted forzado a dejar de entrenar para curarse. De hecho, esta frustración puede ser tan grande que los corredores demasiadas veces están poco dispuestos a tomarse un tiempo de descanso o tienen la tentación de volver al entrenamiento demasiado pronto. Como consecuencia, las lesiones empeoran o duran más tiempo de lo que deberían.
Una forma de evitar este tipo de autosabotaje es elegir una actividad favorita de entrenamiento cruzado de la que echar mano cuando una lesión le impida correr o lo haga desaconsejable. Tener semejante opción alternativa reduce en gran medida la tentación de correr cuando no debería hacerlo porque le permite mantener el estado de forma aunque no pueda correr. Obviamente, no hay ninguna alternativa que genere y mantenga tan bien el estado de forma específico de correr como correr, pero hay algunas que se parecen bastante.
Las mejores alternativas a correr son aquellas que son más similares al propio correr. Actividades como nadar y remar no son alternativas geniales, porque, pese a que estimulan el sistema cardiovascular, son actividades centradas en los brazos frente a los movimientos centrados en las piernas. Entonces, ¿cuáles son las mejores alternativas para «entrenarse pese a» lesiones provocadas corriendo?
La cinta antigravedad Alter-G es, en mi opinión, el invento más importante relacionado con la carrera atlética de toda la historia. Es una cinta de correr normal que incluye un cerramiento parecido a una tienda de campaña. El usuario pasa a través de un agujero en la parte superior del cerramiento y cierra una cremallera alrededor de su cintura, creando un cierre hermético. La cámara se encuentra en ese momento presurizada y esta zona de alta presión reduce eficazmente la fuerza de la gravedad en su interior. La cantidad de presión es ajustable, permitiendo al usuario correr con un peso corporal real que oscila entre el 20 por ciento y el 100 por cien.
He tenido todos los tipos de lesiones por sobrecarga que existen y he utilizado varias veces la cinta de correr Alter-G. Basándome en esta experiencia, puedo decir que los corredores, con esta máquina, pueden entrenarse con cualquier lesión, de forma indolora y sin interferir en el proceso de curación. Lo más importante no es una alternativa a correr: es correr. Por lo tanto, es superior a cualquier forma de entrenamiento cruzado, en cuanto a desarrollar y mantener el estado de forma específico de correr.
Un buen ejemplo: Dathan Ritzenhein se entrenó exclusivamente en una Alter-G durante varias semanas mientras se recuperaba de una lesión en la banda iliotibial. (Esto fue después de entrenarse en la Alter-G con una lesión de pie). Estuvo listo para volver a correr con normalidad al aire libre solo dos semanas antes de los Campeonatos de campo a través de Estados Unidos de 2008. No obstante, ganó con facilidad la carrera. Todo esto simplemente no habría sido posible si se hubiera visto obligado a correr en una piscina o a montar en bicicleta.
El inconveniente de la cinta de correr antigravedad Alter-G es que el modelo estrella cuesta 75 000 dólares. También existe una versión reducida que es ligeramente más asequible a un precio de 25 000 dólares. Solo hay unos cuantos ejemplares a disposición de los corredores lesionados en instalaciones de rehabilitación de alto nivel. Pasará un tiempo antes de que correr en cintas antigravedad sea una opción realista para la mayoría de los corredores.
En mi opinión, la siguiente mejor opción después de correr en cintas antigravedad es caminar en cintas de correr con inclinación. La investigación ha demostrado que el cerebro humano utiliza el mismo patrón motor cuando corre que cuando camina con gradientes de inclinación. En otras palabras, cuando sube la inclinación de la cinta al 12-15 por ciento, correr se convierte en andar y andar en correr. Por lo tanto, caminar en una cinta con inclinación es una forma muy específica de conservar el estado de forma específico de correr. Pero las fuerzas de impacto se ven reducidas drásticamente en comparación con las generadas al correr, por lo que es posible caminar en cuesta con la mayoría de las lesiones.
Muchos corredores no piensan que caminar sea una buena alternativa a correr cuando están lesionados, porque dan por hecho que no pueden igualar su intensidad habitual. Confíe en mí: sí puede usted. Suba la inclinación de la cinta al 12-15 por ciento, aumente la velocidad de la cinta a 6 km/h aproximadamente, compruebe su ritmo cardíaco y verá.
La única limitación de caminar en cuesta es que, pese a ser un ejercicio de bajo impacto, no es una actividad libre de impacto. Por ello, no es posible realizarla sin dolor en todas las lesiones. Por ejemplo, yo no fui capaz de usarlo como alternativa a correr con una reciente sobrecarga en el tendón de Aquiles.
8. Las lesiones le hacen tener hambre de volver. En el capítulo 5 comentábamos que varios factores, como marcarse metas y recopilar retroalimentación del rendimiento, aumentaban la capacidad de tolerar el sufrimiento que provoca correr con gran esfuerzo y que, por tanto, aumentan el rendimiento. Otro factor más peculiar que no comenté en ese contexto es el aprecio especial que se tiene a correr cuando se regresa de una lesión. Siendo todos los demás equivalentes, el corredor que «lo quiere más» gana la carrera porque, al quererlo más, está dispuesto a soportar una mayor carga afectiva en la búsqueda de su meta. De forma un tanto perversa, el hecho de que todo le esté yendo bien en su entrenamiento puede provocar que su deseo de destacar se vea un poco mermado. Puede comenzar a dar el deporte por hecho, aunque solo sea en un grado pequeño. Cuando una lesión interrumpe el suave fluir del entrenamiento, uno se da cuenta de lo afortunado que era por estar sano y poder correr. Cuando se recupera esta fortuna, se regresa al entrenamiento con un sentido más intenso del valor inapreciable de correr con buen estado de salud. Al comprender que en cualquier momento usted puede ser apartado de ello, corre con la determinación de dar lo máximo del tiempo que le pueda quedar para seguir corriendo. Gustosamente sufre más y, de esta forma, se entrena con más ahínco y compite con mayor velocidad.
La experiencia del regreso es verdaderamente una de las experiencias más maravillosas en la vida de un corredor de nivel competitivo. Ya que he tenido mi ración de lesiones, también he experimentado mi ración de regresos, así es que conozco bien este sentimiento. Incluso en los primeros días del regreso tras una lesión, cuando el nivel de forma es todavía bajo, la combinación de sentir una mejora continua, ver por delante la perspectiva de continuar mejorando y saborear cada paso de cada carrera hace que se disfrute de correr mucho más que casi en cualquier otra situación.
Ahora bien, nunca desearía tener una lesión solo por gozar del regreso tras la lesión. Pero creo fervientemente que en muchos casos un corredor puede competir mejor al final de un año que comienza lesionado que al final de un año sin lesiones, porque el enorme deseo del corredor recientemente lesionado suple de sobra la falta de entrenamiento perdido. Tan fuerte es la influencia del cerebro sobre el rendimiento deportivo que en ocasiones es mejor tener dolor que ser complaciente.
Si usted es escéptico en lo relativo a este aspecto, considere el ejemplo de Shalane Flanagan. En la primera fase de su carrera deportiva, que comenzó en el instituto y terminó cuando desarrolló una lesión en el pie en 2004, momento en el que acababa de terminar la universidad, Flanagan consiguió muchas cosas. Ganó un título nacional en la milla cuando estaba en el Instituto Marblehead (Massachusetts) y ganó dos títulos NCAA de campo a través en la Universidad de Carolina del Norte. Estaba destinada a convertirse en una exitosa corredora profesional, pero muy pocos podrían haber predicho las cotas de grandeza que alcanzaría tras luchar durante un año y medio para superar su lesión de pie. En su primera competición después de que en una operación quirúrgica le extrajeron un hueso del pie sobrante, Flanagan pulverizó el récord norteamericano de los 3000 m. Desde entonces ha conseguido récords norteamericanos en los 5000 m y 10 000 m y ha ganado una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 2008 en esta última distancia.
La propia Flanagan cree que la lesión le ayudó. En una entrevista para la página web Take The Magic Step [Dar el Paso Mágico], preguntaron a Flanagan si alguna vez había considerado la opción de retirarse durante su larga batalla con el problema en su pie. «Nunca he pensado que fuera a darme por vencida», contestó.
«Si escuchas a alguien que haya llegado a la cima, siempre ha tenido un bache en el camino. Nunca he conocido a alguien que haya llegado directamente a la cima sin algún pequeño percance. En realidad, yo no los llamo percances: simplemente te convierten en una persona más dura. Si yo no hubiera sufrido esa lesión, no habría revalorizado mi pasión por correr. Me hizo volver a valorar un montón de cosas: la seriedad con que me tomaba este deporte. Me pregunté a mí misma: ¿Estoy con el entrenador adecuado? ¿Estoy haciendo el entrenamiento adecuado? Creo que lo que realmente parece una mala situación está ahí por alguna razón. Mi marido (Steve Edwards) a veces dice que las cosas malas pasan por alguna razón. Creo que me pasó por una razón: para que reevaluara mis objetivos y mi compromiso con el deporte. Creo que los momentos bajos te llevan a ser una persona más fuerte».
Es natural experimentar frustración, amargura e incluso abierta desesperación cuando uno se enfrenta a una lesión prolongada. Incluso cuando comprende y acepta usted la idea de que las lesiones pueden beneficiar a su carrera deportiva al hacerle tener más deseo, casi con total seguridad experimentará estas emociones la próxima vez que se lesione. Pero creer en los potenciales beneficios de las lesiones reducirá su frustración y le ayudará a pasar con mayor rapidez de la fase de «pobre de mí» a la fase de mirar hacia delante en la experiencia con la lesión. Así es que, la próxima vez que se rompa, acuérdese de Shalane Flanagan.
9. Las lesiones indican el camino hacia adelante. Incluso cuando no es posible identificar y aprender de las causas de una lesión, las lesiones pueden provocar cambios en los métodos de entrenamiento y otras prácticas relativas a correr que no solo reducen el riesgo de futuras lesiones, sino que también mejoran a un corredor. Cuando está lesionado, el corredor consciente experimenta ideas o presentimientos sobre cómo hacer las cosas de forma diferente mientras avanza. Dado que el corredor lesionado a menudo está en una posición en que «no tiene nada que perder», normalmente merece la pena probar estas ideas y corazonadas y a menudo dan resultados.
Entre los cambios que los corredores suelen hacer para evitar la reaparición de las lesiones que también acaban mejorando el rendimiento son la inclusión de entrenamiento de fuerza, entrenamiento de potencia, trabajo y ejercicios de técnica, estiramientos o entrenamiento cruzado; también el mantenimiento de un kilometraje más consistente a lo largo del año, incluyendo, al menos, una pequeña cantidad de carrera de alta intensidad a lo largo del año, el cambio a superficies más blandas, la disminución del ritmo de las carreras fáciles, la incorporación de carreras fáciles a su programa, el aumento o disminución de la duración de los ciclos de entrenamiento y el cambio a un sistema de entrenamiento de menor volumen y mayor intensidad.
Al motivar al corredor a probar estos cambios, las lesiones pueden acelerar realmente el proceso de desarrollar una fórmula mágica de entrenamiento personalizado. Cuando el cuerpo de una corredora se conserva durante un largo período, es posible que nunca piense en experimentar con métodos nuevos que la harían una corredora mejor solo si decidiera probarlos. Las lesiones obligan al corredor a ser creativo, a encontrar caminos alternativos hacia la mejora. No es infrecuente que los nuevos métodos de entrenamiento que un corredor adopta en primer lugar para evitar futuras lesiones también se ocupen de puntos débiles de su perfil atlético y, de este modo, aumenten su rendimiento.
Incluso cuando una lesión parece crear una barrera inamovible para entrenar de la forma que cree que es necesaria para el éxito, un rodeo creativo puede acabar siendo mejor. En 2005, unos problemas crónicos con el tendón de Aquiles obligaron a Haile Gebrselassie a abandonar para siempre los intervalos cortos, un tipo de entrenamiento en el que había confiado para desarrollar su velocidad a lo largo de su carrera. Su rodeo consistió en un aumento de su dedicación al levantamiento de pesas, un aumento de su volumen de entrenamiento y ejercicios de técnica centrados específicamente en sustituir su forma de pisar sobre la puntera (que ejercía una enorme tensión sobre sus tendones de Aquiles) por una pisada que apoyaba la parte media del pie. En 2006, Gebrselassie rompió el récord mundial de medio maratón y el año siguiente estableció su primer récord mundial de maratón.
Aproveche las oportunidades que las lesiones presentan para descubrir nuevas y mejores formas de entrenarse. Consulte a expertos y a sus intuiciones para identificar nuevos métodos sensatos por probar. Es posible que no siempre funcionen, pero en muchas ocasiones le conducirán en una buena dirección.
10. Nunca se sabe qué puede funcionar. Si habla sobre lesiones con otros corredores tanto como hace la mayoría de corredores, se verá obligado a oír una y otra vez la defensa de algunas soluciones mágicas extrañas. Una vez me estaba quejando de un caso de síndrome piriforme a una amiga y atleta y ella me recomendó que intentara algo llamado Cuña Sacra. Es una pequeña pieza de plástico en forma de cuña disponible únicamente en Internet. Te sientas sobre ella y supuestamente consigue que tu músculo piriforme se relaje y, de esta forma, alivia la compresión del nervio que provoca el dolor. Era muy escéptico sobre este producto, pero mi amiga fue inflexible y el artículo no costaba mucho, así es que lo compré, me senté sobre él y 20 minutos más tarde había desaparecido mi lesión.
A veces las cosas que no deberían funcionar funcionan. Pero con la misma frecuencia, las cosas que deberían funcionar no funcionan. En 2004 me operaron la rodilla para limpiar una fisura de cartílago que mi traumatólogo me aseguraba que era la causa de mi persistente dolor de rodilla. La cirugía no funcionó. Los ejercicios de fortalecimiento excéntrico para los músculos de la pantorrilla y el tendón de Aquiles se han promocionado como la cura milagrosa para la tendinopatía del Aquiles. Yo he realizado estos ejercicios hasta acabar con la cara morada y ha sido inútil.
La lección acerca de la imprevisibilidad de los tratamientos de las lesiones es doble. En primer lugar, intente casi cualquier cosa para arreglar sus estropicios y nunca deje de procurar encontrar una solución independientemente del número de tratamientos que hayan fallado. En segundo lugar, nunca ponga demasiadas esperanzas y expectativas en una única medida. Esa es otra forma segura de volverse loco. Inténtelo todo y no espere nada. Esta es la forma de encontrar soluciones sin deprimirse en el proceso.
Mi racha de lesiones más reciente incluye una fascitis plantar en el pie izquierdo y una tendinosis del Aquiles en la pierna izquierda. Después de tomarme 10 semanas de descanso sin que el dolor remitiera, decidí volver a correr, un poco pensando que, si el descanso no ayudaba, correr no sería peor. La mañana siguiente a completar mi primera carrera lenta y corta me sorprendió descubrir que mi tendón de Aquiles y mi talón estaban un poco mejor. Tras la siguiente carrera, estaban un poco mejor y después de otras dos carreras más me sentía casi sin dolor. Así es que una lesión que había sido causada por correr y quizás agravada por el descanso, en última instancia, se curaba corriendo.
¿Ve a lo que me refiero?
PRÁCTICA CUERPO-MENTE |
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Intente encontrar lo que ha provocado su lesión y trátelo para evitar una recaída. No dé por hecho que siempre va a haber una causa identificable. No obstante, intente estudiar y aprender de su lesión de forma intuitiva. |
PRÁCTICA CUERPO-MENTE |
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Cuando sufre usted una lesión, experimenta la frustración que normalmente acompaña a los problemas físicos, pero posteriormente transforme esa frustración en combustible, llevando su carrera a un nuevo nivel. |