Sábado, 25 de septiembre de 1999, 00:12 h
Una gruta subterránea, ciudad de Nueva York, Nueva York
Calebros sacó de un tirón la hoja de papel de su Smith Corona y examinó los apuntes a la luz del candelabro. La base de su antigua lámpara de escritorio sobresalía del revés de una papelera junto a la mesa.
Al volver a leer las palabras que acababa de mecanografiar se sintió desfallecer, aunque no sorprendido, ante lo infundado de sus presunciones. No era de extrañar. El mero hecho de pensar en los Assamitas conseguía enervarlo. Ya había pensado en la posibilidad de que Fátima se involucrase antes o después, pero eso no quería decir que tuviese que alegrarse por haber tenido razón.
Cogió el bolígrafo rojo.[2]