Lunes, 9 de agosto de 1999, 3:27 h
Una gruta subterránea, ciudad de Nueva York
—Así que, ¿qué opinas? —preguntó Mike.
—Creo —dijo Calebros— que, obviamente, no debemos revelar nada sobre Hesha.
Ningún Nosferatu había sugerido comerciar con información falsa. Para los traficantes de secretos, eso era el beso de la muerte.
—¿Los terrenos de caza? ¿Interceder ante el Príncipe?
—Es posible —respondió Calebros mientras se rascaba su deforme cabeza—, pero no estoy seguro de que ese tal Khalil… aunque posea los conocimientos… sea el único recurso. Hesha también tiene que saber cómo se curan las heridas que causa el Ojo de Hazimel, pues según tengo entendido, ha estado buscándolo durante siglos.
—Si consigue salir del letargo…
Calebros asintió.
—Si consigue salir del letargo.
—¿Podemos estar seguros de que realmente está en letargo? Parecía… bastante peor que eso.
—¿Seguros? Nunca hay nada seguro. Nunca.[4]