Claudia Permanece Firme fue la primera en cruzar desde el mundo físico. La Guardiana debía de haber sentido la presencia de Arroyo Negro; el que hubiera esperado encontrarlo o no suponía poca diferencia. Gruñó y enseñó los colmillos. Profirió un ululato discontinuo que convocó a los demás miembros del clan, y en cuestión de escasos segundos se unieron a ella: Astillabedules, Cynthia Oreja Suelta, Canción de Víspera, Ladra-a-las-Sombras; sólo Noche de Terror y Nube de Muerte estaban ausentes. Gruñendo y arañando el suelo, se dispersaron formando un semicírculo alrededor de Arroyo Negro y Kaitlin y pareció que se disponían a hacerlos pedazos.
Arroyo Negro adoptó su forma de hombre lobo en cuanto vio la furibunda disposición de Permanece Firme. Venía en Crinos, con el klaive en la mano. Si hasta ella, ruda pero serena entre los Garou, estaba dispuesta a derramar sangre, es que Arroyo Negro estaba en graves dificultades.
—Hay corrupción del Wyrm extendiéndose por el arroyo —les dijo con los guturales ladridos de la lengua de los Garou—. Aún no ha avanzado demasiado…
—¿Es que no has hecho ya suficiente? —gruñó Canción de Víspera—. Tú eres la corrupción de este clan. Gaia nos desprecia por tu culpa…
—No soy yo el que ha corrompido ese arroyo —lo interrumpió Arroyo Negro—. Eso es obra del Wyrm. Pero puedo mostraros…
—¡Hiede a Wyrm! —gruñó Astillabedules—. ¡Viene aquí apestando a corrupción la noche después de la muerte de Frederich!
Las orejas de Arroyo Negro se agitaron; miró a los demás, estupefacto.
—¿Noche de Terror ha muerto? Pero ¿cómo…?
—Veneno —gruñó Oreja Suelta.
—Ganado envenenado en la granja Davidson —dijo Canción de Víspera con los dientes apretados—. Envenenado y luego atacado por humanos inmunes al Delirio —lanzó una mirada furiosa y amenazante a Kaitlin.
—¡Y ahora trae a uno de ellos aquí! —dijo Astillabedules. Estaba en forma Lupus y con el hocico a la altura del suelo; se aproximó a Kaitlin gruñendo.
Kaitlin estaba paralizada y tenía los ojos muy abiertos a causa del terror pero era cierto que no había sucumbido al Delirio, como Arroyo Negro había visto ya. Fuera cual fuese la causa, no les beneficiaba a los ojos del clan.
—Esta chica no tiene nada que ver con la muerte de Noche de Terror —dijo Arroyo Negro—. Me ha ayudado a encontrar la fuente de la corrupción del Wyrm. Se está extendiendo hasta aquí. Debemos proteger el arroyo antes de que el túmulo se contamine. ¡Mirad! Serpiente de Agua ya no responde a nuestra presencia. Debemos…
—¡Es tu presencia lo que ofende a Serpiente de Agua! —le espetó Canción de Víspera—. Nos tendieron una trampa con ganado envenenado en la granja. La chica te ha atraído al Wyrm. ¡Sólo estabas a un paso de la corrupción! ¡Pudriste a Galia desde dentro y ahora pretendes contaminar el túmulo!
Arroyo Negro se adelantó con aire amenazante. De manera casi imperceptible, el semicírculo de Garou retrocedió, pero Arroyo Negro se dio cuenta. Sabía que caminaba por una línea muy delgada: entre provocar un ataque con su beligerancia o invitarlos a atacar con su debilidad. Sus posibilidades, y las de Kaitlin, no eran demasiado buenas si estallaba la violencia. Y entre los Garou, la violencia no estaba nunca demasiado lejos de la superficie. Sólo estaba tratando de advertirlos. No tenían que defenderse de él. Lo único que tenían que hacer era escuchar. Pero Noche de Terror había caído y los Garou no estaban de humor para mantener conversaciones.
—Claudia —Arroyo Negro apeló a la Guardiana, la más sensata de todos ellos—. Tú sabes que no tengo nada que ver con la muerte de Frederich. Tú sabes que nunca he sucumbido, ni siquiera he estado a punto de sucumbir, a la corrupción del Wyrm. Díselo.
Todos los ojos se volvieron hacia Permanece Firme. A ella no le gustó la atención. Observó a Arroyo Negro con cautela y a continuación dijo:
—La chica… ¿Cómo es que está aquí, observando, escuchando? ¿Es humana… o una criatura del Wyrm?
Kaitlin no había entendido nada de la conversación mantenida entre gruñidos pero ahora que todos los ojos se volvían hacia ella, se encogió. Arroyo Negro confiaba en que no cediera al temor y saliera corriendo. No sería capaz de protegerla; la cazarían en cuestión de segundos si lo hacía. Se le acercó y se situó delante de ella para escudarla del máximo número de Garou posible. Quería que entendieran que respondía por ella, que estaba bajo su protección… por poco que eso pudiera significar.
—No sé cómo es posible que nos vea y no huya —admitió—. Puede que corra sangre de Parentela por sus venas y ella no lo sepa… o puede simplemente que Gaia le haya sonreído —estaba tratando de encontrar algo que resultara plausible. No contaba con una audiencia receptiva—. Pero no es del Wyrm. Yo lo sabría.
—Apesta —gruñó Astillabedules.
—Ya os lo he dicho, me ha ayudado a encontrar la fuente del peligro —dijo Arroyo Negro—. Pero el arroyo es sólo el comienzo. La corrupción ya se extiende por la tierra. Se ha filtrado a los árboles. Seguidme y os lo mostraré. No me creáis si no queréis. Dejad que os lo enseñe.
—¡Engendro del Wyrm! —aulló Canción de Víspera.
—¡Maldito seas! —respondió Arroyo Negro con un grito—. ¡Escúchame o estarás condenando la tierra! Se está muriendo. Los espíritus se han marchado. No los hemos servido bien. Están enfadados. Balthazar lo vio cuando se llevó a mi madre y tenía razón. Debemos…
—¡Engendro del Wyrm!
—¡Engendro del Wyrm! —Astillabedules se sumó al grito—. ¡Engendro del Wyrm!
Y también Oreja Suelta.
—¡Engendro del Wyrm!
Permanece Firme parecía renuente a condenarlo pero tampoco acudía en su ayuda. Ladra-a-las-Sombras, que hasta entonces se había limitado a observar y había parecido el menos beligerante de todos, parecía descolocado por la hostilidad reinante pero hasta él empezaba a demostrar mayor agitación, gruñía y enseñaba los dientes.
—¡Escuchadme! —gritó Arroyo Negro, sabiendo que era inútil pero confiando de alguna manera en acallar el cada vez más agudo aullido. Alargó el brazo hacia atrás, tocó el brazo de Kaitlin; no podía dirigirle ni una mirada pero quería asegurarse de que seguía allí. Mientras aullaba y le gruñía a Canción de Víspera que se callara, mantenía sus ojos fijos en Permanece Firme. Si la Guardiana unía su voz a las demás que lo estaban condenando, todo estaba perdido. Al mismo tiempo, tenía que controlar su propia furia. Era difícil resistirse al deseo de abalanzarse sobre Canción de Víspera, de abrirle la garganta para obligar a los demás a escuchar. Pero no lo escucharían.
—¡Ya basta! —exclamó una voz poderosa.
Y el aullido cesó. Todos se volvieron al unísono y contemplaron a Evert Nube de Muerte. Se erguía frente a ellos, en su Crinos magnificente, con las garras llenas de sangre. Su propia sangre. Tenía el pecho cubierto de profundos arañazos. Las garras alzadas frente a sí. El semicírculo se abrió para dejarle pasar y se encaró con Arroyo Negro.
Éste vio los sanguinolentos cortes y retrocedió varios pasos. Las heridas eran culpa suya. Tenían que serlo. Al igual que todas las indignidades y heridas que Nube de Muerte había sufrido desde el día que Arroyo Negro naciera eran culpa suya. La idea de luchar contra el Wyrm o de conseguir que los demás lo creyeran lo abandonó en el preciso instante en que vio a su padre.
—¿Quién es esta criatura? —dijo Nube de Muerte, pero no era Kaitlin de quien hablaba. De hecho, parecía ajeno del todo a su presencia. Sus ojos no se apartaban de Arroyo Negro. Por lo que a él se refería, hasta los demás Garou podrían no haber estado allí—. ¿Quién es esta criatura que está muerta para mí? ¿Quién vendría a atormentarme después de que mi amada se ha marchado al otro mundo? ¿Estabas compinchado con el Caminante? Vino a ocuparse de ella, dijo. Y luego se lleva su cuerpo en mitad de la noche. ¿Quién es éste que viene el día que mi camarada ha sido asesinado y trae consigo a una humana… una humana que bien podría ser una criatura del Wyrm? La trae al túmulo. ¿Ibas a dejar que violara este lugar de poder? ¿Tanto me odias que querrías ver destruido todo cuanto he construido?
Arroyo Negro permaneció mudo, incapaz de refutar los argumentos de Nube de Muerte, quien parecía motivado únicamente por el odio. Así había sido siempre: el cachorro impúdico, el metis que mordisqueaba los talones de su padre hasta que recibía una bofetada. ¿Cómo podía enfrentarse a la palabra de su padre, del macho alfa, del fundador del túmulo? Arroyo Negro se encogió. Sintió el peso de su joroba; notaba que el semicírculo de Garou volvía a acercársele, con destellos asesinos en la mirada. Pero había en juego más que su propio fracaso y Arroyo Negro sacó fuerzas de la urgencia de sus noticias y de su nueva determinación.
—La corrupción se está extendiendo hacia aquí —dijo, tratando de contener con su calma el ansia de sangre que llenaba el aire—. Sigue la ruta del arroyo… desde la incineradora situada al oeste del pueblo.
Nube de Muerte suspiró. Él no tenía joroba pero el peso de sus preocupaciones le encorvaba los hombros.
—Este túmulo es la luz que mantiene a raya la corrupción.
—¡Pero basta con que vayáis a mirar…!
Nube de Muerte alzó una garra sanguinolenta e impuso silencio a su deformado vástago.
—Tanto Búho como Serpiente de Agua velan por nosotros y nos protegen. No tenemos nada que temer —se enderezó entonces y se irguió por encima del acobardado Arroyo Negro.
—Pero la corrupción debe de ser muy fuerte —insistió Arroyo Negro—. Se está extendiendo. Búho y Serpiente de Agua…
—¡Ya basta! —dijo Nube de Muerte por segunda vez—. No quiero escuchar una palabra más.
—¡Aún no has escuchado nada de lo que he dicho! —le gritó Arroyo Negro—. ¡Jamás lo has hecho!
Nube de Muerte le dio la espalda a Arroyo Negro y habló para los Garou del clan allí reunidos.
—Éste ha sido exiliado. Ha regresado en contra de mis órdenes y ha puesto en peligro el túmulo al traer aquí a una humana corrompida por el Wyrm. No hay castigo demasiado severo para él. Que no vuelva a hacernos ningún daño.
Un aullido victorioso y cruel de pura sed de sangre se alzó entre los Garou, pero antes de que los primeros alaridos reclamando la piel de Arroyo Negro hubieran escapado de sus gargantas, éste había cogido a Kaitlin y había escapado a la Umbra. Los cazadores no tardaron en salir tras sus presas.